sábado, 25 de junio de 2022

CRÓNICA DE UN HOMBRE MIENTRAS ESPERA SUS BISTECES ENCEBOLLADOS (PORQUE, DICE, ESO COME CONAN EL BÁRBARO)


 

La soledad es una circunstancia,

a veces por tus padres muertos

o gracias a la selección de películas equivocadas,

el balón que revienta en pedazos una ventana

 

Y la vida pasa y sigue y tus amigos

se mueren y ya no hay personajes

para tus historias, las sorpresas;

ni el alter ego ni la llamada

de larga distancia

 

Hay que leer libros,

mover los muebles,

sacudir la cama,

tirar las cervezas que no bebimos

hace seis meses

 

Hay aceitunas negras,

anuncios de once puestos

de pollos rostizados,

esa acústica calurosa

de un pueblo –dicen– mágico

 

Y nadie escucha la nueva canción de Megadeth,

y nadie sabe de los ninjas de la Costa Oeste,

ni quién es Elisabeth Shue, Elsa Aguirre,

una tal Magda Luz de la Prevo,

esa secundaria con escasos elementos

intelectuales

 

Que escribo y me reconocen algunas

recreaciones, algunas ciudades:

cómo le abro las costillas

al cuerpo del lenguaje

 

La sangre

 

Pero nadie escucha la nueva canción de Megadeth

y revientan el cielo con cohetes:

navíos de pólvora para sus santos,

brujos, redivivos danzantes

 

Y los pobres perros de la calle

que ladran y se pierden,

solos, entre el ruido

y la inmundicia

 

Y no hay neblina como en las películas,

mitómanos –eso sí– por todas partes

 

Luis Daniel Pulido


domingo, 19 de junio de 2022

EL PORTERO QUE SURCA EL ESPACIO Y NO SE QUITA SUS AUDÍFONOS



No entreno para jugar los fines de semana,

no hay cálculos, planos de enormes edificios de concreto,

puentes con mecanismos de información:

jugamos tal día a tal hora en Egipto

o en algún remoto espacio de tierra

o en esa geografía confusa del juego:

el pasto sintético

 

Entreno porque me aqueja un barco que se hunde,

una migraña que azota la puerta,

el miedo a quedarme totalmente ciego:

el cuervo que vuela al vacío

y anuncia a sus muertos,

la marea que no cede

 

Llueve

 

Porque la soledad te pone una piedra en la lengua

y nada importa más que el lance,

correr al otro lado,

tocar el poste, alcanzar el travesaño

 

Y hacerlo de nuevo

y hacerlo otra vez

y hacerlo mil veces

 

Hasta que el ruido desaparezca

 

Luis Daniel Pulido

 

SE ME FUE EL KUNG FU


 

Casi no me enfermo, si algo –un altavoz, por ejemplo– hace remolinos de bacterias para una epidemia, veo el vuelo de una mariposa inexistente, la dibujo con mis dedos como lo haría un fantasma, un niño sin amigos, un huérfano que le arranca los dientes a la luz que se cuela bajo las sábanas. Y me pongo mis audífonos.

 No lo creo: tengo fiebre y algo de sangre en la boca y he dormido entre árboles en llamas. Atranco la puerta, por si acaso. Y llevo mis manos al estómago.

 Luis Daniel Pulido

 Chiapa de Corzo, Chiapas; México. 17 de junio, 2022

 


martes, 14 de junio de 2022

AMBER


 

He leído algo en internet:

las obsesiones de un autor de cuentos para niños,

los territorios ocupados por neonazis,

cosas que ya no me remiten al siglo pasado,

todo es el hoy y el ahora,

activos de una memoria a corto plazo

 

Y ahí estaba,

martillando la vigilia de una vieja puerta,

moviendo un cuadro y una foto

y un balón ponchado y unos tenis viejos

y la figura central, una tal Amber Heard

 

La belleza es la gota que se expande

en un charco de agua,

el alba del medioevo nórdico

que cae del libro que lees;

y sí, esa rubia en tu calendario

de odios y venganzas,

la piedra que lanzas

 

Poco o nada sé del juicio,

ni de leyes,

no tengo ninguna paloma

de la paz en la mano,

ni la disolución del sujeto

que culpa en un vaso

de whisky o cerveza

 

Digo: Amber es muy linda

y por un beso o unas palabras de ella,

y sin temor a darle la espalda,

le ofrecería café de Chiapas,

El Monólogo de Novalis,

la “antropología estructuralista”

del lenguaje inclusivo,

un @, una equis, cinco “compañeres”,

millones de sistemas solares

no binarios

 

Sí, la idea es quedar bien

 

Lo demás trata del amor

y la belleza y la locura

 

Y yo soy Conan El Bárbaro

 

Allá va mi cabeza,

rodando, por Amber Heard

 

Luis Daniel Pulido