viernes, 26 de noviembre de 2021

PEPE ABRAHAM


 

Son pocos los viajes a los que se renuncia cuando uno es joven. Se estudia, manejamos hasta la playa, regresamos, nos enamoramos, jugamos futbol, nos rendimos a un atardecer, una cerveza fría, una mujer que se vuelve el centro de todo. Recuerdo a Pepe, lateral izquierdo, en el campo de La Salle, en lo que fue el primer equipo de soccer de Chamula´s Power. Pero recuerdo también cómo se integró a nuestro equipo de futbol de salón. Rápido, emocional, bravo. “Ah, corre como la chingada”, pensé más de una vez. Y lo hacía, pues no sólo jugaba fut, corría maratones. Y si no mal recuerdo, se “habló de tú” con el torero El Glison en el lobby de un hotel donde Pepe era el dueño. A los juegos lo acompañaba una mujer muy bonita. Su novia de esos años. Hoy pienso que su corazón de niño siempre estuvo expuesto, sin defensa alguna, sin cronologías previas: un avión que volaba a otros horizontes, muchas veces a un desierto, síntoma de los hombres buenos.

Azul... azul
Una música lenta y azul
Recargada en la tibia quimera
Despidiendo un anhelo que va en autobús
Un rasguño en la media
Navegando la espera
La viuda del blues

Recuerdo a mi amigo Pepe, sentado en una banca del colegio La Salle, después de un juego; él triste, pero no abatido. La linda muchacha ya no era su novia. Pero me dijo algo que nunca olvidé “me costó mucho sacarla de mi corazón, pero ya estamos en otra cosa, mi Dany”. Y Pepe corrió hacia el campo como quien atraviesa un sendero de barcos y deslumbramientos, un largo puente hacia un nuevo tiempo. Pepe se casó y es feliz y años después coincidimos en un concierto de Real de 14. No sé si estábamos borrachos o muy felices o sólo nos subimos al continuo histórico del zapatismo en Chiapas, o si leíamos filosofía o vayan a saber qué. Nos saludamos efusivamente, casi gritando. No sé si nos abrazamos pero diré que sí. La vida y Pepe lo valen.

Hoy lamentamos las decisiones políticas que se vinieron y que este país no sea el que soñamos.

Azul... azul
Y una voz que entristece al cantar
Reteniendo en su lecho las sombras
Esas sombras que besan y luego se van
Una fotografía
Una línea en la mano
Que quiere borrar…

 

Luis Daniel Pulido


domingo, 14 de noviembre de 2021

QUE EL MAR UN DÍA ME DEVUELVA LO QUE SE LLEVÓ (ESTE PAÍS, INCLUSO)


 

Me dan las dos de la mañana, solo.

Los vecinos –narcos malnutridos–

saben más que yo de México:

trasiego de drogas a Estados Unidos,

canciones norteñas a favor de eso

 

Y entiendo por qué los alacranes

se reproducen en su infierno alegre,

en el fuego que no rebasa los dedos

de las manos; eso sí, de los ejecutados

perdieron la cuenta

 

Y me propongo a cambiar la base de datos:

tarareo canciones de Leonard Cohen

y devuelvo la pistola que mi amigo libanés

me llevó a la casa con una nota escrita:

No te dejes

 

Qué importa. Me dan las dos de la mañana, solo.

Pongo un vinil y respiro el aire de la calle;

en algún lugar llueve y pido a Dios por mis amigos,

mi madre, los pescadores que valientes buscan

el sustento a mar abierto

 

Luis Daniel Pulido

 


domingo, 7 de noviembre de 2021

PUNCIÓN LUMBAR (LOS PORTEROS NUNCA SE RINDEN)



 

He llegado solo a la clínica;

afuera, se supone, reforestan,

y es un acto amoroso,

mi reconexión con el ruido,

la hojarasca mojada sobre la tierra

 

Me preguntan si tengo familiares

o si vengo acompañado de un amigo:

“no tengo”, respondo;

hace tiempo que no camino territorios

comunes ni comento las piezas expuestas

por las heridas de Centroamérica

 

