viernes, 31 de diciembre de 2010

EL CIELO PUEDE ESPERAR




Ramona Flowers camina hacia mi casa para esperar conmigo el año nuevo

A la memoria de mi papá, Don Vicente Pulido, que venció bandoleros en Chihuahua y toda la galaxia

Soy un hombre que busca una patria,
un relámpago, una bala,
algo que sea irrenunciable
como mi amor por las mujeres,
que tenga apostadores y rufianes
y no acuda a los cuartos de tono,
a himnos con palabras

Que tenga playas de oleajes somnolientos,
horarios de vuelo a todas partes,
niños que lancen superhéroes de Marvel
sin ser vistos, fanzines monocordes
como las tardes de domingo en la Plaza
de Lesseps

Soy un hombre, pues, que busca una patria,
altiplanicies o litorales para decir “esta mujer
es mía”

Y beber whisky y encender Habanos
en señal de que la luz –de neón o de bengala–
es también la ceniza que cae y desde el aire
da pan a los hombres cuando anochece y llueve


lunes, 27 de diciembre de 2010

MI NOMBRE ES SCOTT PILGRIM Y NADIE ME QUITARÁ A LA CHICA DE MIS SUEÑOS

Ramona Flowers & me

Pelearé por ti a muerte y el amor
–esa ciudad que imagino y donde
me das besitos, besitos– se iluminará
como una sinfonía sobre un sándwich
de orquídeas

Que el hombre se repite, dice Zweig,
Cioran, Paz pero también el Game Over

Lo que importa: Hay un desierto bajo el agua
que me permite abrir los ojos

Muerdo el fruto

Mis dientes cercenan la piel
de la fruta y la pelea empieza

Fight, fight

Kim hace el conteo uan, tu, uan, tu, tri
y la música –que se toca desde el hambre y la furia–
da a mi favor mi primer knock out

Lo siete ex siniestros y un hermano furioso
me rodean, y yo me siento a escribirte
canciones de tres acordes

Viajamos al espacio y pinto en tu pancita
los ojos, la nariz y la sonrisa de un niño
concebido después de comer un millón
de manzanas rojas

Y yo, feliz, me pongo mi playera
de Smashing Pumpkins y espero
la señal

Fight, fight

Nadie me quitará a la chica de mis sueños

viernes, 24 de diciembre de 2010

EN UN MOMENTO VUELVO, SALÍ A CAZAR TIRANOSAURIOS




A los niños que van hasta Japón, patean traseros y rescatan princesas

Me invitaron a escribir en una revista para niños. Lo he pensado. Y lo he hecho con palabras, con los ojos abiertos, con los ojos cerrados, con los ojos hundidos en las profundidades del poema homérico, a simple vista, con números y naranjas, y no lo voy a hacer. Lo mío es cazar tiranosaurios, levantarles la falda a las niñas, caminar sobre el mar al aprenderme sus nombres, calzarles pantuflas con la suavidad de las luces de los comercios cuando cierran.

No escribo –me dije– para niños que razonen si esto es bueno o malo, que caminen delante de su patria, que se vean como el punto más alto porque papás, maestros y editores digan que son como huevitos a punto de romperse. Qué pena.

Yo soy despiadado y más cuando quiero estar contigo niñacocodrilo que le temes a los tiranosaurios, al sonido del tren cuando salpica con sus llantas la sangre de las ranitas aplastadas.

Quizá no deba manejar sin lentes el tren de la medianoche, pero es divertido, aunque sé que esto me hace impublicable.

Ahora, si te alzas la falda más arriba de las rodillas, y si mi actividad –donde recién llueve– me lo permite, escriba un cuento para niños “buenos”, de esos que creen que los animalitos hablan.

Pero no, esa es la diferencia entre tú y yo: tú coloreas los animalitos, yo los hago cachitos y me los como.

Pero déjame pensarlo. En un momento vuelvo.

Me voy a cazar tiranosaurios, y de paso, incendiarte tu iglesia.


martes, 21 de diciembre de 2010

LA IMPORTANCIA DE LOS TIMBRES EN LAS PUERTAS

Foto: El Tapacholos


A Mayolix Estrada, la niña bonita que vino de Tijuana para decirme ¡Hola Oso!


Ojalá volvieran los días cuando tocabas
mi pancita y soñabas con volverme grillo,
cuando viajabas a Tijuana y yo, desesperado,
atravesaba un sinfín de ejes viales pidiéndote
que no te fueras, que me era imposible soportar
ese disparo de quince días sin novia bonita
que me dijera cuánto te quiero

O tus mensajes desde el aeropuerto, que al igual
de los hoteles sin cuartos, te dejaban con tu libro
de Murakami sentadita en la sala y tecleando perfiles
de la vida moderna, entendiendo que no hay Tijuana
totalitaria ni novio más importante que un tal
Luis Daniel Pulido

Ojalá vuelvan los días cuando me abrazabas
y me decías que era tan grande como Wagner,
polemista como todo niño insoportable,
amniótico porque jamás acabo de crecer
y armenio –palabra sugerida para no decirme
sociópata o mamón– cuando decidía no hablarte

Ojalá vuelvan las tardes cuando te escribía un libro
y te mostraba los avances y tú me comprabas helados
de alguna franquicia importante y yo adivinaba el sabor
en tus labios y cerraba los ojos y amanecíamos en un auto
de lujo, contigo pellizcándome y organizando mi entusiasmo
para que no soñara demasiado

Ojalá vuelvas como vuelves en mi cumpleaños,
para desearme suerte, para decirme que no me apene
por mi ojo perdido, que regresarás y algunas veces
no será necesario que lo note

Que estarás en mi corazón por siempre
y por eso ya compraste Blackberry y sala,
recepción y lo más importante: timbre en la puerta


lunes, 20 de diciembre de 2010

LA BALADA DEL CABALLERO DE LA NOCHE*



Algo hay de cierto cuando digo te amo,
ya que no padezco de fenómenos generacionales:
Ni hippie ni tecnócrata ni revolucionario,
siempre –rayo fulminante– conservo en mis puños
el hematoma y la giba contra la falsa libertad
del pensamiento de protesta

No creo en la voluntad romántica del socialismo,
tampoco en la obvia travesía de los capitales,
aunque prefiero Cancún o Los Cabos,
ese título particular que dan las mujeres bellas

No quiero desmitificar la Conquista,
quedarme atrapado –contigo o sin ti–
en esa porción de ingenuo chantaje;
quiero romper a patadas o golpes
los agravios que dan fisonomía
a la historia que nos cuentan:
hacer perceptible, en cada orgasmo,
la sangre que como una nube de nervios
desciende por mi pecho

No puedo decir te amo sin dar, mínimo,
veinticinco panes amargos a los perros del alma;
no puedo desaparecer la sed que tengo con poemas
de agua dulce, mucho menos con el zumbido del río
a punto de desbordarse

Quiero la crueldad del niño que no tiene interés
por la vida, su falta de precaución, sus ojos aislados
del mar, lo que recorta y resguarda bajo una caja
de crayolas y no muestra a nadie por el riesgo
de convertirlos en aviones que caen

Luis Daniel Pulido

20, diciembre, 2010

*Del libro autobiográfico Prohibido degollar patos

viernes, 17 de diciembre de 2010

DICIEMBRE ES UNA PARED (Y TAMBIÉN UN NIÑO ZOMBIE)




Me dijeron que a pesar de todo la vida sigue,
que debemos encontrar pistas nuevas,
otras ciudades, otras filiales

Olvidar la sangre de nuestros pies
en el desierto nacarado de la voz
entrecortada

Que el perdón no se encuentra
en los manuales de historia,
en las estepas del Génesis,
sino en el polvo que reposa
bajo la luz de bodegones
y trastiendas

Me dijeron que debo irme,
que ha sido suficiente,
que ya no lance monedas
a la fuente

Que las apelaciones no tienen
valor sin un punto geográfico:
nada de viajes a otros mundos,
mucho menos cifras en un tenor
menor a lo acordado

Que me vaya por la única calle iluminada,
sin ver atrás y sin condiciones que salten
a la vista y hagan evidente que hay días
que la memoria no quiere levantarse

