jueves, 2 de abril de 2009

SEMÁFOROS

El stop accede con su rojo hormigueante. El tiempo está sobrecargado de puertos y se ve en la mirada de todos a través de los cristales. Si fuera un gigante, todos esos autos cabrían en mi mano. Mi mano que sería un gran puente antes de que la luz verde los devore con sus múltiples hemisferios de indiferencia y soledad.


Pienso e imagino que antes de seguir la luz verde, nos preparamos a partir a un puerto fijo, ahí donde el amor con su olor a playa está en las sábanas de los moteles, en el café que nos permite ver la vida con menos frío, en el poema contra la página porque así es la fuerza de un beso cuando se pisa el acelerador a fondo.

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