No leo los periódicos
(los periodistas restauran a fuerza
su mercado de victorias y beneplácitos)
pero sí camino a la cocina por un café,
intervengo en la nomenclatura de la nueva república;
porque –me digo– la universalidad no se le niega a nadie
y volvemos al principio: la división del trabajo
y la lucha de clases y la “nueva normalidad”,
el eco de la tragedia
La noticia –voy a eso– hace de gusano
en la manzana (su cercanía histórica
es con el universo político que la paga)
y da la sangre con la que alimenta
a la opinión pública:
Las moscas en la sangre de los muertos,
hambrientos por las tragedias del siglo:
Aves de carroña de la pandemia
Una pira de humanos ilumina su camino
Luis Daniel Pulido
Foto: Ibai
Acevedo
2 comentarios:
¡Compadre!
Suscribo el día, pase lo que pase, tenga lo que tenga, traiga lo que triga, en el que te leo. Por escapadas, tú lo sabes, he tenido que salir de algunas orbitas…
Pero jamás me olvido de una buena melodía que al seguir se ponga en pie y se proclame rock and roll. Mañana es mejor, dijo Spinetta y aquí seguimos: la universalidad no se le niega a nadie y volvemos al principio.
Estoy confiando, y exigiendo, que te encuentres bien. Sé de algunos hombres aún más fieros y aún más grandes que las bestias gigantescas que nos siguen porque llevan el olor de nosotros al nacer en sus narices. Tú eres uno de esos hombres; pero no me lo tomes como un presagio sino como un rumor que teme declarar la admiración.
Abrazo. Abrazo ¡Abrazo!
El compadre Omar.
Querido compadre, acá estamos de nuevo. Andaba preocupado por ti, pero ya veo que somos gigantes en barcos que no ceden a ninguna tormenta. El rayo ilumina el oleaje de nuevo. Y acá vamos. Abrazos, compadre querido.
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