Quieren que tome mis cosas y me vaya,
y lo haré el lunes cuando cumpla
mi segunda semana de no afeitarme

Hoy tengo sueño

Mucho sueño

Y sí, ya no los recuerdo

miércoles, 15 de diciembre de 2010

TAQUITOS AL PASTOR


Me dijeron: –Ese gordito, ¿tú eres el del cumpleaños?
Y yo, capaz de reconocer al elegido entre un millón
de elegidos, dije: –Sí

–Venimos a darte placer–, dijo la de la izquierda.
La de la derecha exclamó: –mjú– lo que los buenos
entendedores saben significa “Hazme lo que quieras,
Luis Daniel”

La de la derecha, con cierto aire de nota musical,
se desvestía y yo abría la boca como pececito
fuera del agua

La de la izquierda puso su boca en mi boca,
su lengua en mi lengua, su hilo de mar en mi corazón
que estalla y abre las puertas para que el hombre a pie
emprenda el vuelo

La de la derecha llamó a la de la izquierda,
y se juntaron y se besaron frente a mis ojos.
Lo demás se dio y sembré, en ambos cuerpos,
un eucalipto y les escribí una carta sincera:
A nadie amaré más que a ustedes



domingo, 12 de diciembre de 2010

LA MELANCÓLICA VIDA DEL NIÑO VAMPIRO



Te voy a contar del día que desperté y era vampiro. Mis ojos de shock hipobolémico demandaban con urgencia a quién protestarle. Voy –los colmillos aún no salen en la foto– a chuparte la sangre, dije; y reí y mi risa subrayaba en rojo las curvas de Ninel Conde.

Mis orejas, ay mis orejas, puntiagudas, abarcaban de Rosarito a las costas de California y por eso en casa teníamos televisión por cable.

Descubrí, entonces, que tres equis juntas nada tienen que ver con negocios de jardinería, sino con hacer vampiritos calientitos como panes salidos de los hornos de dos cuerpos sin ropa, con mujeres idénticas al del Playboy Channel después de las doce de la noche.

(Es importante que no cuentes esto a tu mamá ni a quien más confianza le tengas. Sólo mira).

En mi nariz, por ejemplo, se montaba una abeja y al mirarla hacía bizcos.

Con la abeja aprendí el arte del susto.

¡Bu! Y la abeja se transformaba en una bolita de plomo que haciendo el trayecto de oposiciones, tal como lo hacen las hojas secas en otoño, caía muerta en la calle.

Y así me la pasaba todo el tiempo: Bu, para comer; bu, para beber; bu, para besar una linda chica; bu, para ganarme diez en matemáticas; bu, para verte las piernas.

Y como tampoco sabía a qué ciudad cantarle mis éxitos, escribí mi propio himno vampiro

HIMNO VAMPIRO

¡Bu! Bu bu bu bu bu buuuuuu
¡Bu! Bu bu bu bu bu buuuuuu
¡Bu! Bu bu bu bu bu buuuuuu
¡Bu! Bu bu bu bu bu buuuuuu
¡Bu!

Es bonito despertar y tener capa, cejas capaces de almacenar un lobo, tres triqui trakes y una luna llena, colmillos con los cuales escribo mi nombre en tu cuello y además un abuelo que se llama Bela Lugosi.

Y lo mejor: No ir a las aburridas reuniones de la iglesia.

¡Mamá, por favor, soy un vampiro!

*Del libro autobiográfico Prohibido degollar patos

jueves, 9 de diciembre de 2010

HASTA QUE NUEVA YORK NOS SEPARE


The Japan Photo Project

A Nadia, mi rock


Hemos estado juntos tanto tiempo
y hemos sido amorosos, duros, gentiles,
irremplazables –cada uno– con sus ideas,
en los giros, incluso con la ropa que llevamos
puesta, los libros marcados en el estante,
nuestra fecha de cumpleaños

No sé si llegaste a odiarme,
y no te culpo. Soy tan infantil
hasta en el criterio más inteligente;
ya sabes, odio las guerras que no provoco
y por eso me da la gana lanzar dardos
desde los balcones de la calle

Discutimos, efectivamente, sobre el amor
y algunos episodios de tu novela,
sobre cuántas bolsitas de cocaína
ayudaban a sostener nuestra felicidad
heggeliana, el sol de una ciudad importante

Discutimos y nos reconciliamos un día cualquiera,
aprovechamos el hierro utilizado en nuestras batallas
para construir flotas de diez mil naves

(Hablo de salir al mar con ellos,
no de escribir novelas bien informadas)

Seguimos juntos y diseñamos,
desde 1989, ese primer día
contra la melancolía

Adiós al trueque, al mérito a la gran obra
de arte, a los centros históricos,
al gran lector de antropología,
marcha e historia

Hemos estado juntos tanto tiempo
y hemos dejado atrás revoluciones
insípidas

Hoy, por ejemplo, iremos a comer bísquets
al barrio chino, y yo le prenderé fuego
a eso que llamas patria y su insoportable
necedad de no ser nada

Y no permitiré que llores,
sabes que no me importa
si después de eso no me perdonas,
y sabes que por la vida que llevo
te amo con la nobleza del criminal
ante su presa

Hemos estado juntos tanto tiempo
y lo hacemos de la mejor manera:
En terreno de nadie

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Y GANARON LOS RUSOS


Leti:

Hoy no fui a la escuela. No sé las razones, pero algo está pasando. La gente pasa a mi alrededor, corren, dicen que no me levante, me tocan la frente y me ponen un tubito con rayitas y números en la boca y me ven los ojos y dicen híjole y luego me abrazan.

Acepté no ir. Total, sólo tú me escuchas, y eso es lo único que importa.

En la escuela hay compañeritos que hablan diferente, como con pocas palabras pero que son familiares, cálidas y suficientes. Por ejemplo, tú me dices: –Chincho, Chincho, pasa a la mesa y merienda conmigo ¡Ándale!

Marina, la de voz ronquita, me dice: –¡Pasá, pasá! ¡Comé, comé! – Así, con acento. Su mamá es muy inteligente y yo a Marina le digo de cariño Marimba, Marimba Ileana.

El profesor Javier Galazzi no es futbolista, aunque su nombre indique lo contrario. Da su clase y nos regala unos minutos más. Siempre ve al cielo y a veces creo que se queda dormido; pero no, sí me escucha y me dice que lo que escribo está bien, muy bien. Cuando no le parece algo me dice por qué, pero lo más sensacional es que concluye con una frase que de sencilla es muy edificante: –Vos tenés la última palabra.
Yo digo que es un remate porque su nombre si es de centro delantero goleador del River Plate de los años ochenta.

La que no me habla y me ve feo es Mayo, la niña bonita que vino de Tijuana, y todo porque le mentí cuando me preguntó si bailaba salsa. La verdad es que mi variedad corporal le quedó a deber.

Ella me invitó a bailar y el baile acá es un fenómeno que específica competencia y premio, así que empecé a cuidar su alimentación. Le dije: –No comas mucho porque te empezaré a decir gordita. Pero se enojó. Incluso se cambió de colegio.

No me siento mal porque hace poco un amigo me dijo que se ve muy bien y que adoptó muchos niños de la calle porque –me cuenta– siempre le dicen “adiós mamacita”.

Yo vi uno que se lo dijo pero no era un niño, es más, cuando lo observé con detenimiento me preguntó “¿Qué me ves, ojitos de tortuga?” Y yo no tengo ojitos de tortuga ¿O sí?

Hoy entiendo que no todo lo bueno se da inmediatamente. Y qué bueno que ella está bien, que todos están bien.

Quizá mañana sí regrese a la escuela a practicar mi especialidad: el beso francés detrás de las puertas.

Ya hay muchas niñas apuntadas que quieren ir conmigo al mundial de fut a un lugar llamado Rusia.

Y yo, que soy un muchacho generoso, las llevaré conmigo.

¡Pasajeros al tren!