Una llamada y hacen una excepción,

breve fauna de un lenguaje de quien

me debe favores, el jardín de atrás

de la casa: procedan, ordenan

 

Ofrezco mi columna,

la aguja entra:

el sol, imagino, ya ilumina

un pedazo de banqueta

 

Cierro mis ojos y por un momento

no pienso en nadie

 

El mar de fondo se encarga de todo

 

Luis Daniel Pulido


lunes, 1 de noviembre de 2021

UNA LINDA MUCHACHA CANTA UN COVER DE THE SMITHS Y ME LO COMPARTE POR WHATSAPP Y ME SALVA LA VIDA


 

Para mi amiga Victoria Herrera, luz en mi corazón oscuro

 

Debe ser la edad o los postulados

sobre una danza de muertos,

la luminosidad de una estrella

en torno a su vigencia en la piedra,

cosas que pienso o imagino:

el rostro que aprieto con fuerza

y la bala que nomás no me atraviesa

la cabeza

 

Puede ser una retrospectiva

de flashbacks o la legendaria librería

donde fui un héroe

 

El niño –cazador furtivo

de silencios y con la navaja

en el cuello

 

Debe ser que minutos antes

del cristianismo primitivo,

de esa bondad que no necesito,

el mar se me va de las manos;

y las palabras y el martillo

y el enter y los inicios

y la voz en off y la mosca

en la pantalla y el Spotify

 

Una linda muchacha canta

“So please please please

Let me, let me, let me

Let me get what I want

This time…”

 

Y hacia allá navego

 

Luis Daniel Pulido


lunes, 25 de octubre de 2021

QUÉ TRISTE NO SER EL HOMBRE ARAÑA (PARTE TRES)


 

Recuerdo las calles casi solitarias

a las seis de la mañana,

pequeños ciclos de vida que se llevaba

el aire: bolitas de algodón y una hoja seca

abducida en línea recta

 

La vida no era un latido de sangre,

renovados campos para el narcotraficante

 

La vida era sencilla:

un volátil árbol de frutas,

semillas con utopías y los reversos:

poetas que jamás se apegaron al poder

 

Recuerdo que caminaba

y sólo eso: caminaba

 

Y escribía contra el gobierno

como quien se está contra los ferrocarriles

de alta velocidad,

no arriba del peldaño de la pobreza

y la miseria

 

Nunca periodista

 

Mi voz era un libro en manos:

el relámpago que parte aviones a la mitad

como lo hacen los ciegos cuando tienen

sed y alcanzan el vaso y beben

y el silencio es el único cuerpo

que yace en el piso

 

Lo demás nunca ha sido parte de mi historia

 

En esa lucha contra el mundo

siempre fuimos madre e hijo

 

Luis Daniel Pulido

 

Foto: El tren. Entre Hidalgo y Tlaxcala. Roberto Bernal


lunes, 18 de octubre de 2021

BREVE CRÓNICA POST JUEGO DEL SÁBADO


 

El futbol traza aciertos pero también derivas: ayer batallé con el movimiento del balón, la gran extensión nevada en los googles a causa de nervios ópticos casi muertos, Antártida de luz que hace me lleve la mano a la frente en forma de improvisada vicera para ubicar a compañeros y adversarios.

 

Si no lo soy lo siento: soy el hombre más solo del campo. Noto cómo el coro de pájaros se apaga y da revancha en la siguiente jugada, un universo paralelo al margen del mundo: el niño tímido que asume la voz de mando y da cauce a nuevos intentos por el ansiado gol al rival, el empate a dos que por fin llega.

 

La tarde, el gran cisne de los subterráneos de Chaillot, es también un Dios que con su vuelo da sombra a mis héroes: todos y cada uno de mis amigos y un digno equipo contrario.

 

Hoy camino por las calles de una ciudad extraña y me pongo los audífonos. Y sonrío. En quince días, otra batalla. “Venga portero”, me dice una linda muchacha desde Guadalajara.

