jueves, 30 de agosto de 2012

YO NUNCA LE CREÍ A NEIL ARMSTRONG, PERO SÍ A DAVID BOWIE


Foto: Tapacholos

A Dany T. Mireles, mi poema grunge de fin de mes
Cuando uno se levanta a las cinco de la mañana
y persigue –en su modalidad profana– la justicia
para todos, el bien en un buen par de zapatos,
la información que se necesita en el punto
más luminoso de la luna, se desdibuja –a güevo–
la huella de Neil Armstrong, la bandera de Estados Unidos
que ondea a siete metros de un cráter que hace de papelería
en Ibiza o Cádiz, en la jurisdicción de una barra libre en Los Cabos,
en la pensión de los viejos estadounidenses que compran casas
en Tijuana y ven el cielo como si también fuera de ellos

Alguien tendría que sugerirles, en un ejercicio de “cierto y falso”,
que el Universo tiene mucho de sin ton ni son y que igual devora
galaxias o simplemente es el lugar más distante entre un parpadeo
y otro

Luis Daniel Pulido

lunes, 27 de agosto de 2012

IAN FLEMING BLUES


Foto: El tapacholos

A un egoísta como yo
–ciudadano de edificios en ruinas–
no puedes pedirle ideas brillantes.

Nunca fui a Jerusalén,
dejé resbalar hasta la punta de mis dedos
al Dios de la misericordia;
esa envoltura de Snickers que se llevó el camión

de la basura.

Me piden que coseche arroz o trigo
y haga grupos de trabajo y ofrezca
–para estar libre de odio y enfermedades–
el trabajo generado en la tierra.

Pero estas ganas de escupirle
la cara a quien dice que este mundo
es digno me exige dé un mejor espectáculo.

Una virgen de carne lacerada
no es un concepto de arte contemporáneo:
es un medio de entretenimiento.

A un egoísta como yo,
que te pone un arma en la boca,
que convoca a públicos miserables,
que se aparece por las calles
y te ve como si en los ojos
llevara armas de destrucción masiva,
no puedes pedirle amor,
aún cuando sin ti pase días enteros
sin tocar tierra en espera de que tus manos
me toquen y algo en mí –no sé qué–
ya no sangre este tipo de letra que favorece
el vuelo ígneo de los cuervos.

Luis Daniel Pulido

viernes, 24 de agosto de 2012

¿QUÉ HICISTE AYER, LUIS DANIEL?

Foto: Carlos Nunez

Ayer vi solo el juego de la Súper Copa de España;
ganó el “Barza”. El tiempo, cuando me envenena
con sus prisas, me hace ajustar nuevos planes de vuelo.

De donde estaba, al taller que imparte Mario Bautista
los jueves, se agotaba toda mi flotilla de la fuerza aérea.

Tenía que caminar a prisa, ser más rápido y preciso
que Messi. Llegué a tiempo.

Los Centros Culturales en Chiapas son islas,
islas que manchan los dedos y sugieren que tienen
habitantes: zombies, serpientes, alimañas, hipócritas,
sirvientas.

De regreso a casa –e intercambiando textos, autores,
recuerdos con Mario– volvimos a ser lectores;
resaltamos, como debe ser, libros ajenos
y no establecimos como eje el autorretrato,
lo que escribimos ayer y no generó dinero,
acaso un plato de sopa caliente y veintitantos
gramos de lasaña que poco a poco perdieron
páginas dentro de una botella de vino tinto.

Ya lejos del Centro Cultural –nos dimos cuenta–
no fue necesario inventarnos una ciudad a oscuras.
Esta es así.

Ojalá el arte sea menos descriptivo, fácil, sutil
y sea violento en su fuego, sus cenizas, su naturaleza.

Pero es cierto: yo naufrago en otra isla,
jamás en la de ustedes.

Luis Daniel Pulido

24, agosto, 2012

lunes, 20 de agosto de 2012

MI VIDA POR UN DISCO DE ROCK


En mi casa ya no puedo leer, escribir,
excluir la desesperación en una frase divertida:
todo es un dossier de rancheras y narcos,
publicistas de omniscientes balaceras

En mi casa ya no existe la esperanza,
es un universo de ciegos

En mi casa ya no se escucha el clic de una cámara,
la vuelta de página de un libro, el crujir de maderas
de mi viejo puerto

Y lo pienso: septiembre es un infierno

Luis Daniel Pulido

Chipas; Méx. 20, agosto, 2012

sábado, 18 de agosto de 2012

BOLERO

Foto: Carlos Nunez

Es tan fácil olvidar a una mujer,
desplegar otros puntos de encuentro:
un bar, sillitas de madera, aeropuertos;
rayar paredes con números y palabras:
un sinsentido.

Bah, iba a decir “leer a los clásicos”;
nada más tonto: Se necesita ir a ver a otras mujeres,
mentirles sobre el alto valor agregado del amor verdadero,
firmarles en una de sus nalgas –o en ambas– dedicatorias
como las que escribo en mis libros, y luego volver a soñar
que se tiene un ejército de dragones o simplemente que sí,
es triste no ser el Hombre Araña.

Es tan fácil olvidarte: un par de palabras, cartas sin abrir,
tragamonedas donde jugar el día entero.

Lo demás, es lo de menos –dicen los que saben.
Yo sólo sé que me dejaste frías las orejas,
los ojos rojos, un pequeño dolor de espalda.

Si tan sólo tuviera pomadita de la vaca,
Voltarén, tus dedos martillando la zona contracturada,
pero no. Un hombre como yo aguanta eso y más y se va al cine
como si nada.

Luis Daniel Pulido

viernes, 3 de agosto de 2012

¿DE QUÉ COLOR ES EL CIELO, MAMÁ?


Querida Dany:
Ayer empezamos la gira y ayer mismo se terminó. Debes saber que desde niño he sido violento, una estampida de golpes, un altavoz encefálico que asemeja la sombra de un hombre alzando el brazo para golpear rostros, mesas, cristales.
Quizá no debí nacer o una vez ya amparado en el cariño de mi madre, morirme diez días después de escuchar sus lindos cuentos y ver la llovizna, maravillosa, de diciembre. Pero morirme.
Ayer golpeé a un imbécil que no se callaba cuando estaba leyendo. Y lo volvería a hacer. Pero no es eso lo que me entristece. Me he limpiado tantas veces la sangre de mis manos, que me he acostumbrado a vivir con eso que llaman “tragedia”.
Me siento triste porque he vivido demasiado, y no sé que me agota más: si tomar los medicamentos o no hacerlo y hacer lo que hice ayer: golpear, retar, amenazar, insultar…golpear.
Se suponía –terapias, doctores, psiquiatras, medicamentos, Cristos, dioses, santos, vírgenes, libros– que al levantar edificios con un puñito de letras, todo mejoraría. No es así.
Y vaya que he estado a punto de morir tantas veces: accidentes automovilísticos, balaceras en el Caribe mexicano, “pasones” de cocaína, tristezas infinitas.
Hice la gira, pensé en ti, en lo bien que va mi madre después de tantas operaciones, en el niño que me acompaña y no me abandona y siempre tiene un pan para darme.
Creo que tienen que aumentarme la dosis, o aumentármela yo mismo hasta dormir y presumir lo contrario: que vivo en un sueño contigo y tenemos tablita de surf.
Supongo que con lo de ayer se termina todo. Y con ello tengo que disfrutar como nunca lo he hecho, el cerrar mis ojos.
Te quiero tanto…
Luis Daniel Pulido