¡Pasajeros al tren!

domingo, 5 de diciembre de 2010

TE VOY A DONAR MI CORAZÓN*

Foto: Tapacholos


Leti:

Escuché mi corazón con un estetoscopio. Mi máquina del tiempo, mi propio dibujo de la vida. Esta inmensa parte del mar sin rocas, con oleajes difíciles de escribir y demasiado azul para lo que dice en dos minutos el médico y su cadena de recetas.

A mi corazón, por lo que entiendo, se le mueren por las noches de dos a tres cosas que no te he dicho, además, se cubre de hojas y por ello mis manos son dos astros color violeta.

Aquí, entre nos, el estetoscopio me lo regaló el médico para que al ponérmelo en el pecho sigas escuchando lo que veo.

Dice que te lo escriba, que no disminuya la velocidad y aún cuando a los veinte minutos me dé cosquillas en los oídos, me aconseja que te deje sola por unos momentos para que aprendas a navegar por ti misma.

Eso me entristece, pero a veces, y como están las cosas, sólo podremos tomarnos de una sola mano, de un sólo latido.

Y según, cuando mamá llora, es porque quizá mi corazón se hará chiquito, chiquito, hasta desaparecer y ¡pas! el universo olerá a brisa, a hierba, a árbol de navidad.

Entonces, Leti, estaré en otro lado, con mi estetoscopio y tus canciones y apresurado, siempre apresurado por escribirte un montón de cartas.

Eres muy bonita y te quiero mucho.

Toda la vida.

Desde Pulidín City

Chincho, like a rolling stone

Posdata: Quizá no te lo dije, pero eres mi única amiga y no tienes cara de papa y algunas veces vi tus calzones mientras simulaba una lesión de rodilla y en mi casa no me dicen Chincho sino Spider Man y sé que fumas marihuana y sí, soy el mejor portero del mundo.


*Del libro autobiográfico Prohibido degollar patos

martes, 30 de noviembre de 2010

LA ÚLTIMA TRAVESURA DE BART SIMPSON

Ilustración: Edward Gorey


Lo prometo, me voy a portar bien. Me sentaré en la sillita de madera pintada de verde, ya que no toda travesura queda camino al aeropuerto, ni soy el paracaidista con trajecito del Capitán Trueno.

Soy una repetición de malos modales, el teléfono rojo en emergencia después de golpear a cinco hombres que me acusaban de robarte los treinta y nueve pesos de tu revista, cuyas líneas borrosas escritas por pensadores “transparentes” me señalan como el único culpable.

Entiendo que no puedo hacer nada contra tantos hombres atados a la cruz, acaso sembrar un árbol con mis ojos un poco tristes, y evitar que cuando se deshoje veas relámpagos y tormentas.

Puedo no moverme, empaparme de sangre y preguntarte si para el perdón celestial es suficiente, controlar a los dragones que recorren mi espina dorsal, someterlos hasta convertirlos en dendritas, esconderlos en las fundas de mis discos de Nick Cave o prenderles fuego, pero un fuego improvisado que hurgue hasta el fondo de lo que crepita: el mar que comienza a perderse por más que abra los ojos y en cada parpadeo te diga te quiero y la sillita verde no sea el veloz auto que me lleve a otra parte y siga presente y nadie me declare como desaparecido.

Lo prometo, me voy a portar bien. Al menos este día.

jueves, 25 de noviembre de 2010

RUDOS Y CURSIS

Luis Daniel Pulido, songwriter; Nadia Villafuerte, escritora


Nuestras conversaciones son maravillosas,
tienen ese olor a hogar que dan las bebidas
calientes (o como contrarréplica en un escocés
a salud de la acupuntura y el reiki)

Claro, a veces hablando en serio,
en otras no tanto; con mis manos sobre la mesa,
o bien como Conan the barbarian atraído por lo que
deja ver tu pequeña falda antes de pagar la cuenta,
lo único -y eso tienen los números- que no entran
en el imaginario de nuestras citas y mi look a la
Diego Luna

Los monocramas de las becas tienen esos detalles
significativos: un billete de quinientos pesos
y a nosotros participando -sin pausas, ni rutas,
ni reglas- de las únicas certezas que disfrutamos
como la mejor de las películas: pedir bísquets
con mole, posar para la webcam y comer
los tamales de la abuela

Y todo en tres horas y antes del resumen de la NFL



lunes, 22 de noviembre de 2010

SI ME VES EN LA CALLE, DIME GORDON BANKS


A Nadia Villafuerte, por los libros y las porras
A Marco Pulido, que pagó mi transferencia al futbol inglés


Me pegaron en las manos y me pegaron muchas veces. Leía La vida es un balón redondo de Vladimir Dimitrijevic, y platicaba que chutaba a gol en blancas paredes donde el tedio se hacía nube y dos graffitis juntaban la palabra Mexicaltzingo, aunque algunos leían “somos tus hijos muertos”, y yo, yo no entendía, jugaba para que tú me vieras.

Y buscaba los peces que extraviabas en el agua y lavaba tus manos sucias de tierra.

Me pegaron en las manos, y lo hicieron con mucha fuerza. Mis dedos se hincharon tanto, que tuve que usar guantes. Cambié los chuts por atajarlos, me volví portero y los ingleses reinventaron las apuestas: el arco se cerró para siempre. Mi nombre: Gordon, Gordon Banks.

En el mundial de México 70 le saqué una pelota, impresionante, de la base del poste derecho, a un negrito llamado Pelé. Salí en la tele. Pensaba en ti todo el tiempo.

Hoy ya no me pegan en las manos, tengo dinero y puedo llevarte pan integral, de papa, de ajonjolí, hasta espagueti y vino tinto. Soy un gran portero y no creo que deban arreglarte ese par de dientes chuequitos: me gusta ver que tu boca está a punto de expulsar una burbuja y que adentro vaya un niño dormido con sus guantes de portero.

domingo, 21 de noviembre de 2010

YO TENGO UNA CHICA GREENPEACE

Foto: Tapacholos (Simpson Sicario)


Te he visto viajar, cargar tus libros
en una pequeña mochila negra,
ya que –me dices– llevarlos en la mano
es condenarlos a la parálisis pedante
de los que sí leen desde el punto muerto
de los protagonistas

Prefieres ver bazares,
aeropuertos con un buen número
de aviones que te recuerdan un bar
con igual número de fumadores

Te he visto decirme “adiós, hasta pronto”,
abrir los brazos y regresar tres, cuatro,
cinco veces para decirme lo mismo
y recomendarme que me porte bien,
que nada de mujeres que no sepan
quién diablos es Joyce, Cortázar,
Linchtenberg, Saint John Perse

Que no te engañe, que no sea infiel,
que si lo hago pongo en riesgo la capa
de ozono, que sería antiecologista
y seguro, me partirá un rayo

Te he visto partir, cerrar los ojos
y costear kilómetros de playa
cuando te levantas desde la punta
de tus pies para darme un beso
y, en un flashback activista,
vea cómo las ballenas nos salpican
de agua a unos segundos de tu vuelo

Lo prometo: Seré fiel

Y que las ballenas tengan ballenitas
y los rayos caigan lo más lejos de mi cabeza

jueves, 18 de noviembre de 2010

LA FUGA (¿VIENES CONMIGO?)

Foto: Tapacholos

Primero rodearemos el triángulo de Afar como si fuéramos dos enormes rascacielos neoyorquinos (tu 1.75, sin zapatillas, me hacen ver desde tu vigésimo piso que no tienes ninguna zona cero, todo es carnita)

Luego tomaremos, desde un recuento netamente astrológico y matemático, la suma de todos los horóscopos para que nunca nos falten constelaciones con cientos de miles de estrellas que nos favorezcan a lo largo del viaje.

Me tendrás que dar un beso, y no porque me urja, sino porque sin ello, seguro, seré como un satélite sin radar, un osito tuerto, y eso eleva el costo de la fuga, por mucho.

Me darás tus manos, y verás fijamente el reloj con números romanos. Me dirás datos básicos, de que te gusta y que no, a qué horas el pez del légamo se transforma en dinosaurio y si ya duermes y si estás de acuerdo con este plan que termina con la cita de nuestros hijos con el pediatra y dieciocho hot cakes repartidos en partes iguales.

