viernes, 15 de marzo de 2024

EL MELANCÓLICO POEMA DEL HOMBRE VERDE


 

Ya no puedo decir “en multitud de ocasiones”,
ver semidesnuda a Sigourney Weaver,
el sueño que me provoca el cartel del Vive Latino,
el piano sutil de una canción a lo lejos
sin bostezar algún vestigio de sol
o de tormenta o de viejo cuaderno
La vida ya no va en los discos dobles
preferidos: el Made in Japan de Deep Purple
Ese de Rainbow con Ronnie James Dio
en Alemania y su portada de Quijote sonoro
o de Obsceno pájaro de la noche
Tiempos idos de comerciales inolvidables:
de Nike y Reebok
Uno de Coca Cola con la canción de Simon and Garfunkel
Y yo de niño viendo en la tele al Hulk
de Lou Ferrigno
Y pararme y gritar como el hombre verde
Hasta que mamá servía la cena
Luis Daniel Pulido

sábado, 9 de marzo de 2024

MAMÁ Y PAPÁ

 


Mi padre tenía cincuenta y dos años
y mi mamá quince cuando se fueron a vivir juntos
a la Terra Incognita, a un cruce de senderos,
al Libro de la Selva
El amor no era un ramillete de flores,
pero sí una enorme casa de puertas abiertas:
pájaros heridos de muerte,
el silencio cómplice o de agradecimiento
de una joven huérfana
Que no sabía de abortos ni de la píldora anticonceptiva
ni de trenes que llegaron del norte
ni de exégetas de la vida moderna
Tuvo hijos de luz y sombra,
no supo evitarlos
Y siguió siendo niña y escuchaba radionovelas
y mi papá le enseñó a escribir y leer
y un día, ella, me llevó a ver películas de luchadores
No conoció a su papá ni a su mamá
ni el Empire State ni de qué iba la Segunda Guerra Mundial,
pero hacíamos aviones de papel y bombardeamos
las reglas hegemónicas de la educación pública
“Te voy a contar un cuento….” me dijo todas las noches
No tuve abuelos
Mi padre ya era viejo
Y mi madre me enseñó a pelear,
a caminar sin miedo la tierra silenciosa
que deja la muerte
Y Conan El Bárbaro
Que buscan un ojo en el fulgor de las estrellas fugaces
Luis Daniel Pulido

domingo, 3 de marzo de 2024

TESTIMONIO


 

Perdí la vista de mi ojo izquierdo en el año dos mil. No me atendí de inmediato ni tuve conciencia de ello. Estaba en el punto, o en uno de mis puntos más altos de mi adicción, y vivía solo en un departamento que convertí en un basurero: papeles donde escribía tirados en el piso, latas de cervezas, botellas de whisky vacías, cristales donde picaba la cocaína, cedés de música rock, ropa sucia. Dos o tres meses después un buen amigo fue por mí y me llevó al oftalmólogo y la noticia fue terrible: el nervio óptico estaba muerto y por “simpatía oftálmica” afectaría al otro y quedaría ciego totalmente en un año. No pasó eso, aunque sí, la vista de mi ojo derecho, al paso de los años, se ha deteriorado. No lo que se diagnosticó gracias al apoyo de tres grandes amigos: Jesús Estrada Montesinos, Jorge Aranda Tello y Héctor Cortés Mandujano.
Veinticuatro años después sigo con esta batalla y parece que ahora sí la luz va abandonando las ciudades que construimos bajo la tenue luminosidad de un mar de fondo que se ajustaba cada año al avance de una manada de bisontes. Lo escucho.
Nada me impidió leer, escribir, caminar las calles y pegar mi fanzine con mi discurso antisistema, el futuro promisorio e inalcanzable de los Sex Pistols, una voz que poco a poco me instaló en las repisas de libros de poesía. Pero nunca, jamás, negué a Motorhead. Su espíritu está ahí.
Me hubiera encantado seguir jugando futbol, pensar y diseñar otro libro, mío, pues nada tengo que ver con el canon chiapaneco. Y su tradición anquilosada. Sus interiores, los reales y los imaginarios, de héroes fallidos.
Veinticuatro años después de que no se cumpliera aquel terrible diagnóstico sólo tengo que decir que todo ha sido maravilloso. He tomado fotos ciego, contando mis pasos, intuyendo el encuadre, habitando y deshabitando la luz y el movimiento, subrayado el silencio del sol cuando me da de frente. Hasta he aprendido a respirar el movimiento de las caderas de una mujer bonita que pasa a un metro de mí, el vértigo de la belleza que el mundo niega.
Gracias a mis amigos de Chamulas Powers, a los del Tec Regional de Tuxtla Gutiérrez, por regresarme a las canchas, a oler y pisar el césped del Tec de Monterrey y también pisar y jugar en una cancha de tierra que es de donde vengo: de la sangre y las heridas y las fracturas expuestas, a no tener miedo a lanzarme en un terreno baldío lleno de piedras.
¿Si estoy preparado? Claro que no. Hay orillas hacia las que nunca nado. Pero la certeza es como la piedra que se va erosionando y que como la piedra misma, ya no estaré aquí advirtiendo un mundo nuevo para nadie.
Luis Daniel Pulido

miércoles, 28 de febrero de 2024

DE MÚSICA LIGERA Y OTROS TEMAS


 

