Eres mi
ciudad. O qué.
Ya no te
repites hasta al cansancio
humilde,
pequeña, con arroz con leche
y tamal de
mole en cada esquina
Con tus
viejitas de rebozo
y Moncho el
policía incendiario
A mí no me
robaron el mes de abril,
a mí me
robaron tus matinés extraídos
de lo más
profundo de las selvas africanas,
tus canchas
de tierra, el campo de La Salle
Y la agencia
de Revistas Velázquez, La Forteza,
el parque
Morelos
La Prevo y la
pantalla más grande de América Latina:
el cine Vistarama
de mis fines de semana
Eres mi
ciudad: la ballena dormida de tus discotecas,
el sol de
California en los vinilos, la luna en los charcos
de la
estación de Telégrafos Nacionales,
mi padre –el
viejo nómada de setenta años
que me trajo
a este rincón de la Tierra
Eres mi
ciudad, el edén de la permanencia voluntaria,
la malla
ciclónica de viejas canciones
Y ella: que
aún trae el uniforme del colegio
Luis Daniel
Pulido
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