Sólo espero que mis clases de hipnotismo no fallen, que construyan en un radio de dos por tres, hisopos de nieve o un teleférico de nubes con la otra mitad de lo que quiero escuchar.

Es así que, juntos, a la cuenta de tres, decimos: Y seremos muy felices

Uno….Dos….¡Tres!

martes, 16 de noviembre de 2010

MI GALLETITA DE LA SUERTE

Foto: Tapacholos

Es que me gustas, me gustas mucho.
Tus ojos son bonitos, como negritos bimbo
mojados en leche, una cosa seria,
como cuando regresan los vikingos
al puerto y gritan al cielo tu nombre
y yo guardo en un pañuelo el repiquetear
de las campanas de tu pueblo

Es que me gustas mucho. Algo que no cabe
en un banjo ni en platos repletos de calabacitas,
como despertarse dentro de un círculo mágico
dibujado por tus dedos, los mismos que espolvorean
queso a los chilaquiles, a mi nariz roja, a la hojita de maple
que vino desde el cielo de Quebec

Y me gustas desde hace tiempo;
había, recuerdo, horario de verano
y no teníamos que huir de neandertales,
del agudo olfato del tiranosaurio

Me gustas, y te quiero. Lo juro por Santa Patita
y tres piruetas de motocicleta

Te quiero. Y eres lo que busco:
Mi galletita de la suerte

viernes, 12 de noviembre de 2010

NIÑO CARA PÁLIDA DECIRTE QUE TE AMA

Ilustración: Manuel Lariño



te ves linda con vestido –dije,
pero no quise que me vieras

me convertí en fantasma
cinco centímetros de tez blanca

una bolita de nieve
cuadriculado por una raqueta
de leche deslactosada
de niño tímido escondido
en la bañera

qué frío

sonríes y me derrito
soy lo que queda:
migajas de un bolillo
con crema

¡Oh, mis ojitos se cierran!

empiezan los fuegos artificiales

fiuuuuuuuu pum

fiuuuuuuuu pum

fiuuuuuuuu pum

lunes, 8 de noviembre de 2010

POSDATA: NECESITO UN SUÉTER*

Imagen: Norbi Baruch


A Ivonne Handall, que cuando éramos niños me pidió le grabara en un cassette el Defenders of the faith de Judas Priest, y con ello dejó de pensar que era un gallito de pelea


Viajaré a donde hay mucho frío. Pero antes de irme, escribiré un mensaje en el refrigerador, palabras amorosas con puertecitas para la niña que vino en avión desde Líbano porque allá había guerra.

Si ella quiere verme, leerá el mensaje y abrirá las puertecitas y yo la saludaré izando banderas parecidas a la de un país escandinavo, con mi barba roja y cantando “yo soy, yo soy el Dios del Trueno”, y no importa, ella me lo dijo, que lo haga con la pancita de fuera.

Las puertecitas se abren fácilmente y no dan tanta lata como la espada en la piedra. Así ella puede ver, cuando se prepare un sándwich o tome leche o muerda una manzana, a su explorador con ombligo de rayo epiléptico reconstruyendo su barquito apolillado.

Entonces cerraré las puertecitas, porque cuando tengo que pintar las tablitas más bajitas, mi pantalón no alcanza a taparme del todo lo que la espalda ya no carga.

Una vez terminado de reconstruir mi barco mitad delfín mitad marsopa, el mar parecerá la quinta avenida y le compraré un vestido fashion antiguerra.

Debo contarles que mi viaje es al frío porque el frío me obliga a hacer las cosas despacio, que es como quieren que haga las tareas encomendadas y no ande por ahí pisando flores, rompiendo cristales, gritando “yo sí le voy, le voy al pum pum pum pum pum” y arrancando cabelleras porque antes de ser el Dios del Trueno fui apache y les juro, no quiero sentirme culpable.

Por eso me voy a Groenlandia, y por eso llevo comiendo mole cinco días seguidos.

Pero, Ivonne ¿verdad que tú sí me quieres?

Luis Daniel Pulido

*Fragmento del libro autobiográfico Prohibido degollar patos

viernes, 5 de noviembre de 2010

EL MONSTRUO DEL FRENTE FRÍO NÚM. 28*

Imagen: Alyona (tomada de su Fotolog)


Qué duro es bañarse con agua fría. Con esa media sonrisa en los cristales como señal de que unos minutos antes mordió los dedos de algún niño que no hizo la tarea.

Y es que el frío expulsa con violencia la temperatura de nuestro cuerpo hacia las piezas dentarias del cristal empañado, y una vez en la bañera ni cómo esconderse de esa creatura que algunas personas dicen que es canadiense, pero yo digo que es discípulo de un iceberg.

Es el frío que se roba el alma y la pega como estampita en las ventanas, y te ve, sí, te ve si lloras cuando te bañas.


*Fragmento del libro autobiográfico Prohibido degollar patos

miércoles, 27 de octubre de 2010

LIANG CRISTI Y YO


La recuerdo muy bien porque hacíamos muchas cosas juntos, desde disfrazarnos de planetas que, dependiendo de la rotación de la Tierra, brillaban implacables en literas, hasta de guías que llevan a su pueblo a la gran misión histórica de comer cerezas cultivadas en Marte.

La recuerdo muy bien: su mamá (leer Pollito Card*) hacía las más ricas tortas de ídem sancochado, y sus vecinos –amantes de los deportes prehispánicos– llamaban a su equipo de fut Chamulas Pagüers (no confundir con los Powers Rangers).

La recuerdo muy bien, siempre bonita liderando la escolta o debates de la escuela, y que vivimos a unos pasos de la Alameda.

Recuerdo su viaje a la ONU para solucionar la crisis de alimentos, las vueltas a la esquina para darnos tres besos, las veces que subimos a árboles de eucalipto para darles recaditos de la buena suerte a estrellas fugaces.

Recuerdo el ¡yija! al montar bicicletas en cielos abiertos que jamás permitieron ser calles o avenidas, acaso una postal, una fotografía, el horizonte que nos reinventa.

Recuerdo sus ojos tristes, los ícarus de agua salada que resbalaban por sus mejillas, las redes que desde su mirada lanzaba para atrapar peces o los milimétricos compases de los mares europeos a donde viajábamos a cada rato.

Recuerdo que nos negamos a contener la respiración bajo las profundidades del océano que abría las ventanas, los cuadernos de notas que jamás pasamos en limpio y permanecen con rayados y tachaduras como si amarse nunca pasara de nuestra primera clase de esgrima.

Recuerdo que juntos vivimos los mejores años, y que por ello no la busco en historias de fantasmas, sino en los buzones de los libros que leímos ese año que una tormenta gigantesca se apareció bajo las almohadas y aprendimos a hacer el amor para protegernos, para reescribir –donde quiera que estemos– la versión definitiva de la historia.

Ayer, alguien dijo: Que Dios los bendiga.

Y así escribí esto.


Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; México. Octubre 27, 2010


*Libro editado por la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas

martes, 26 de octubre de 2010

MADRE E HIJO (CANCIONES TRISTES DE DUBLÍN)


Quiero mucho a mi mamá. Por algo, ya sea certeros recortes en estos ojotes sin proyectos modernos de energía o simplemente por lo que dicen los doctores, no le alcanzo algunas cosas que pide: una buena película, un dedito que haga magia, el canto de los pajaritos en el patio.

En las mañanas corremos a ganar una plaza para vender polígonos de dulces, chilitos que te hacen brincar a 300 kilómetros por hora, almendras con sabores que de verdad son de avalancha.

En las tardes, los dos empezamos a perder la memoria.

Caminamos entre dos camas desvencijadas, la mesa donde coleccionamos postales de Nuestro México, un enorme barco de luces apagadas y el reloj que no funciona desde que conserva, para sí, su biblioteca de islas en un folleto para turistas que no vienen.

Olvidó que las playas, en esta casa, desde hace tiempo, nadie las visita.

No importa. Con las manos podemos reemplazar albas costeros por fuegos artificiales que al día siguiente, a la misma hora, nos levantan.

