Es
difícil –como es difícil enseñar a dormir al perro
en
el jardín, no ensuciar de leche el borde de las tazas
de
cereal, evitar las ganas de arrojar al aire sujetos
que
se creen narcotraficantes– hacer de la poesía
cosa
sencilla
Más
de cuarenta años y no aprendo los modales
de
la gente respetable, a comer con cubiertos
los
cortes argentinos de la vida moderna,
de
los buenos matrimonios venidos a menos;
y es
posible que tire al piso restos de comida,
qué
sé yo: no quiero ver de qué están hechos
hombres
y mujeres que religiosamente hablan
de
arte como arbitrio y consejo para las páginas
de
sociales
Espíritus
que se empeñan a tareas superiores,
a ser
soldados de otros ejércitos,
legítimas
voces –ya sea en una antología,
un
discurso o un amparo de favores–
de
cacarear el huevo y no amarrar los perros
cuando
tú les apuntas con el dedo
Así
esto de sacarles el queso de la ratonera
y
que no sepan hacer los dobleces de los aviones
que
vuelan en el salón de clases
Luis
Daniel Pulido
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