sábado, 30 de marzo de 2024

MANIFIESTO PUNK CON BOCADILLOS GOURMET


 

Yo no tengo nada, no heredé bienes,
no tengo una lista detallada de géneros literarios
en los que hago mi trabajo,
no conservo el dominio de la atención a los sucesos trágicos,
pero tengo amigos que le han pasado encima a Polonia
jugando futbol o al menos esa impresión me dan,
por su seguridad o simplemente por consumar la conducta
económica del “ganar o ganar”,
circunstancias, las mías, de tener unos pesos
haciendo publicidad o correcciones o asesorías
para darle su lechuguita a la consideración, los estímulos,
las satisfacciones inmediatas, el ocio
En una de esas me convierto en uno de ellos,
sociólogos de la paz y la violencia,
proveedores de periodistas en Chiapas
Pero no vine a eso,
a honrar el riel de la tambora,
a doblarle las manos a los hoteleros,
vine –porque me enviaron un video–
a escuchar lo que dijo María Asunción Aramburuzabala,
y platicar sobre responsabilidad fiscal y burguesías
evasoras y que no todo dinero es mal habido
Y es cierto, como tan cierto es que yo estaba
escombrando un terreno y cobraba 200 pesos,
y no sé qué hago aquí picando bocadillos modernos,
si tan sólo soy un hombre sudoroso
y sin la gracia de Dios –por poner un caso–
de no ser el maldito Caballero de la Noche
Luis Daniel Pulido

miércoles, 20 de marzo de 2024

ODA Y TRIBUTO A JUDAS PRIEST (EL VIVE LATINO QUÉ)


 

Que mucha lucha social,
penúltimos conciertos de rock mexicano,
indie, corridos tumbados,
responsabilidad afectiva,
lenguaje inclusivo
Va que va –digo
Y la música nueva
y el vinito tinto
y oraciones por Palestina
(estoy de acuerdo)
Pero, damas y caballeros,
niños y niñas,
el MeToo y la memoria colectiva,
This is not Natalia Lafourcade
El mundo es otro,
las chicas Almódovar,
el clasismo y el top ten,
lo estimado y desestimado,
el caos
Hasta que vuelven mis viejitos
con nuevo disco bajo el brazo,
¡Judas Priest in da jaus!
Y lo que me dice Gina:
“por eso no tienes novia”
Va que va –digo
Mi papá no es el suegro de América Latina
Ni que fuera Chayanne
(Mejor chango)
Y vuelvo a escuchar Invencible Shield
Destapo mi Ensure
Luis Daniel Pulido

NADIE ME OBLIGÓ A PARTICIPAR EN LAS GUERRAS (Y PERDERLAS)


 

He vivido por años en una nube
o en un lugar remoto o en silencios inexistentes,
en algún punto allá en el cielo
mientras las cosas pasan:
la ratita de Navidad en los basureros,
el maestro de español y su amargura
por no ser un escritor famoso,
el abrazo de Acatempan,
el acceso universal a los mitos
de la izquierda y sus zares
que se enriquecieron en Chiapas
Alguna vez escribí sobre ello
y los confronté
y me respondieron
“nueva foto de perfil en las redes sociales”
Pero volví a mi mundo o a mi planeta,
a un pueblo ajeno y sus 40 grados de temperatura,
una cerveza
A las canciones de rock como respuesta a todo:
la crítica de Nietzsche al cristianismo
y la participación de la concurrencia
en las elecciones y el instinto que tienen
algunos animales por la sangre
Es decir: todo pasa y los peces no pueden respirar
Y las puertas se cierran
Luis Daniel Pulido

viernes, 15 de marzo de 2024

EL MELANCÓLICO POEMA DEL HOMBRE VERDE


 

Ya no puedo decir “en multitud de ocasiones”,
ver semidesnuda a Sigourney Weaver,
el sueño que me provoca el cartel del Vive Latino,
el piano sutil de una canción a lo lejos
sin bostezar algún vestigio de sol
o de tormenta o de viejo cuaderno
La vida ya no va en los discos dobles
preferidos: el Made in Japan de Deep Purple
Ese de Rainbow con Ronnie James Dio
en Alemania y su portada de Quijote sonoro
o de Obsceno pájaro de la noche
Tiempos idos de comerciales inolvidables:
de Nike y Reebok
Uno de Coca Cola con la canción de Simon and Garfunkel
Y yo de niño viendo en la tele al Hulk
de Lou Ferrigno
Y pararme y gritar como el hombre verde
Hasta que mamá servía la cena
Luis Daniel Pulido

sábado, 9 de marzo de 2024

MAMÁ Y PAPÁ

 