Mamá me pide pan con leche, o me lee un correo electrónico, de los que envían los lectores; también me pregunta si las monedas que juntamos alcanzan para comprarle un buen tinte, ya que en la ciudad donde vivimos se vino la gran epidemia de canas.

Me pone contento que reconozco el sonido de su bastón partiendo en dos el gran ataque aéreo de mosquitos y abejas en esa plaza donde vendemos dulces como madre e hijo.

Mañana, mamá, lo sé, volverán los buenos días.

Hoy duerme. No tengas miedo.

Papá ayudará a derrotarlos.

lunes, 25 de octubre de 2010

DOS NIÑOS BAJO LA SOMBRA DE UNA BABEL DE NUBES BLANCAS


Hoy les voy a contar una historia bien bonita,
de dos niños: él con las manos astilladas
por mantener –en pie– su casa de madera;
ella, con su huesito de nuez que también
llamaba “bunker”.

Ambos tenían pijamas azules,
señal de las buenas cosas de la vida
(la tía Jenny, de New Orleans, las compró
en oferta) esperaban la noche
como si ésta fuera el gran cuarto
de visitas.

A veces, descalzos, corrían
de una gran bestia marina,
de los días agónicos que deja
la guerra.

Él siempre adelante como el Gran Capitán
frente a mares de piedra blanca.
Ella, con los bordes de su falda,
ahuyentando a cuervos que salían
volando con un pedazo de costilla
roída por los perros vigilantes.

El miedo, sí (decir lo contrario
no es lo correcto)
se sentía.

Se compartían etiquetas adheribles
recortadas de raíces, también de medusas
petrificadas de alguna revista británica,
o de la parte de agua más caliente
de un hoyito que pisaban sus pies
en arenas que ya no eran blancas:
eran marcas de tanques,
jardines que nunca dieron flores.

Sin embargo, él y ella, con la ayuda
de satélites o Dioses, escribían
en los muros desgastados de las estaciones
el mismo deseo que puntualmente se cumple:
el de estar juntos y guardando el secreto
del porqué esta es una bonita historia:
Nunca tuvieron casa, pero sí un sofá
y un paraguas con los cuales siempre
se deseaban bonitos sueños.

Y así, de nuevo, empieza esta historia…

viernes, 22 de octubre de 2010

HISTORIA DE UN POEMA BREVE

Foto: El tapacholos
A Victoria M. por la transfusión de sangre que salvó la vida de Spider Man

El sábado leeré textos de una banda sonora
que va por la libre. Ojalá, el tiempo y la visión
particular del teatro, me permitan lo que quiero
hacer: hablar de las pequeñas cosas que son
parte del día, de la prótesis de fibra de carbono
que uso en los ojos a contraviento de los trayectos
en autos que conduzco y van a ninguna parte.

El sábado leeré para ti; prometo darle cuerda
a otras historias, parpadear –entre texto y texto–
enormes sombras de árboles que se deshojan
y desaparecen, poco a poco, en tu amor
por las naranjas de Castilla.

Vicky: No creo en los poemas hondos y profundos,
prefiero el polvo en las vitrinas, eso que me da la seguridad
de que algún día estuviste aquí.

LECTURA DE POEMAS-ROCK, EN LA PUERTA ABIERTA, EL SÁBADO 23 DE OCTUBRE, 2010.
CUARTA NORTE ORIENTE 542, TUXTLA GUTIÉRREZ; CHIAPAS
OCHO DE LA NOCHE

LUIS DANIEL PULIDO, CELEBRANDO LOS DOS AÑOS DEL POPOTITO 22

martes, 19 de octubre de 2010

EL LUNES OPTIMISTA DE SPIDER MAN

Foto tomada del blog: http://unlimitedvialibre.blogspot.com/

He cambiado mis lecturas de Cioran
por el especial de Charly Brown de los años 70,
por el sonido que provocan los textos literarios
cuando son como la lluvia que se resbala
en las alcantarillas y hace que mi casa de adobe
persista, lejos, de metrópolis hipócritas,
en encender –a pesar de la humedad–
el fuego que respiras y germina en flores
en la plaza de San Marcos en Venecia.

Existen problemas técnicos,
los normales diría: electrodomésticos
sexistas que hacen torpes a los hombres
fuertes como yo; o las puertas doradas
de las palomitas extra mantequilla que,
maldita sea, no puedo comer por la dieta,
algo parecido a la Biblia o el Islam
en los estados modernos o llenar de nudos
imposibles mi carita con hambre.

He cambiado las carreras de fondo
en ensayos, lecturas, poemas
por las caricaturas, esos pequeños dioses
que no ponen serpientes en los árboles
ni las formas más extremas del amor
y la redención.

He decidido caminar descalzo sobre la nieve
en Nogales, tu ciudad que desdibuja sus contornos
y flota como un iceberg en alguno de los hielitos
que hay en mi vaso de whisky y acompaña
mi riquísima sopa recalentada.

Todo está claro: El amor y la vida
se trata de remontar horizontes.

Y por ello debo comer bien.

domingo, 17 de octubre de 2010

VICKY PRINCESS (DESPUÉS DE UNA FUNCIÓN EN TOKYO)

Foto tomada de: http://unlimitedvialibre.blogspot.com/

Hay quien dice que debes adelgazar,
y no entiendo; veo los helechos
que crecen en los muros pero el arte,
princesa, no apela los veredictos
de los directores de teatro.

Y ni aunque estemos juntos
–me refiero a los guiños
que encienden lámparas–
lo más importante para mí
es no despertar del sueño
y de sus ámbitos azules
donde navegamos y te corono,
bellísima, en el Caribe soleado
o tormentas septentrionales.

Hay quien dice –y cita a Artaud o Steiner–
que la belleza parte de una educación
científica, un extremo de la rabia, la certeza,
el punto, el rencor social.

Pero yo te veo, bonita, manejando tu bicicleta
roja en la Shanghái de los años treinta;
y te corono con un brillante origami de estrellas
mientras te tiras al sol de un planeta con servicio de bar
y puertas de emergencia y nariz roja con aurora de olas
que siguen su camino.

Hay quien dice y dice muchas cosas:
en las calles o carteles rojos,
en la revista Quien, en las lucecitas
navideñas, en Constanza, en Chagall,
en la mujer de Lot.

Yo digo –y te lo escribo hoy como los ángeles
pervertidos que perdieron las alas cuando usaron
Kelvin Clain– que eres la princesa más bonita
que he visto esta noche que amanece en mi corazón
pintado en una servilleta cuya pólvora lo lleva
a Salisbury o a un ventilador que se enciende
y dispersa a un montoncito de mariposas.

Después de la guerra, princesa, el desierto
donde no dormiré contigo.

sábado, 9 de octubre de 2010

NO TODOS LOS HOMBRES HABITAREMOS LA LUNA EN OCTUBRE



A mi amiga Claudia, de Paraná Entre Ríos, Argentina


Me pregunto –y para ello no me voy a la Grecia clásica–
si tu ciudad concede tierras a los náufragos
o prevalece como un pueblito donde mujer,
hijo y padre no llaman a los extraños enemigos;
y en los cines, los sábados, la película que se exhibe
nos permite el bien común, un beso chiquito,
un abrazo que trace el vuelo de un avión
sobre el piso cuando se apagan las luces.

No puedo definir, entre bambalinas o desde la luna,
si los dos ríos que atraviesan tu ciudad subrayan
orugas o conejos personales, un dinosaurio
que vive en el centro de la Tierra

Puedo decirte que te quiero y que lo más lindo
que hago por ti es seguir y atrapar a los ratones
que pasean por el supermercado.

Me pregunto si tu ciudad
–proyecto solitario, geografía indefinida–
es algo por suceder, el hambre que pasé de niño,
el pozo sin estrellas, un círculo en la arena.

Puedo meter los dedos en las tortas de azúcar,
deletrear Argentina como un simple juego
de pingos para contarnos historias, por ejemplo,
del mar que baja en tu cuello y cae al piso
y asusta al gato.

