lunes, 29 de septiembre de 2008

AL SUR DEL MIOCARDIO GLACIAL




Todas las cosas se mueven hacia su final
¿Me amas? Nick Cave

Es un hecho que el amor algunas veces
es el hada que se esconde detrás de una piedra,
el dorado que confunde hipódromos
con oleajes a destiempos y llega a la meta
con arpón a mitad del cuerpo y disecado;
un cigarro que se consume como único signo
luminoso de lo que pudo ser
y ahora es un lugar inhabitable;
los poemas se escriben y no son proyectos de vida
ni recintos sagrados para declararte mi amor,
los poemas no son conquistas salvo tu mirada
que es mía y nada más;
y por más rayas de cocaína inhaladas
es imposible acortar distancias a los acantilados
que con su frontera fatal de piedras
me estrellan contra postales sin remitentes,
medusas de concreto y peces de colores
que se congregan para bendecir canciones póstumas.

jueves, 25 de septiembre de 2008

POLICIAS Y LADRONES




Para Lupita Moreno-Corzo, por su belleza infinita que me hace parpadear en zigzag

Cómete mis moras,
quédate mi bicicleta,
enséñame las trampas,
a jugar a la rayuela
Albert Pla


Espero que algún día
quede atrás la plaza
donde asesinaron a la democracia;
no por mayoría de edad
ni por el asiento en primera clase
de tu vuelo a San Petersburgo,
sino porque tu tiempo
se ha convertido en agonía
por esa urgente necesidad
de infundir, verificar y afirmar.

Quisiera –sin juicios de por medio-
que ese “ya ves, tengo razón”
se convirtiera en serpentinas
y el papel picado de una declaración de amor:
Historia de policías y ladrones,
coreografías de Abba o Vaselina,
un ventilador de dólares y euros,
un desayuno en la cama
con repentinos ataques de risa
por los buenos tiempos
y el precio de los chilaquiles
en Nueva York.

UN SEÑOR DE NOMBRE JOSÉ



José es alérgico a las abejas.


En términos científicos diríamos:


“se proyecta su anatomía a siniestras dimensiones y tonalidades”


En términos comunes se dice:


“ah, cómo se hincha y se pone rojo este señor”


Yo quise verlo pero fue cubierto por una gran sábana.

PETER PARKER



En las noches no soy el niño que te escribe,
es decir, nada de fut, Vía Láctea, Hombre de las Nieves.
Eso sí, mucho rock y algunas ventajas por las cuales
muy pocas veces me toca perder:
Un expreso caliente, la cajetilla de cigarros,
el ciudadano Jack Daniel’s y los Converse goleadores
con su buzón de estadísticas.

En el cajón, postales de la Universidad de Guadalajara
y los pies de plomo de la patria que se hunden en la yarda diez:
El humo y treinta y cinco minutos de tristeza infinita
amparados por un reloj de arena.

No es el niño el que marca a tu celular a medianoche,
es el superhéroe que se derrumba...

JACK DANIEL’S (DILE QUE LA AMO, LEONARD COHEN



Hay tantas cosas que desconozco
que algunas las veo desde el hacendado
acusado de matar por recuperar su tierra.

No sé qué pasa en la vida,
de sus tiempos y tráiler cinematográfico.

No es extraño que tenga miedo
de tomar el celular para hablarte,
de encender un cigarro
y que antes de llevarlo a la boca
sea el autor de dos disparos.

Desconozco si debo caminar a la derecha,
si existe algún código para decirte te amo
sin parecer perverso.

No sé, por ejemplo, si la Navidad
amerita vino tinto o cerveza,
si quince pesos sean mucho
o poco de propina.

Hay tantas cosas que desconozco,
algunas legales otras establecidas,
y las más difíciles: las usuales.

No sé por qué espero
que rayes con un crayón rojo
la palomita en señal
de que todo está bien,
si te quiero y te quiero tanto…

jueves, 18 de septiembre de 2008

ORACIÓN




¿Why is the bedroom so cold
Turned away on your side?
¿Is my timing that flawed?
Love will us apart (Joy Division)


Pido que llueva
y que al sur de Ankara
se abran flores y naranjos.