 

Luis Daniel Pulido


miércoles, 13 de octubre de 2021

EL POLVO BAJO LA NAVAJA


 

Me levanto y leo que hay una emergencia sanitaria,

que un hombre gordo que fue padre entre agosto y diciembre

escupe cantos de cisne, ejemplos victorianos

 

Me queda lejos la mesa,

la escena alternativa donde un hombre se ahorca,

el frac y la sombra que se retuerce:

mártires cristianos

 

Extraño las autopistas,

cazar nazis en pequeños grupos de cinco,

las islas desiertas,

el tren que pasaba en medio de la calle

 

Pero:

 

El gordo insiste en su milicia

de buenos ejemplos

 

Su pueblo es un punto en la nada

 

El gordo no sabe quién es Kafka,

Onetti, Lévi-Strauss, Vasconcelos

ni Sir Thomas Browne

 

Su fuente para el no olvido

son las redes sociales

 

Y es mi vecino y toca la puerta

 

Nunca le abro

 

Luis Daniel Pulido


miércoles, 6 de octubre de 2021

DECLARACIÓN DE FE (PARTE DOS)


 

“¿Y no te duele cuando te lanzas?”, “¿Cómo le haces para jugar si estás casi ciego?”, ¿Y sobre tu nuevo diagnóstico, te preocupa, te entristece?”, son algunas preguntas que leo por WhatsApp cuando me desaparezco y tengo que explicar cómo está el asunto. Creo que el ruido que acompaña al miedo cuando te diagnostican una enfermedad se asemeja al que, después, haces cuando escribes con furia o dolor o desesperación. Me hice solo, a golpes, me formé leyendo en bibliotecas públicas, conocí lo mejor y lo peor con la gente en la calle; en la escuela –ese código de referentes aspiracionales y ambiciosos– no me permitieron abordar los miles de barcos que imaginaba, se me obligó a pisar los paradigmas con los que se enloda al mundo, un sistema donde nadie sale limpio, que quemó alas y niños que algún día lo fueron, que se volvieron indiferentes a las cosas sencillas y fueron capaces de matar en la locura desatada por el dinero, las ofertas y las compras. Me duelen, claro, muchas cosas: el cuerpo, los ojos cuando leo, el señor que cruza la calle y me maldice porque me atravesé en su camino, cuando voy por una pelota por lo alto, mis perros cuando no los veo, mi madre rodeada de flores en algún lugar cerca del mar y a la que no puedo abrazar, mi hermano Marco convaleciendo en la Ciudad de México. Me duele saber que ya no puedo regresar a casa. Ya no tengo casa. Tengo, aún, mis manos fuertes que atajan, tengo un ojo que me guía, mucho coraje y valor, una piedra que lanzo a mi mano izquierda para ver la epifanía de surcos donde arde el destino.

 

He de salvarme en el césped de una cancha de futbol, feliz, partiendo la tempestad donde te encuentras. Porque tú eres mi hermano, mi hermana, ahora que la portería es todo lo largo de mi planeta, el que veo en la sonrisa de los niños que me chutan al terminar cada juego en el Tec de Monterrey. ¡Venga!

 

Luis Daniel Pulido


lunes, 4 de octubre de 2021

A CIELO ABIERTO CON BARCO A LO LEJOS


 

Para mi hermano Marco Pulido y mi sobrina Ana Pulido Rull

 .

 

Mi casa es el lenguaje, es lo que me heredaron, el faro cuando caminé a ciegas, solo, sin familia y amigos. Una tierra que no propicia el cinismo ni la codicia, amurallada por el silencio y el acento que reposa en un inmenso mar en calma. Que me destinó al destierro en la patria de la miseria, donde las palabras se arrastran, brotan como gusanos de sus muertos. Mi casa es el lenguaje, su horizonte de luz que se refleja en pequeños charcos de agua, lo que no me hace igual a ustedes, mi alfabeto con sus urbes y escenarios, a donde voy a jugar y donde nadie me hace daño.

