A mis amigos, que
superaron la poesía para ser mejores seres humanos; a ellos, enormes,
interplanetarios, generosos
No fuimos rebeldes, no
fuimos a marchas,
no hicimos una carrera política,
no tuvimos el sueño de Zapata por distribuir
tierras cultivables,
no fuimos parte de gritos existencialistas
ni del gran espíritu humano
Íbamos a ver a nuestras novias,
partíamos –en partes iguales–
las tartas de piña y grabamos en cintas
canciones con las que hacíamos el amor
a vírgenes que buscaban atajos para no serlo
No leímos a Steiner, no leímos a Rimbaud,
a Bukowski, no cobijamos la libertad sexual de los 60;
éramos quarterbacks, roqueros, ejercíamos la desobediencia
en el salón de clases y nos reunimos –cumplidos los cuarenta–
decididos a cambiar la Historia
Nunca hablamos de Cristo,
tampoco fuimos heréticos,
compartimos el pan y el pescado,
dejamos –para los que menos tienen–
olvidadas las llaves de la puerta,
la dirección a donde nos envían postales
No citamos fantasmas, un rosario de nombres
que construyen países con igualdades sociales,
ninguno con posibilidades de habitarse
No leímos a Marcuse, a Giddens, a Diderot,
no pisamos el Museo Nacional del Renacimiento;
dejamos maridos celosos que destazan reses
a falta de valor para buscarnos pelea
Sencillo: nosotros jugamos futbol bajo la lluvia
y aun mantenemos los puños en alto,
el valor y el coraje en cada uno de nuestros actos
Luis Daniel Pulido
no hicimos una carrera política,
no tuvimos el sueño de Zapata por distribuir
tierras cultivables,
no fuimos parte de gritos existencialistas
ni del gran espíritu humano
Íbamos a ver a nuestras novias,
partíamos –en partes iguales–
las tartas de piña y grabamos en cintas
canciones con las que hacíamos el amor
a vírgenes que buscaban atajos para no serlo
No leímos a Steiner, no leímos a Rimbaud,
a Bukowski, no cobijamos la libertad sexual de los 60;
éramos quarterbacks, roqueros, ejercíamos la desobediencia
en el salón de clases y nos reunimos –cumplidos los cuarenta–
decididos a cambiar la Historia
Nunca hablamos de Cristo,
tampoco fuimos heréticos,
compartimos el pan y el pescado,
dejamos –para los que menos tienen–
olvidadas las llaves de la puerta,
la dirección a donde nos envían postales
No citamos fantasmas, un rosario de nombres
que construyen países con igualdades sociales,
ninguno con posibilidades de habitarse
No leímos a Marcuse, a Giddens, a Diderot,
no pisamos el Museo Nacional del Renacimiento;
dejamos maridos celosos que destazan reses
a falta de valor para buscarnos pelea
Sencillo: nosotros jugamos futbol bajo la lluvia
y aun mantenemos los puños en alto,
el valor y el coraje en cada uno de nuestros actos
Luis Daniel Pulido
1 comentario:
Eres un gigante!!!
Y que se pudran los maridos celosos!!
Te amo!!
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