Somos, inevitablemente, semillas de trigo
atrapados en la telaraña que lucha contra el tiempo
mientras el amor, como dos niños que tiemblan de frío,
acercan sus manos y llueve.

martes, 5 de octubre de 2010

CUANDO UN CORAZÓN DESPIERTA DE SUS SUEÑOS


No aprovecho mi oficio para lanzar novedades,
ni mi palabra tiene héroes civilizadores,
es más bien exacerbado y matón como los terratenientes
cuando buscan el amor en habitaciones
donde quepan mínimo cinco mujeres.

Quise ser una buena persona,
sentarme a la mesa sin llevar
sobre los hombros la cabeza
de un tiranosaurio ensangrentado
gracias al patronato Peter Jackson
y al amor de Naomi cuando imagino
que juego por ella en la NFL.

No aprovecho mis viajes a África,
ni en el camino de vuelta platico
de mi abuela guapa; dejo que los muertos
sigan su camino y con mis dedos aplasto
las gotitas que se resbalan en ramitos
de flores moradas antes de abrir los ojos
y toparme de frente con espantapájaros
y serpientes.

Vivo y doy vueltas en la cama donde el peso
de mis sueños me obligan a mantener
la vista en un barco que se hunde
y no hay sobrevivientes.

Quisiera que mi corazón ya no creciera.

domingo, 3 de octubre de 2010

DESDE EL OTRO LADO DEL MAR

Foto: El tapacholos



Son muchas cosas que extraño de ti,
tu mirada de país hostil recién conquistado
y esas cosas que coloreas durante las fechas
de muertos, roscas de azúcar colorada en ofrendas
que según tú prueban que el futuro no es una guerra
de las galaxias sino firmas hechas de carbón mineral.

Y esas canciones que escribes donde soy un Robin Hood
mentiroso que llega a casa después de aventarse a un río
caudaloso, y sin embargo, en el audiorama de tu corazón,
–y este público sencillo– saben de que todo fue parte
de uno de los debuts más esperados: he entrado por la puerta
grande o chica a la farándula de las sobredosis.

Son muchas cosas que extraño de ti,
esas balas de goma que disparas capaces
de seguir varios minutos a su objetivo;
los libros infinitos que iluminan el poniente
de tu tierra en una fila de antorchas que desprenden
cristales blancos a propósito de la lluvia que te envío
por correo electrónico.

Extraño encontrar los mejores precios
para un disco de The Fall o Interpol,
las subastas de besos fermentados
en barricas de madera y etiquetados
en Persia por mi mano que tiembla
y se esfuerza por empuñar de nuevo
la espada.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

YO TAMBIÉN ESTUVE AQUÍ


Hoy, pues, es el día
en que el muñeco de nieve que se derrite
es un hombre
Fusen

Dicen que estuve a punto de morir,
alguna fisura en el oxígeno doméstico,
tristezas de fondo, océanos que ahora
sí se volvieron navegables.

-Intoxicación por alcaloides- dice el diagnóstico,
simple, concreto, sin el exhaustivo punto de vista
del analista literario, sin el lobby de la industria
del camino a Jerusalén, sin el follaje verde de los jardines
que crecen a la orilla de las estaciones de trenes.
Luis Daniel Pulido


En los años 80 mi novia leía a un tal Norman Mailer
y veía, desde el I Ching y el sicoanálisis, al asesino
que años después escribió poemas con escalpelos
sobre su vientre en busca de que me diera hijos
o tigres o lobos o perros rabiosos.

En los años 80 fui futbolista, caminaba las calles
de una ciudad casi vacía y por los rumbos de la
tercera norte se me invitaba a jugar con los
Chamula’S Powers.

Recuerdo mis viejos tenis Nike,
mi primer disco de Iron Maiden,
memorizar las capitales de países
con armamento nuclear,
al primer “periodista” sacudiéndose
la pereza vespertina e intercambiando
notas por alcohol.

En los años 80 la fiesta era Fidel,
Blade Runner, Kelly Le Brook,
peinados altos, pestañas grandes,
Levi’s 501, uhisports, el submarino
amarillo, bubulubus congelados.

Recuerdo el beso a la reina de la feria
de Las Margaritas, haberle mentado la madre
a los soldados, manejar sin luces de Simojovel
a Tuxtla Gutiérrez, mi primer arresto por consumo
de cocaína en la vía pública.

En los años 80 atajaba penaltis como Héctor Miguel Zelada,
escribía como Joe Strummer y bebía cerveza con Efraín Huerta.

Recuerdo mis viejos tenis Reebock,
a mi primera y única novia que se fue
en busca del sueño americano,
mi última película en el cine Vistarama,
el sonido de la grava que daría paso
al futuro en una suite de lujo
donde estaríamos a la misma distancia
de Bangkok y San Juan Chamula:
de Singapur, Londres, desayuno a las nueve
en Las Pichanchas.

En los 80 estuve aquí, entre acetatos
de Los Ramones y Motorhead,
en los parajes de lo que son hoy asentamientos
para el deporte de alto rendimiento,
con mi novia de años en espera de que esta
vez sí volemos a nuestra luna de miel
a las islas de Trinidad y Tobago.

*Gracias a Liang Cristi, mi novia, que siempre estuvo a mi lado.
A Dámaris Disner, Nadia Villafuerte, Carlos “ Beto” Velázquez, Alecs Camacho y Juan Manuel Sarabia “Manu”por su apoyo, cariño y compañía.
Al maestro Héctor Cortés Mandujano, por su mensaje Jedi.
A Alejandro Molinari, por sus palabras de fe y aliento
.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

HEMOS COMPRADO UN PERRO


A Liang Cristi


Hemos leído mucho o poco,
hemos comprado un perro,
hemos escrito nuestros nombres
sobre postales de St. Tropez
y hemos renunciado a la escuela,
a los cartuchos húmedos de los cubículos,
a las rentas atrasadas cuyos billetes
no rebasaron los 1.8 kilógramos.

Hemos puesto al alcance
hartas horas de no hacer nada
y lo hemos hecho en las bibliotecas,
al salir a las calles, ante la vista
y desencanto de los genios financieros
que nos señalaron como villanos.

Hemos renunciado a que cada texto
literario suene ambicioso,
hemos vuelto a ser poco fiables
con las buenas ideas, con los amigos,
con el que se asoma precavidamente
a lo que escribo, con los tracks digitales
y las graduaciones alcohólicas.

Hemos puesto en venta la casa,
la luz enmohecida de los zaguanes,
el guardarropa de camisas con las
que salimos de caza y permanecen
-con su suavizante de plata-
con la semilla ensangrentada
de tilos intactos.

Hemos renunciado a las asambleas,
a las hojitas con textos solidarios,
a la ciudad como móvil de pasiones
y virtudes, a la ruta de balas que tocan
el corazón y nos llevan a otros sitios:
a las conversaciones casuales
y las leyes antitabaco.

Hemos dejado de comprar libros
-esa propiedad comunal del Estado-
y hemos puesto en marcha pic nics
bajo la enorme sombra de los sauces,
básicamente en las noches y los fines
de semana; después de pagar, puntual,
la luz y el agua.

Hemos comprado un perro.

viernes, 27 de agosto de 2010

EVA, NO LO HAGAS


Para mi amiga Eva Fernández, este barquito de truenos


Eva, no lo hagas, tenemos que leer a Chesterton
picando quesos redondos en un plato -imagina-
anaranjado, o sobre la taquilla desvencijada
de los decibeles que te duelen cuando no tienes
a nadie que abrace tu cintura y la luz,
que entra por la ventana, traza una larga
raya de crayones: el sol frente al mar de Weddel

No lo hagas, tengo mermelada y pan tostado,
proteínas para cien niños y una flor que despunta
como espiral de hojas secas y nos convierte
en surfistas sobre la aurora de un país africano,
quizá en nuestro propio Club de la pelea

Eva, no busques dátiles en un abecedario
sin sobrevivientes, déjame soplar otoños
y abismos hasta que te despierte el maullido
de un gatito de ojos azules y estemos de acuerdo
que eso es el cielo: platito de leche para calentarnos
el corazón y las manos


jueves, 19 de agosto de 2010

EL DIABLITO ESTÁ SOLO EN CASA

Foto: El tapacholos



Hoy viajaste a San Cristóbal,
lo hiciste muy temprano.
Quise adivinar el número de vehículos
que hay en el centro de la ciudad,
pegar mi póster de The Who en la cocina,
apretar en un solo puño el metro cuadrado
de tus 120 kilómetros por hora,
construir –sobre el deshielo de los glaciares–
autopistas que den a la puerta de la casa.

