Es raro que alguien tan distinto a mí me hable,
me brinde su amistad –el porcentaje es 1.2 por ciento,
según leo, similar al que un asteroide choque con la tierra;
platicamos
Por ejemplo, donde vivo no hay tiendas departamentales
como las que frecuentas,
no visto como la mayoría de tus amistades,
sociólogos, abogados, algunos que escriben
tesis interminables
Y suben sus fotos –dan fe,
en un Starbucks,
que es (también lo he leído)
como escupir tu bandera
Tú estás lejos de la miseria
–pienso más que por privilegios,
romerías esas de exluchadores sociales,
la muestra: sus hijos
Y te lo he dicho,
y no te ofende
Me estimas, dices, por ingenuo,
y esa palabra que odio: transparente
Dices, además, que el Renacimiento
florentino y la temporada de ballenas
coinciden en mi obra literaria,
que hay una ternura velada
propia de los hombres que son huérfanos,
que son felices con poco
Es cierto: no hay comida en la mesa
Sí migajas de pan en los calcetines
Te aclaro que poco es lo que determina
el lugar donde vivo
Niños en las calles que no tienen
que comer,
un gran río contaminado
Haciendo de la pobreza más extrema
el negocio: la violencia y su peso,
que premia
Lo subrayados son míos
Pero insistes en platicar conmigo de todo,
en jalar la cuerda de mi lado,
ser parte de mi equipo
Tú escribiendo de reformas políticas
urgentes, yendo al cine más caro,
el animalito más frágil de la noche
Comes palomitas, masticas el popote,
pasas tu lengua por tus brackets,
me mandas un mensaje
Y yo despierto y me apeno por el hueco
en el estómago,
mis huesos fracturados,
la ropa que no he lavado
Pero tú –otra vez tú,
tan linda
Y me disperso
Un día de estos te escribo un poema,
en un avión que me lleva a tu tierra
Una bolsita para ti con todas mis monedas
Luis Daniel Pulido