 

Luis Daniel Pulido

CHAMULA`S POWER Y EL INOLVIDABLE DEBUT DE XIMENA SOSA


 

Para mi amigo Jorge Aranda

 

Somos, por historia, un equipo de memoria combativa, con la capacidad de improvisar lo táctico y donde caben mil formas de anotar los goles más bonitos; ayer fueron dos: Daniel Mora, Jerson, Gaby Constantino y nuestra joven compañera: Ximena Sosa, las puntas de lanza que hicieron posible esas anotaciones con las que empatamos el juego.

 

     La tarde, soleada, florecía con su color sobre el césped, esa alfombra que asemejaba la autopista que veíamos por la ventana del auto en los años 70. Yo, desde la portería, incluso, tarareaba una canción de Bob Dylan. No era para menos, hubo una conversación previa entre Jorge Aranda, Luis Sosa y la joven Ximena: “¿Quieres jugar, hija?”, le preguntó Jorge a Ximena. “Sí”, contestó feliz Ximena y mostró sus zapatos con los que juega fut en su equipo. Un papá preocupado por el tonelaje del contrario intentó disuadir a Jorge y Ximena: “En otra ocasión, están muy grandes, la pueden golpear”. No sé qué pasó después porque el árbitro ya nos llamaba para empezar el segundo tiempo. Corrí a mi portería y Jorge hacía lo mismo detrás de mí y escuché: “Si quieres jugar, hija, vas a jugar”. Hasta ahí mi testimonio. Lo demás fue lo más lindo que he vivido en una cancha de futbol: “¡árbitro –alguien gritó desde la banda– cambio, va a entrar la niña!”. Y así entró a la cancha Ximena. Tres desbordes y una asistencia a gol.

 

     Perdimos con un gol de último segundo, pero los gestos del esfuerzo de cada uno, asociado a los recuerdos y recuento de tantos trofeos ganados, siempre nos unen al final de cada juego en un abrazo fuerte y con palabras cálidas de agradecimiento por lo hecho en el campo.

    

     Esta vez en especial para Luis Sosa, papá orgulloso, y a mi amigo William, que después de 36 años de haber sido campeones en Cancún con el Tec Regional, volvimos a jugar juntos.

 

Gracias por tanto, Chamula`s Power.

 

Luis Daniel Pulido


lunes, 6 de septiembre de 2021

DE LAS PLAYAS COSTERAS DE GIORGIA, ESTADOS UNIDOS, AL ROJO DE LA TARDE EN TERÁN


 

Mi infancia en St. Louis es cierto matiz de rojo ladrillo, un rojo oscuro, casi melodioso, sombrío, veteado de azul. No me refiero a la real, sino a la falsa infancia que se extiende desde el despertar de la conciencia hasta el día en que abandonamos el hogar para irnos a la universidad.

Harold Brodkey

El futbol es un trayecto de recuerdos compartidos, de nostalgia que se construye con el primer balón que se toca de niño hasta el último día de nuestra vida: una postal de invierno, amigos que esperan el sol en la madrugada, mujeres bonitas, una autopista y la radio del coche y el relámpago que se rehace en la tormenta, la grieta de luz que ilumina la memoria.

Después de un juego donde sorteamos las circunstancias turbulentas del clima y de la edad, ganamos, y por eso pudimos retomar la conversación donde nos quedamos en el último juego cuando fuimos jóvenes. Ayer fue mi amigo César Maturana. Una misma vida en geografías distintas. Esa bandera de aventuras que sale a ondear para los amigos y bebiendo algunas cervezas. La cosa va más o menos así:

Mi amigo César M. emigró a Estados Unidos a estudiar la Universidad. Al Estado de Giorgia. Conoció muchas mujeres bonitas. Rubias en su mayoría. Y es que las rubias son corriente que te arrastra, pulsaciones sin matices, la vida o la muerte. Mi buen amigo, que no es un renegado a las glorias de ayer, hoy y las que vengan, se hizo novio de la más bonita de su Universidad. Calvo con suerte, o como me dijeron a mí “no ando contigo porque seas guapo, que no lo eres, sino porque estás curiosito”, logró semejante hazaña. Pero, maldita sea, los años escolares duran lo que un pez fuera del agua, por lo que el buen César M. se tuvo que regresar a México, a Chiapas, a Tuxtla Gutiérrez, a la casa de sus padres, al ancho continente de amigos y familiares, a la tierra bendita: la casa que se lleva uno por siempre. Y la rubia lloró. No sé si mucho o poco. Pero lloró por su negrito.