Hoy te fuiste y nos despedimos;
me doblaste las mangas de la camisa
y pasé mis manos por tus nalgas para evitar
el desamparo de los próximos dos días.

En la mesita de centro la lista
de cuentas a pagar, los libros
que doblan esquina tras esquina
y dicen mucho y sin embargo
no aguanto las ganas de incendiarlos.

Hoy viajaste a San Cristóbal
y llueve y no te haré caso:
te busco en un centenar de notas
y bombardeo –cada dos segundos–
países donde los adultos no saben leer.

Ya habrá tiempo de cumplir
las promesas incumplidas,
de portarme bien y no complicar
la adquisición de bienes.

Hoy lanzaré dardos al himno nacional,
al entrenador del deportivo Guadalajara,
a esa chingadera que llaman independencia.

martes, 17 de agosto de 2010

UN FIN DE SEMANA INOLVIDABLE


Tuve un fin de semana agitado:
fui de compras con mi novia
Liang Cristi

En los pasillos la victoria nuestra
de cada día: el dinero alcanzó para todo,
y hasta comimos papitas

En casa Nadia Villafuerte me hizo
entrega –en ceremonia antisolemne–
de mis regalos: un libro de Brodsky,
un cd de los Pixies

Nadia partió hacia Puerto Arista:
ola de dos filos, sirena de sí misma

En Tuxtla Gutiérrez mi novia y yo
hacíamos el amor y aún tenemos
misterios que descifrar:

¿Por qué nuestros ojitos se pierden
en el infinito?

¿Por qué ella dice “Dios” si estamos
en una cama y no entre los muros
de piedra de una Iglesia?

El domingo Nadia nos invitó a comer barbacoa

Comimos barbacoa

Algunas veces hablamos de Saramago y Antunes,
en otras –estuvo también el buen Alex–
de las estadísticas antipobreza

Hablamos también de viajes,
de Buñuel y el papel reciclable
en los poemas que no provocan
dudas, sino verdades que desde
hace años cicatrizaron

Esta vez no bailamos

Mi novia y yo nos despedimos

Nadia y Alex se sirvieron botanas y cocacolas

En la noche –a las 8: 15 para ser exactos–
mi novia y yo entramos al cine

Al día siguiente el mensaje:
Ya estoy en el aeropuerto nebuloso.
Te escribo desde México.

Era lunes. El fin de semana había terminado

viernes, 13 de agosto de 2010

LA GUERRA HA TERMINADO


Las reconciliaciones nos hacen hombres libres;
no hablo de tener aeropuertos o encender velitas
a un chaleco antibalas, hablo de que es el sonido
de la fotocopiadora cuando en alta velocidad
imprime un libro de Química en una red ferroviaria
con destino a París.

Las reconciliaciones son actos de valentía,
es citarnos en bares como un par de criminales,
quitarnos la vida en camas separadas,
escuchar cómo los gatos arañan la luna
sobre los botes de basura, escribir te amo
al reverso de los acantilados, en el aire
tibio de las luces que se apagan.

Las reconciliaciones valen un par de costillas rotas,
cosechas de alfiles y peones, ciudades sin temas
para escribir, la bala que abre la piel de la duda
y deja claro que hemos agotado la última
de nuestras siete vidas.

Las reconciliaciones conmueven,
hablo de un cenicero de mirlos oscuros,
de las primeras gotas de lluvia que caen
en el patio, de las flores que crecen alrededor
del viejo álamo donde nos declaramos la guerra,
de la pistola que tienes entre tus manos
y me apunta en la cabeza en caso de emergencia.

miércoles, 11 de agosto de 2010

NO ES UN SECRETO


A Dámaris Disner, mi famosísima D. D.


No es un secreto: Quiero mucho a Dámaris.
Ella me ve como su hermano mayor
y yo como la hermanita que me recomendaron
los expertos.

Quise, y acuso por ello al calentamiento
global y a la industria armamentista,
robarle un beso. Me mandó por tortillas.

Sin embargo el amor que siento
sabotea cualquier acción responsable
y uno nunca sabe.

He vuelto a poner el tema en la mesa,
y es que por las noches y con mi pijamita
roja de diablito triste escribía “ah, cuánto la quiero”.

Y lloraba, sí, lloraba un poquito.

Y más allá de proponerle matrimonio y que ella no aceptara,
los incidentes -y accidentes- como el del miércoles
me hicieron retroceder años atrás, cuando la buscaba
y los recorridos eran los de dos niños que se quieren.

Nunca una teoría que pulsara la maldad,
y quizá por ello nunca supimos cuando
era el principio o el final de lo que nos molestaba.

No estuve cuando su mamá murió,
y eso me duele.

Quise ir directo al código genético que nos une
y estar a su lado como lo que somos:
hermanitos inseparables, de meter golosinas
de contrabando al Cinépolis, de cantarle serenatas
en la madrugada y decirle “adiós, mamá” a su mamá
y sentarme donde D. D. me indicara.

Siempre he guardado para ella mis ojitos
de Hombre Araña, y eso hasta que nos
arropa el alba.

No es un secreto: Quiero mucho a Dámaris.

lunes, 9 de agosto de 2010

HAY CIERTOS POLLOS QUE SON BRUJOS

Imagen: Belén Asad
A Nadia Villafuerte
Nos queremos. Así de simple.
A veces me pone retenes,
puntos estratégicos de revisión
en todos los accesos a los poemas que escribo.

Me pasa “báscula”, igual en una terminal aérea,
igual por carretera; en los lirios blancos de las narcomantas,
en los Playstations de que me trae de Laredo, Texas.

Nos queremos, no sé si mucho o poco,
pero seguro: lo suficiente.

Ambos no tenemos hijos,
hemos lavado dinero y dejado en moteles
-cada quien por su lado- más de 600
casquillos de pistolas 9 mm;
a veces de fusiles de asalto AK-47.

Nos queremos. Ella me platica de su novio
y yo de mis “escuadrones de la muerte”:
mujeres que vienen y van y violan mis derechos
cuando ofendidas despliegan sus tropas
y tengo que escapar en mi Gran Cherokee
a mi cajita de dragones.

Nos queremos. Así de simple.
Cuando pregunta ¿De quién son esos ojitos?
y yo salgo espantado de mi caja
y me acomoda mi pelito con tremendos
billetotes de su beca.

No soy interesado, pero soy feliz
cuando me compra mis taquitos
de carne asada.

Barriga llena, corazón con dueña.

Yeah!


ELLA DICE QUE ME AMA Y QUE PUEDO LLEVAR A SU CASA MIS DISCOS DE BLACK SABBATH

Foto: Belén Asad

Dicen que estuve en crisis,
un exceso de pasión y actuaciones públicas.
Algunos golpes como tregua
y dos momentos de una misma
pelea.
Me gusta ganar pero -jamás- reírme
de los vencidos.

Estás fumando demasiado -apunta mi nueva novia,
y tiene razón. A medias: yo sigo aquí y ella
está en, a ver, digamos, Portugal
y son las tres de la tarde.

Un "cabrón" sale de su boca y me dice
que se puede ir más lejos.

Yo le tomo sus manos y me rindo.
El amor es el único sentimiento que se refunda
sobre ciudades caídas o incómodas
y nunca como declaración de principios.

"Tu lugar está a mi lado" me escribe en una servilleta
y mi corazón se infla como las bolsas de palomitas:
calientito, multiplicado, radiado.

No sé si así será el próximo domingo,
si me saldrá con un poema español
del siglo trece o, a propósito de lo que hago,
ambos entremos a un debate literario
y le ponga la ficha a Brodsky o a la mosca
que vuela y me recuerda la gloria negada
de los verdaderos artistas.

