En la
secundaria era la niña más bonita,
devota de
Jehová y esos manuales
de orientación
y sapiencia y mustio
decoro
Alfonsino (algo que le comenté
en esas
reuniones de generación 30 años
después y
supongo no me entendió)
cuyo peso en
oro se disputaron agricultores,
anacoretas,
aspirantes a oficiales del reino
priista y
hasta maestros
Recuerdo sus
ojos verdes,
la serpiente
emplumada y cierta inmundicia;
recuerdo el
espacioso salón de clases,
el tigre
perezoso de mi adolescencia,
que era el
mejor de la clase
Era en la
secundaria la niña más bonita,
páramo de
vida, musa renacentista,
aceituna de
mi martini, la Onda Vaselina
Pero a ella
qué le importan los barcos desamparados,
los veleros
que se agitan, el oleaje del conocimiento,
‘el rock and
roll de los idiotas’
Un mariachi
desafinado y la “música regional mexicana”
son la
estructura emocional de las cosas
Y yo –viejo–
me quedo en los pequeños recorridos
a poemas que
hacen de tijeras al podar el césped
Luis Daniel
Pulido
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