martes, 29 de abril de 2014

MI NOVIA ES EMO Y QUIERE QUE SEA SU ZOMBI CHONCHITO


A Gina 


1
–No adelgaces –fue lo que me dijo; una petición que ninguna novia antes me había pedido, al contrario: siempre se me exigió dieta, correr en las mañanas, raciones de comida con pocas calorías, replegarme en caso de un ataque de pollito con mole.

2
Ella se llama Gina y nació en “emolandia”, un lugar donde sus habitantes están tristes y son “gruexos” y no se conmueven: son fríos como el hielo de Alaska, como un cocodrilo bajo el huanacaxtle, como los lagos congelados de Toronto, como las cervezas del Extra.

3
A Gina le he regalado flores, chocolates, una ranita. Las flores se marchitaron; los chocolates la pusieron rojita y fue la primera vez que me dijo “te quiero”; la ranita la partió en dos y se la comió con mostaza y kétchup y semillitas de girasol. No lo vi, me lo dijo y le creo.

4
Ella es así: se viste de negro, ata cabos con el doctor Frankestein, el grunge de Kurt Cobain, La náusea de Jean Paul Sartre. Y se ve tan bonita cuando dispara esa mirada con la que según ella dice “qué pedo con este güey”; o cuando se lleva los dedos índice y medio a la sien y arquea una de sus cejas y dice “te voy a bajar de tu nube”.

5
Y me bajó. –A los niños en “emolandia” no los traen los Titanes del Pacífico –dijo con voz fría

–¿Cómo?...¿no? –puse el grito en el cielo

Fue cuando me dijo al oído lo que hacen en “emolandia” para poblar de niños su capital. Y la vi más bonita y besé su boca y juro que al pasar mis dedos por sus piernas la melancolía que la habita se hizo una sonrisa.

Hoy, por ejemplo, remaremos juntos en el lago y le pondremos como ella me enseñó limón a la herida; algo que se acostumbra en “emolandia” para no volvernos presidentes de México, o peor aún: periodistas de Chiapas.

6
Les presento a Gina que ve con hambre mi pancita, la que cubro –retro– con mi playera de Ghostbusters.

Gina, con la que veré en México a los Queens of the Stone of Age

Luis Daniel Pulido

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