Que en los palos de jockey
se resguarden los goles
que nos lleven a la victoria.

Que llueva
cuando pulsemos “enter”,
que llueva en Shangai
y Tuxtla Gutiérrez.
Que llueva.

Pido por ti,
que nadie te haga daño.

Pido un whisky,
a los Beatles,
un hotel a pocos
kilómetros de una jeringa.

Pido que llueva
y se llenen de niños
los ascensores.


EL CIELO MÁS AZUL DE CHIAPAS



(Ucronía a partir de una lectura del Iching)

Los puentes vacacionales, entendámoslo así, son accidentes de un proyecto de país, una tiendita de dulces regionales, el reconocimiento territorial que da fe de playas y exquisitos catálogos de comida y cervezas.


En estos días definimos si de verdad nos gustan los tamales de elote bañados en rompope o en un acto de audacia –no de ocurrencia- pedimos al mismo tiempo uno de cambray, por lo que la cocina chiapaneca nos hace comilones biplaza.


El sábado, por ejemplo, me enteré de que mi mamá admira al extraordinario portero del Pachuca, Miguel Calero, y que el síndrome de mi desfasada edad emocional me descubría a los ojos de Lupita


-Si eres el pinche bebé dinosaurio, cómo que no- me dijo


Y ahí estaba, con mi bandera de México, mirando al piso, bajo la lluvia, sin ningún caramelo y el platito y los cubiertos de plástico vacíos sorteando la fuerza del viento.


Como si agregara dos aceitunas a un martini seco, Lupita me platicó de la antigua sabiduría china. Y mientras la gente cantaba el himno a Chiapas, en otro lugar, en una cafetería, en una pequeña mesita, el niño que fui saqueaba los panes y peces que Lupita disfrazaba de monedas.


En los años 80, le decía a manera de que no me descubriera, coleccionaba cascos de los equipos de la NFL que conseguía en Danesa 33. Cinco minutos después de esta confesión y entre estimaciones y previsiones económicas, Lupita y yo nos subíamos a un barco pirata rumbo al Caribe. En casa, mi mamá celebraba el quinto gol del Pachuca a las Chivas.


El tema desde esos días no han sido nacionalismos, arraigos o idiosincrasias sino qué disco pediremos nos grabe el poeta Lalo Hidalgo, ese muchacho bilingüe que no sólo artícula teorías spaninglish, también multiplica los tacos de carnitas y discografías de las más importantes bandas de rock.


Los puentes, los días de asueto se terminan, pero yo aún no termino de repartir postales donde se lee “este es el cielo más azul de Chiapas”.


Para despistar a “los malos” Lupita dijo que viajaría a Tapachula, y yo mandé mails donde informaba que iría a visitar a un tío a Orizaba. En Pachuca el entrenador de las Chivas presentaba su renuncia y mi mamá me escribía una carta:


Querido hijo:
En los cruceros hay suficiente calamar y langostinos para encargar niños. Espero no dejes en mal el nombre de tu padre, que era muy bueno. Besos.

LOVE SONG




A Lupita Moreno-Corzo

Quiero estar a tu lado,
evitar conclusiones,
decirte que te amo y salir ileso.
Volver a caminar contigo, escucharte,
compartir campos de hazañas
que sumen kilómetros de carretera.

A tu lado, en esa casa que quieres
a veinte minutos de Walmarts y aeropuertos:
Ser lo suficientemente socialistas pero con capitales
que no nos compliquen la existencia.

Que escriba buenos poemas
y con ello tu familia no me vea
como el patito feo.

Decirte en un mensaje de texto:
“Cuídate, Protección Civil anuncia
fuertes lluvias en Tapachula. Te quiero”

Y caminar y platicar hasta la madrugada
y que solo nos separen por algunos minutos
las ganas de hacer pipí y no el afilado escalofrío
de las despedidas que conlleva cierto riesgo
como el que borres mis huellas de la arena luminosa del cosmos.