Mi padre tenía cincuenta y dos años
y mi mamá quince cuando se fueron a vivir juntos
a la Terra Incognita, a un cruce de senderos,
al Libro de la Selva
El amor no era un ramillete de flores,
pero sí una enorme casa de puertas abiertas:
pájaros heridos de muerte,
el silencio cómplice o de agradecimiento
de una joven huérfana
Que no sabía de abortos ni de la píldora anticonceptiva
ni de trenes que llegaron del norte
ni de exégetas de la vida moderna
Tuvo hijos de luz y sombra,
no supo evitarlos
Y siguió siendo niña y escuchaba radionovelas
y mi papá le enseñó a escribir y leer
y un día, ella, me llevó a ver películas de luchadores
No conoció a su papá ni a su mamá
ni el Empire State ni de qué iba la Segunda Guerra Mundial,
pero hacíamos aviones de papel y bombardeamos
las reglas hegemónicas de la educación pública
“Te voy a contar un cuento….” me dijo todas las noches
No tuve abuelos
Mi padre ya era viejo
Y mi madre me enseñó a pelear,
a caminar sin miedo la tierra silenciosa
que deja la muerte
Y Conan El Bárbaro
Que buscan un ojo en el fulgor de las estrellas fugaces
Luis Daniel Pulido

domingo, 3 de marzo de 2024

TESTIMONIO


 

Perdí la vista de mi ojo izquierdo en el año dos mil. No me atendí de inmediato ni tuve conciencia de ello. Estaba en el punto, o en uno de mis puntos más altos de mi adicción, y vivía solo en un departamento que convertí en un basurero: papeles donde escribía tirados en el piso, latas de cervezas, botellas de whisky vacías, cristales donde picaba la cocaína, cedés de música rock, ropa sucia. Dos o tres meses después un buen amigo fue por mí y me llevó al oftalmólogo y la noticia fue terrible: el nervio óptico estaba muerto y por “simpatía oftálmica” afectaría al otro y quedaría ciego totalmente en un año. No pasó eso, aunque sí, la vista de mi ojo derecho, al paso de los años, se ha deteriorado. No lo que se diagnosticó gracias al apoyo de tres grandes amigos: Jesús Estrada Montesinos, Jorge Aranda Tello y Héctor Cortés Mandujano.
Veinticuatro años después sigo con esta batalla y parece que ahora sí la luz va abandonando las ciudades que construimos bajo la tenue luminosidad de un mar de fondo que se ajustaba cada año al avance de una manada de bisontes. Lo escucho.
Nada me impidió leer, escribir, caminar las calles y pegar mi fanzine con mi discurso antisistema, el futuro promisorio e inalcanzable de los Sex Pistols, una voz que poco a poco me instaló en las repisas de libros de poesía. Pero nunca, jamás, negué a Motorhead. Su espíritu está ahí.
Me hubiera encantado seguir jugando futbol, pensar y diseñar otro libro, mío, pues nada tengo que ver con el canon chiapaneco. Y su tradición anquilosada. Sus interiores, los reales y los imaginarios, de héroes fallidos.
Veinticuatro años después de que no se cumpliera aquel terrible diagnóstico sólo tengo que decir que todo ha sido maravilloso. He tomado fotos ciego, contando mis pasos, intuyendo el encuadre, habitando y deshabitando la luz y el movimiento, subrayado el silencio del sol cuando me da de frente. Hasta he aprendido a respirar el movimiento de las caderas de una mujer bonita que pasa a un metro de mí, el vértigo de la belleza que el mundo niega.
Gracias a mis amigos de Chamulas Powers, a los del Tec Regional de Tuxtla Gutiérrez, por regresarme a las canchas, a oler y pisar el césped del Tec de Monterrey y también pisar y jugar en una cancha de tierra que es de donde vengo: de la sangre y las heridas y las fracturas expuestas, a no tener miedo a lanzarme en un terreno baldío lleno de piedras.
¿Si estoy preparado? Claro que no. Hay orillas hacia las que nunca nado. Pero la certeza es como la piedra que se va erosionando y que como la piedra misma, ya no estaré aquí advirtiendo un mundo nuevo para nadie.
Luis Daniel Pulido