A Gina
Me he
puesto a buscar en la Red qué fueron los positivistas lógicos,
a leer
la historia –según dice en la portada– no oficial de narrativa
del
siglo veinte en lengua castellana,
a ver
si no tiene pulgas el perro, la radiografía de una fractura
de
tibia y peroné de hace veinticinco años
y la parvada de cuervos que le salen en luna llena,
cuervos
que se disipan con tres inyecciones
de
Ketorolaco con Trometamina
Qué
importa si en los viejos cascos de las haciendas
un
“instituto nacional de antropología local”
inscribe
parientes y amigos,
si la
maquinaria infecciosa del ébola opaca
los
esplendores del mundo,
si
vuelve compulsivos a los niños por los campos
del
conocimiento,
si en
el paraíso ya no hay lugar para George Burns
y
Goldie Hawn y Groucho Marx, el chivo expiatorio,
Sean
Connery, el copyleft, no era penal
Hoy he
decidido no iluminar la balanza,
lo
cierto o falso en las relaciones de pareja,
el
vuelco a la poesía como voluntades concebidas
Hoy
apuesto todo a los edificios abandonados,
al
herrumbre de las rejas, a las canciones
de la
cara A de los vinilos,
a los
mil puentes que me llevan al Marquee de Londres,
a
cortar el habano una vez que termine de escribir esto;
a
ensayar frente al espejo mi mejor cara de malo
para
lo que viene: casarme, una empresa, cortes de energía
y el
“no, no soy fan de los Héroes del Silencio”
Luis
Daniel Pulido
Chiapa
de Corzo, Chiapas, México. 20/10/2014
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