Creo –la
confesión está a la altura
de las
circunstancias– que en aquella prepa
de los
ochenta hubiéramos asaltado a la planilla verde,
su revuelta
de naciones, la resaca mitológica
por no
alcanzar –nadie lo entendió–
figuras
legislativas en la pequeña corte de bribones
Y es que uno
dibuja sus propias postales:
notas
tenues, apagadas, sin el delirio
necrológico
y en orden de las cosas,
con la
puñalada en pleno pecho porque
–como en
esos años– aún se es intenso,
borracho,
dramático
Claro es
que:
La sangre no
nos hermana ni la troupe de Ginebra,
el calor del
verano, las playas a las que no fuimos
Hermana el
poema y su olor a barco de madera,
el arroz que
se quema, la última bengala que se apaga
A veces,
como a las seis de la tarde,
cierro los
ojos y sueño
Luis Daniel
Pulido
*Del libro WE ARE
MOTORHEAD (EVOCACIONES DEL TEC, 1986) (Tentativo)
Foto: Olivia
Bee
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