viernes, 29 de enero de 2021

MADRE, ¿ME ESCUCHAS?


En el cuarto ya no hay latas de cervezas,

ni el largo cristal con rayas de cocaína para los amigos:

está el trigo luminiscente en el césped;

está Dios, o imagino que está Dios,

con su arco de serpientes en la cabeza;

está la luz y su ramaje que va de puntillas,

ronronea en las paredes,

en la punta de un relámpago de tinta

que nos salpica:

el silencio y sus espinas,

la marea que baja y deja ver

la tierra agrietada de rostros

que fueron de carne y hueso

 

Están los espantapájaros que se doblan con la lluvia,

las campanas que despliegan su umbral de frutos muertos,

el silencio como un cuarto lleno de espejos

 

Luis Daniel Pulido

 

2 comentarios:

IXMANIK dijo...

Te envío un abrazo enorme amigo, una gran fuerza del corazón este poema, y gracias por compartir. Admirables fotografías y con mucha luz. Es grato leerte. Por más letras en tu vida y éxitos en todo.

luis daniel pulido dijo...

Gracias. De corazón. Fuerte, fuerte abrazo.