Extraño muchas cosas
—los grandes sintagmas de la Revolución cubana,
lo tontos que éramos
Las calles con gente fuera de sus casas,
el animal político con canciones de Motorhead
Los debates con la maestra de filosofía,
sus pasteles de Hansel y Gretel
Extraño porque eso pasa cuando
se tiene más de cincuenta años,
y el punto ciego del capitalismo global
en los procesos de los premios de poesía
reduce todo a cantidades de dinero
Y yo ni conozco los Bancos de México
Ni de ningún lado
Extraño saltar en los primeros acordes
de “Música Ligera” de Soda Stereo,
y voltear a ver y ver sólo a amigos
A la mujer de mi vida,
a las mujeres de mi vida
Que escuchaban a Def Leppard
o Eric Clapton
Que quería casarme con todas
arengando a los compañeros
con el “Vamos, Pulido”
Fuimos buenos muchachos
en los laberintos de física cuántica
y los mundos paralelos,
en la casa y los campos a lo lejos
Hubo cocaína y sexo
y dioses muertos
Hubo fanzines contra el gobierno
Hasta que nos olvidaron
por un par de monedas
Y los “amigos” dejaron de hablarnos
A veces, yo, salgo a jugar futbol
con las sombras
Y me doblo cuando me falta aire
y veo al cielo como lo hacen los hombres
que ven mujeres desnudas en todos lados
Y el corazón es un garabato
Luis Daniel Pulido

lunes, 26 de febrero de 2024

YO SIEMPRE SERÉ PUNK (UN SOLITARIO MARK E. SMITH LEJOS DE CASA)


 

No somos criminales, señor,
ni políticos en un templete en la Ciudad de Ciénega,
ladrón en Chiapas, el periodista llevándose
carroña a la boca, el escenario desmontable
de una entrevista, el corporativo que disfraza
al Crimen Organizado
No somos criminales, señor,
no nos interesa el poder ni el coloso
de obras donde escribirás tu nombre;
sí el dinero, pero no como tú para comprar
un departamento en Polanco o las aduanas
de tu tierra: el narcotráfico y la extrema pobreza,
y la foto y los cuidados remunerados
“Ahí está muy bien, señor” dicen las ratas de bodega,
la Comunicación Social y el generoso banderazo
para atascarse en sus lodos
No somos criminales, señor,
sí nos interesa el dinero,
la pieza asombrosa de un artista plástico,
y pagarla
Y hacer música y escribir libros,
los superyoes (el plural de yo, por si no sabes)
a la hora de medirnos con los otros,
los que patean un balón y tienen amigos con albercas,
hermanas bonitas con las que nos casaremos
y tendremos hijos y siempre ganamos
Pero no, señor, no seremos criminales,
somos punks, exploradores, boys scouts,
leemos libros que nos garantizan una isla de silencio,
un poco de canotaje por si competimos
en la próxima Olimpiada
No como tú que escupes a los de tu linaje
y haces la nota y la ruta de lo que será Chiapas
en adelante
Desapariciones y decapitados,
amor al dinero y la sangre

Luis Daniel Pulido

martes, 6 de febrero de 2024

LEGÍTIMO POEMA ANTISISTEMA


 

¿Por qué te hicieron eso?
Quizá el grito nihilista de la humanidad
en las redes sociales,
el dios enérgico de las religiones
y sus devotos e intermediarios,
o la suma de todo: el ser humano
y la ambición y los corazones malos,
quienes se burlan de los niños
y los ciegos y los deformes
y de los que dicen “hola” a los pájaros
y los árboles
contra la abrasadora imagen del día:
cabezas humanas en una hielera,
1 674 días de una madre sin su hija,
un tigre de bengala decapitado
en el Estado de México,
el hombre que –maldita sea–
arroja a tus ojos agua hirviendo
Pero, dicen, que esto es el pueblo bueno…
Luis Daniel Pulido

YA CASI NO QUEDA NADA DE ESTE MUNDO


 

Ahora que mis amigos se están muriendo
y los cineastas a los que amamos son nostalgia
de otros tiempos,
liberamos ghettos en Varsovia en ensayos
que jamás publicaremos
Acostados en la cama,
leyendo un libro,
masticando un sándwich de pavo,
las cinco reformas constitucionales
La vieja mirada fijada en el tiempo
no va más,
es el coche bomba en el estacionamiento,
el antiácido, la lidocaína, el algoritmo
Dijimos juntos:
“He visto relámpagos resplandeciendo
en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser.
Todos esos momentos se perderán en el tiempo,
igual que lágrimas en la lluvia. Llegó la hora de morir…”*
Y le di un largo trago a mi bebida
Aún son mis amigos los que escuchan
a los viejos Rolling Stones
y llegan a casa como si hubieran
cabalgado tres días seguidos
Siempre habrá whisky para ellos

Luis Daniel Pulido