Conocí una niña. Tiene ojos muy bonitos. Se pone de puntas para sacar libros del estante, y su falda –como el paso lento de los barquitos en el agua– se alza para mostrar dos centímetros de piel, más de lo que a un caballero le está permitido.
Yo soy un caballero, tengo armadura y pancita, una estufa destartalada que no es un monótono caballo, sino el fuego necesario para que el plop plop plop plop de las palomitas extra mantequilla haga bailar a los dragones cuando tienen fiesta.
Me encantaría invitarla, pero a ella sólo le importa leer su libro, trazar con sus dedos explanadas de sueños y silencios, ese temblor que produce el mar contra las manos cuando se navega en la oscuridad y sin lámparas.
Yo me acerco, no mucho, y dibujo un par de botes salvavidas para casos de emergencia.
Algo la aflige, algo la asusta, y yo como ratoncito experto en el tocinito crujiente, busco el extremo de la hebra.
Frente a ella y su libro me quito el sombrero, hago la reverencia y le doy mi palabra: Te voy a proteger de los hombres malos.
Pero antes: ¿Me enseñas a amarrarme las agujetas?
8 comentarios:
Yo te enseño y no solo a amarrarte las agujetas, sino a desamarrarlas y quitarte poco a poco tu ropita, jum!
Uy, qué calor, nada más no me piques mi ombliguito porque me da un chingo de cosquilla
Un beso
Eres tan tierno
Beso a esa pancita, la más linda del Universo, muaaack!!!
Chincho, quiero que vivas en mi casa, ¿puedes? uso minifalda tooooodooos los dias
Te quiero!
intensamente tierno
besitos
Mañanae llego a Chiapas y te voy a comer a besos, gordito lindo,jajajajaja
Te mereces todo el amor bueno del mundo, claro que sí
Compadre, ahora sé porque mi mamá lo adora
Un abrazo
Excelente, excelentísimo.
Publicar un comentario