sábado, 23 de agosto de 2014

TRISTE, CON LA MIRADA EN EL HORIZONTE


Para Georgina Fernández Ríos
He perdido la fe –si algún día tuve fe–,
el bien común, a la tapatía más linda;
ahora soy parte de la sociedad internacional
de suicidas, de la guía de conducta para individuos
sin hijos, sin casa, sin perro

Dejé de fumar, el mercado libre, la posesión de objetos,
el discurso académico;
tomé atajos, el sinuoso –y divertido– camino a lo mejor
del rock británico, devociones sencillas,
elementales ajustes de cuenta

No más compañeros de viaje,
la pasión de Cristo, corazones rotos;
ni reproches, velas que se apagan,
operaciones de compra-venta,
espías que tocan a la puerta

Hace tiempo que ya no soy un niño:
hablo de todo como si supiera,
exijo pagos fuertes por mi trabajo

Soy –a mi edad– un ciego
que se entusiasma con una carrera de caballos

Con el hierro, el polvo, la arena


Luis Daniel Pulido

domingo, 17 de agosto de 2014

BUM


A Georgina Fernández Ríos

Qué domingo tan triste:
los dragones no despiertan
y la espiga, como el fósil en la piedra,
niega el pan en la mesa

Signos de la cosecha:
un error grave
–con el paso del tiempo–
aumenta su lista de muertos,
el matasellos en los timbres postales,
cartas que jamás se abren

Y hoy –domingo– de qué escribo,
si no estás a mi lado
y no hay quien corte los frutos del árbol,
granos de café a la tierra


Luis Daniel Pulido

sábado, 16 de agosto de 2014

EN LA MANSIÓN WAYNE, UN HOMBRE QUE EXTRAÑA A SUS PADRES, ESCRIBE


A Georgina Fernández Ríos

Cada día me enamoro más de ti;
yo, un hombre al que le ha pasado de todo:
luminosos mares del Caribe,
mujeres en mi cama de Europa del Este,
bartenders que platicaban de literatura cubana
y hablaban francés al oído de quienes poníamos
la cocaína y el dinero y la ortografía en los pasaportes

Yo, un hombre que el amor le llega en números a pagar, 
postales que hacen de ciénegas o desiertos:
balón de gajos blancos en una disculpa que se quiebra

Yo, un hombre sin el aire puro de los niños,
ciego o casi ciego, con su propia tierra de cultivo:
astillas de un barco de madera,
un corazón de lobo hambriento en el pecho,
la bilis sanguínea en copos de nieve,
un hombre que decide no iniciar otra guerra



Luis Daniel Pulido


lunes, 11 de agosto de 2014

GRACIAS, MAMÁ


Gracias mamá por traerme al mundo. Sé que pusiste en riesgo tu vida en un parto de nueve horas. Pero luchaste por mí, y me amaste. Gracias mamá porque a pesar de que te dijeron que era un monstruo me distinguiste con tu cariño y nunca me dejaste solo. Me contaste historias, me compraste juguetes, me enseñaste el cine, los cómics, me amaste. Gracias mamá porque me llevaste a la escuela y no te asustó mi afición a degollar patos, que me llamaran “maldito” en víctimas o cifras. Pagamos todo, o casi todo. Y me cuidaste y me abrazaste y me diste de comer y prometimos cuidarnos. Gracias mamá porque cuando fui joven mi maldad –esa luz con la que brillaba– refrendó otras formas de violencia y te recomendaron llevarme al psiquiatra y no lo hiciste. Me amaste. Me protegiste. Y de ahí a las bibliotecas, la soledad, pequeños tropiezos que no requirieron mas que de medicamentos y jugar futbol soccer. Gracias mamá porque aunque fui un niño malvado y feo me amaste y conocimos nuevas tierras, el mar para nosotros, un cielo lleno de estrellas. Gracias mamá por todo lo que me diste: un hogar, tus sacrificios, los mejores juguetes, tus manos cuando caía. Que nunca me exigiste te hiciera abuela, que entendiste que teníamos que terminar la historia.


