domingo, 21 de diciembre de 2025

LO QUE RESTA VA CON MI SENTIDO ARÁCNIDO


 

La primera batalla empieza al despertarme, en mi cuarto, ese espacio borroso que lame mis ojos, crías de gatos negros colgados a mis parpados; palpo algunos objetos, libros, papeles, unas llaves, unas monedas, los códigos herméticos de los ciegos hasta que, por fin, alcanzo los lentes. Hay un espejo y en él un recién nacido: gatea, dice sus primeras palabras, se reconoce. Un perro se tira a mis pies, en su panza un nido vacío, sin pájaros. Me visto y enciendo la linterna. Mi perro me guía y yo doy la vida para que nada le pase: tiro golpes a sombras, monstruos mecánicos, a los grises apagados de perros rabiosos, a los gritos –esos lirios en el estanque que se traga el horizonte y nada queda. No hay planeta ni tierra ni viento, sólo el leve sonido del parpadeo de quien busca aire limpio. Un pez cruza el cielo, boquea estrellas. Me tropiezo, caigo y me levanto. Y así empieza mi día. Mis días. Me preparo para otra pelea, doy pequeños saltos, estoy en un ring de nuevo…
Luis Daniel Pulido