jueves, 31 de diciembre de 2009

CRUCES DE VIENTO Y HOJARASCA


Llegamos, mamá, llegamos

Gente (¡hay una peste!)… como esperando a Cristo.
Cristo está sentado seguramente
en la tercera fila de un burlesque
José Cruz


He dejado el hospital, el tema específico de la enfermedad de mi madre, el urdir –y al mismo tiempo- inventar océanos con náufragos imaginarios. Es extraño que después de tantos días persiga con la mirada al mismo elfo de las abejas. Su azul de arroyo que lo cubre y deja, tras de sí, un breve trazo sideral de azúcar sobre el cesto de pan.

La esperanza alcanzó apenas para redactar unos cuantos poemas; experimenté con el coraje y la pretensión del cazafortunas, un poco con la patria y otro tanto, el menos, con las acrobacias de los aplausos.

A pesar de las noches largas nunca faltó la compañía de magos de buen corazón (los buenos, no los burócratas de la lámpara) que destilaron aguardiente del mineral de las piedras, una capa de luz para mi garganta porque siempre será mejor una chistera que seiscientas iglesias.

Y el Ipod y su fontanería de sonidos, el contraespionaje dentro de los ministerios médicos, las ciudades subterráneas de mi autismo. Pasar mi lengua en las tetas de la mujer que agoniza de cáncer y con ello revertir los efectos. Aunque, supongo, ella preferiría una bala.

No recuerdo cuántas lluvias en el mismo papel ajado, la tinta regada en andenes que daban justo a la misma puerta. No recuerdo si la mantarraya de truenos esmaltaba los cabellos negros de la medianoche. Pude, una sola vez, oler el corazón de una adolescente de nombre Natali.

He dejado el hospital, las palabras que como la espuma ceden ante la arena. He conquistado desde el calcio y las enzimas las torretas, los cruces de avenidas, el tedio que se filtra a contraluz en un coágulo de cromo y suena a The Cardigans.

Es, por siempre, el sonido del mar, el desasosiego y los sobresaltos de sangre lo que me hacen masticar la vida sin cerrar los ojos.

Resta beber un poco de vino por los que se quedan y pronto estarán muertos. Dios no da pistas sobre lo que somos, sólo sabemos servir platos de sopa inspirados en derechos, misericordias y amnistías.

10 comentarios:

Karen Kawakabu dijo...

Un beso grande a tu mami

Te quiero mucho, los queremos mucho

luis daniel pulido dijo...

Karen:

Gracias, yo también te quiero mucho

Feliz año

Javoc dijo...

que buen cierre de año, este texto es el porque la revista TIME te hizo llamar el Joe Montana de la literatura. : )

feliz año nuevo.

Alejandra dijo...

Tú y tu mami son mis héroes

Besos y abrazos

Feliz año

LoLiTa dijo...

A huevo, tu eres el Joe Montana de la literatura, mi sexy rocanrrolero

Me tengo que ir a casa, allá te espero

¿Me visto de tu gatita?

Nicole dijo...

Y estarán con nosotras muchos años

¡You are my favorite, quaterback!

Diana Vanessa Buscaglia Rodríguez dijo...

La primera Carta Blanca, va por ti y tu mamá

Un abrazo fuerte, fuerte

Besos

Feliz 2010 (arrejúntese, arrejúntese)

Briseida dijo...

Hola Luis Daniel,

Le envío un abrazo muy fuerte a tu mamá. Ya sé que no me conoce pero además dile que le mando un beso con mucho cariño.

Anónimo dijo...

Ahh ¡Natali! la canción y el recuerdo se funden en un trazo difuso donde el amor y el abandono se funden en dolor...

GODDES dijo...

De vuelta a Madrid

Primer día

Te extraño