Bah, soy cruel como el peor de los niños
y al único leviatán al que le apuesto
es el de la ironía

La verdad, ojalá, esté viendo la tercera
temporada de Big Bang Theory
y ya no nos peleemos tanto.




domingo, 8 de agosto de 2010

EL DÍA QUE ME ENAMORÉ DE LA MUJER MARAVILLA

Foto: Belén Asad


La he vuelto a ver. No puse atención a la hora, a la fecha.
Era ella, su soledad frente a la caja registradora
y ciertos números beligerantes.

Me habló de la Universidad, de esa mezquita de contadores
que hoy, de adultos, platican de los viejos tiempos
agrupados en su Chiapas y lo que aparentan: llevar una buena vida.

Me revisó los brazos –nunca he logrado manejar
con discreción los mercados compatibles
entre precio y jeringa– y sus ojos me aventajaron
en tristeza: lloró, fue convincente. Nos abrazamos.

Soy un cínico, es mi derecho de propiedad;
no conservo –para bien o para mal– tradiciones proféticas,
me sobra autoridad y eso nada tiene que ver con la poesía.
Disparo a matar.

Le dije que la amo y me llevó a su casa.
Desde allá doy fe de nuestro maravilloso
mediodía francés.

Ahora iré a la tienda por cigarros.

Estoy vivo y eso es lo que cuenta.

jueves, 5 de agosto de 2010

MORFINA, TERCERA LLAMADA


He vuelto al lugar de siempre. No habrá boda.
La culpa es de este blog, su condición psicológica
o moral, no lo sé. Me acusaron de administrar
Koljos soviéticos en los pequeños ojitos de la japonesa
con cierta habilidad para darle pan y sexo a los pobres

Todo es posible –contesto– si organizamos las palabras
como trayectos y no milimétricamente en un pro de lectores
que iremos perdiendo sin pausas y en vivo

Desnudarse en moteles se nos olvida al día siguiente,
el amor en tres meses; infectados de morfina: una noche

Seré práctico

Inolvidable es amarse como hermanos incestuosos,
con el alma negra de los reinos ejercidos por la piel
entre estremecimientos e impulsos

Al arrojar los dados en cada eyaculación
como una flor de preguntas sin respuestas

He vuelto al lugar de siempre,
a prenderle fuego a mi esclerosis,
a amarrarme el cuerpo contra las maderas
de la otra fiesta que empieza y reclama
los clavos de tus vírgenes cabizbajas

Espero que esta sea la primera y última vez

No puedo gastar por ti más de mil pesos

SANTA PATITA

Fan del Popotito y Luis Daniel Pulido



Vivo en una colonia, diría, pequeña: dos cuadras y tres cerradas que la dividen y nos salvan –según los instructivos de colonias– de que las inundaciones nos pongan de cabeza. He vivido ahí casi toda mi vida, excepto en otoños y épocas de tormentas gracias a resoluciones unilaterales como suelen ser las de la familia cuando te niegas a estudiar. No quiero ser un mal ejemplo (aunque lo soy) pero jamás pude sustituir un diez por cien dólares, un 8.5 por una calcomanía de Spider Man, todos los domingos de misa por el Born Again de Black Sabbath. Nada fue suficiente. Sin embargo aquellos corredores vitales bajo la sombra del enorme huanacaxtle permanecen en los diversos centros de información que conservo en el baúl de los recuerdos. Hoy en mi colonia soy un extraño, y me juego el resto con desahogos emocionales propios de Chincho:

–Hola, ¿se acuerdan de mí, quieren una “ruedita”? –pregunto destapando un rollito de Salvavidas.

En mi colonia se vive cierta neurosis parecida a los programas de gobierno, por lo que la historia para un “militante de izquierda greñudo” no puede ser otra:

–¡A Carmelita, ni te acerques! –me dijo la señora panista comadre de Enoch Araujo.

En fin. Carmelita vive en París. Ni cómo.

Mi colonia, que su guerra más larga ha sido a mentadas de madre (entre seguidores de la virgen de Guadalupe y los testigos de Jehová) sigue siendo pequeña y mantiene devociones como las de reunirnos a ver eclipses, partidos de la selección, el América-Chivas, rezos, bodas y graduaciones de los que sí estudiaron.

No es raro escuchar al jefe de manzana con su radical sentido de justicia y democracia repartiendo obligaciones como si fuera productor de cine; y es que para colectar fondos han comprado una limousine (no es broma). Mis amigos, ya saben, me preguntan a qué horas verán bajar a Scarlett Johanssen, Motley Crue, Larissa Riquelme, Jessi Bulbo. La limousine, base espiritual de toda quinceañera, es el big bang capitalista que hará a nuestra colonia tan parecida a La Condesa. La cosa es más o menos así:

Se cobrará por foto, reflejo, huella dactilar de niño o niña con mole o cajeta, mirada furtiva, metro cuadrado, tour por la ciudad, indicio de que vio las marcas de las llantas, por supuesto, bodas y quinceaños. Y es que siendo tan cosmopolitas somos también unos advenedizos. A veces, con ese gran espíritu de las Cruzadas, se proponen marchas a la Iglesia en pro de los árboles, los niños de la calle, Felipe Calderón ¡puta madre!, o de Carmelita, que está en París (por qué chingaos no).

De los cambios más drásticos están que el poder central ya no lo tiene la tiendita de abarrotes, y aquella pequeña comunidad agnóstica que conformamos Ivonne y yo se convirtió al idealismo libertario del señor HSBS.

Existen, pasado el tiempo, cuentas sin resolver, como las de quién anoto más goles, quién invitó la primera cerveza, quién aún conserva los derechos y utilidades de sus empresas y, por fin, alguien acepte que embarazó a Marisa… yo hablo un poco de inglés.

Mi colonia, tan familiar y personal, debe su alto grado de prosperidad a los santos. Cuando niño –rockero irredimible– mi dignidad de coleccionista de acetatos no me dejaba tiempo para entender los desfiguros de mi vecina pasándole un huevo a mi amigo, que llegaba a clases oliendo a alcohol y campo de fut recién regado. Recuerdo que vi atesorar presentes y futuros en un huevito. Hoy hasta película tienen y argumento, evidencia y metáfora obedecen a otra lógica.

Desde mi perspectiva: Ivonne, Black Sabbath, el señor HSBS y mi amigo “enhuevadito”, la posibilidad de un milagro era posible sólo si mamá, huevito y amigo cedían a que la elección del bien y el mal fuera abierta ¿Para qué arriesgarnos a que el muñequito de vudú tuviera mi rostro? Digo, eran mamá y hermano de Marisa, y la posibilidad de un “Resident Evil” era evidente. Por supuesto que el Museo de Arte Moderno Zombie aún abre sus puertas, perfila sombras, nos reúne para firmar acuerdos:

No daños a la limousine, no pruebas de ADN.

En este sentido los que aspiraban a un mejor empleo embarazaron a las hijas del flamante subsecretario, el burócrata mejor pagado de la colonia, experto en ponerle cibercafés a todos sus yernos.

Mi colonia, eso sí, cuando recibe a los candidatos a la presidencia municipal organizan tremenda fiesta y rueda de prensa donde se nos invita a cumplir ciertas normas de “respeto” con las preguntas. Nada de pintas, fanzines o pancartas contra el invitado.

Un día inventé un icono, un santo, una santita en este caso. Decidí que si no hay fe acorde a mis gustos era urgente forjar una que no tuviera tantas coincidencias en dioses y sobreavisos. Una que pudiera dibujar y colorear, ponerle un nombre cuyas letras apechuguen cimas donde a nadie se le niegue un paracaídas. Así nace Santa Patita, patrona de los jefes de manzana. Broma que transformó a escépticos en una verdadera sociedad moderna. Broma que convirtió al budismo Zen a Marisa. Broma que me hizo ver que su hija tiene mi sonrisa.

Es así que debo a Santa Patita mis futuras celebraciones del día del padre y la tierra prometida a una caja de crayones.

¡Santa Patita, Santa Patita,
patea por nosotros,
mete los goles!