Luis Daniel Pulido

domingo, 10 de agosto de 2014

EL BLUES DE LA PUCHUNGUITA


Para Georgina Fernández Ríos
Que cuando camina detiene el tráfico,
los poemarios que se escriben,
las anotaciones del coach en jefe

Que camina con 1. 74 de estatura
en el otoño más luminoso de Guanatos,
Circe de tenis caros,
me hace comer de su mano

Que cuando camina todos los hombres la miran,
encienden intermitentes,
le ofrecen las escrituras de una finca ganadera,
el cielo –yo– de Unión Juárez*

Que cuando camina y borra mi nombre de su vida,
castigo a mis tierras a donde no llueve,
aire frío de la estrella que se apaga,
patitos con piedritas en el agua

Que cuando camina seduce al Cristo Omega de los selfies,
las bienales de video,
a los atletas de La Habana,
los visitantes en Google

Que cuando camina detiene el tráfico,
los triplicados para becas,
el humo de mi caldito caliente,
el “oh” cuando “ese lunar que tienes,
cielito lindo, junto a la boca”,
me deja en el punto rico
de los abrazos que aprietan:
tu gladiador favorito de la arena

Esto es palabra de Thor

¡Rayos!

Luis Daniel Pulido


*La suiza chiapaneca

LA CANCIÓN TRISTE DE PO



A Gina
Deberías volver,
dejar tus celos –se me ocurre–
en los torneos de bridge
de la virgen de Zapopan,
en las sombras largas
de la milpa en los cerros,
en los comentarios alevosos
de tus amigas

Deberías volver,
abrir conmigo mi caja de galletas,
los arcones de los mayas superpoderosos
de mi pueblo;
que vuelvas a ser Gina y no Dalila,
y ni yo Sansón contra los filisteos

Que ya tengo perro,
internet y un cocodrilo
que me cuida la puerta

Que ya tengo dinero
–puros billetes grandes–
para el concierto

Y que el Súper Esperma
ya quiere una fiesta contigo,
un poco de tinta china a tu ombligo,
taquitos de queso después del sexo

Que yo soy Po y necesito un sombrero

Luis Daniel Pulido



domingo, 3 de agosto de 2014

TÚ Y YO Y LOS QUE NOS UNE

Foto: Ed Freeman

Para Gina

Y nos saltan los temas a discutir,
los malentendidos, tu partida del Facebook,
y pagar –sobrepagar– la larga distancia,
tus caprichos de adolescente,
de muchacha triste que se va de compras
y –oh, sorpresa– no tiene dinero

Que ve a Heisseberg en una diatriba
más de acuerdo a sus tiempos:
el lenguaje rebajado a graffiti:
“Puto el que lo lea”, de quien asegura:
con esta frase  “perrona” es suficiente

Y los rounds por los Foo Fighters,
y el rock, el que me gusta,
que me metamorfea en viejo:
Blade Runner en VHS,
discos de 45 revoluciones:

Hombre que no baila en antro
o sobre las maravillas del mundo:
el egipcio, el maya, el Rainforest

Y yo –mordaz– con mi réplica:
ni que fuera de los Greenpeace
de Jalisco

Así la noche, hasta irnos, enamorados, a la cama

Luis Daniel Pulido

YO, HELLBOY


A Gina

Fui un niño con misiones asignadas:
el cuarto de castigo, el Ritalín –como un sicario–
en las puertas de mi cabeza,
islas que se hundían en mi presencia

No sé cómo llegué a esto:
leer en público, tener amigos,
segundos planos de un balón
a mitad de precio,
jugar –sí, jugar– de portero

Hubo tragedias –esa respiración lenta
y pegajosa de lo que nos marca como malditos–
en cuestión de segundos: manos llenas de sangre,
violaciones a la regla, gritos de la maestra

Y me dijeron que sólo Dios me salvaría,
algo que al paso del tiempo niego,
fue algo más sencillo: mi mamá
y un papalote y un carrito de plástico


Luis Daniel Pulido