La vida, que al contacto con el lenguaje, se escribe y eso hago, se desplaza en corto, a lo que César M. nos cuenta casi al oído: resulta que la bonita gringuita fue, primero, Miss Georgia; después, Miss América; y después, embajadora de los concursos de belleza del mundo mundial. Y en ese mundo mundial no podía faltar Chiapas, Tuxtla, pues. Y la gringuita viajó a donde se comparte el pan, el canto, la vida después de jugar futbol.

César M. dudó que lo reconociera después de algunos años, pero no pasó eso, al contrario: al entrar al restaurante donde fue la cita –ella como si se sumergiera al mar y él como si escalara una montaña– se besaron. Un detalle: ella ya era casada. Pinche gringuita. “No mames”, dijimos todos.

La gringuita se fue. Y para siempre. Y el buen César M. se enamoró de otra mujer muy bonita de Costa Rica y viajó hasta allá y se casó. Buen chico. Ahora tiene dos hijas muy bonitas. Pero, otra vez ese “pero” que provoca otra serie de  preguntas y respuestas que nos lleva a veinte años después: César M. se divorcia.

Lo que sigue –y acá me digo: los caminos del amor son caprichosos y extraños– fue como desconectar la rockola y escuchar el impacto de un pequeño meteorito en el mar.

Ahora ando con una de Terán nos dice César M.

Ah, Chiapas siempre en nuestro corazón.

Creo que ahora sí César M. encontró el amor. O eso le deseamos todos sus amigos.

¿En Terán, hermano? ¡En Terán, hermano!

 Luis Daniel Pulido

 

 


sábado, 28 de agosto de 2021

VIVE, MARCO, VIVE


 

Después del infarto, mi hermano Marco Pulido –con un esfuerzo que sobrevuela continentes y poblaciones de palabras frágiles– me escribe una breve carta. Y la leo y lloro. Y se abren puertas a lo desconocido: la angustia, el miedo, la soledad y su gloriosa excepción: la esperanza.

Un avión de papel hacia el crepúsculo hace de luz en mi ciudad. Señal de que ya puedo salir a navegar.

Vive, Marco, vive.

Luis Daniel Pulido


domingo, 22 de agosto de 2021

¿QUIÉNES SOMOS?



Cada quince días nos reunimos para jugar futbol en el Tec de Monterrey. El césped natural y sus coordenadas de aguafuerte, siempre, a la altura de la Historia y lo que pasa en la cancha: un grito de “corre”, otro de “marca”, o “suéltala antes”. Y el profe Marroquín, a veces asertivo, en otras sarcástico, pero siempre presente con la orden inteligente para la ruptura de los hilos de lo táctico. Así sea una simple cascarita.

Soy testigo que un ligero movimiento, un cambio de posición altera la percepción y desarrollo de una jugada. Soy portero. Vamos, le echo ganas. Veo de un solo ojo, caray. Pero desde ahí soy feliz viendo a mis amigos.

Cada quince días nos reunimos a jugar futbol para disfrutarlo desde la edad: mañanas luminosas acompañados de hijos, nietos, un angelito que superó el cáncer: Marcela Coral Ruiz Mora, te queremos.

Y si el tiempo y las ocupaciones lo permiten, nos vamos a la casa del doctor Jorge Aranda a celebrar y recordar los años que jugamos en la alta competencia. Fuimos, cada uno desde su momento, los mejores. Y así, desconectados del ruido de la ciudad, de los conflictos del presente, del dolor de ver que el mundo arde, cada quince días jugamos futbol desde la ingenuidad y la alegría.

Somos, orgullosamente, Chamula´s Power.

Luis Daniel Pulido