En Tonalá no hay selva, me queda claro. Hay mar y muchas negritas, camarones sin cabeza, tortillas con un chingo de hoyos y secretarios de pesca.
En Tonalá los ventiladores despeinan al sol y las niñas buscan su reflejo en los charquitos después de la lluvia.
En Tonalá uno dice -¡Ah, qué bonita mariposa!- pero te devuelven una película de terror –No, se llama colmoyote y es el alma del abuelo muerto- ¡Gulp!
En Tonalá nadie sabe que existo. Me siento en el parque y como plátanos deshidratados con chilito y los ojos me lloran y me da gripa y me pongo rojo y luego me subo a un bicitaxi y me da por morder mis uñas y le pongo cajeta a mi pan bimbo y me voy a casa.
En Tonalá hay muchas “colochas”. En Tonalá veranean el 90% de los grillos y se hospedan en ¡mi techo!
En Tonalá se necesita de dos para bailar salsa.
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