Quiero estar a tu lado,
entrar a tiendas contigo,
comprar helados, pan de linaza,
jugos y eso que llamas “toalets”
y eso que llamo “soda”

Caminar y compartir recuerdos,
que al igual de una comedia de enredos
descubramos la posibilidad de ser primos-hermanos.

Estar a tu lado,
decirte cariño o sensei
en la banca del mismo parque,
como aquélla noche:
dejándonos contagiar
por lo que incendia la luna llena.

jueves, 11 de septiembre de 2008

ALGÚN DÍA, UN VERANO




El amor es un reflejo al alcance,
una base de datos disponible;
de uno depende la información,
el formato, las aplicaciones,
la marca de cigarros que compartiremos

Es también esa televisión encendida,
el híjole y el tropel de niños
que se nos vienen encima
porque en una rebelión de caricias
se hizo posible tu idea de parir gemelos.

Y tú hablas de fuerzas oscuras,
y yo te digo que no confundas
a Darth Vader con la embajada argentina.

Entonces sonríes y asientas
y dices –mjú- con esa ironía
que tienes desde niña
y aún presumes porque siempre
tuviste televisión a colores.

Me remito a la noche del miércoles:
manteles rojos, series de tv,
las olas y las palmas quietas
y tu rostro en su afán de aire
que me obliga a abrir las ventanas

Dios mío, qué bonita eres.

EL ORIGEN DE UNA BARBA



Claudia:


Ayer, por la tarde-noche, estuvo lloviendo. Un gran dedo de nubes tapó el sol y en un cráter desolado de la luna apareció un conejo de nieve.


La lluvia, me dijo la abuela, es un espejo roto que cae a consecuencia de galaxias fragmentadas por el gran frío que los dioses nórdicos exhalan.


Yo cerré mis ojos y abrí la boca para beber el origen de mis antepasados.

Fue así que me creció la barba.


Desde Pulidín City


Chincho, el pequeño vikingo

UN CORAZÓN EN FORMA DE BALA

A Lupita Moreno Corzo


1

No sé si fue mi guiño de vaquero, los patitos que me hacen cejijunto a la hora de enamorarme, quizá mi olor a pay helado. O esta mirada de bandido, la única sombra que sin sobresaltos me erige en tu espejo como un gigante. El mendrugo de pan y los centenares de migas respecto a una alacena en tinieblas y vacía. Yo digo que son tus ojos.

2

No fue el primer juguete de guerra, pero mi revolver lo recorté de una gaceta de Mc Allen. Disparo en defensa propia, espero la segunda tanda de noticias y me aseguro que sean para ti todos mis botines en dólares.

3

No sé si fue esta mirada a la Ian Anderson, mi playera del Milán, mis piernas sambitas, un poco mi parte de gentleman británico, otro poco las Confederaciones de tu balcón con las puertas abiertas. Pienso que esa cafetería, donde coinciden ladies y cowboys, tiene también cierto aire neoyorquino: los duendes comen setas, las hadas cuentan los billetes grandes y tú cantas Procul Harum, Fleetwood Mac y fumas habanos y bailas el cha cha chá.

4

Yo, bandido, desde que te conozco tengo muchas cartas que abrir bajo el estío del whisky y los alfiles postales. No sé si fueron mis caballos de trigo, esa noche cuando la luna nos sorprendió por su extensión sobre el río Missisipi.

5

Y sigues de pie en una de mis costillas, tan bonita, sosteniendo un paraguas bajo la lluvia como en un cartoon japonés. Por eso los conceptos del Bien y del Mal hacen de un beso una caricia reticente, el jaque mate que nos reconforta en el tablero de ajedrez, un hombre y una mujer contando los pasos en un duelo a muerte, un vaquero que cede y pone su corazón de frente.

Anda, dispara, mi bellísima Lupita.

jueves, 4 de septiembre de 2008

MARINA



Hay una constante en mi vida: se me acusa de ser demasiado infantil. Confieso que esto nada tiene que ver con el alza del precio a la leche, aunque conviene añadir mi afición al cereal y los fruti lupis.


Supongo que Marina, acostumbrada a párrafos extensos, se desesperaba con mis dislates verbales carentes de abundancias literarias. Siempre quise escribirle un poema bien bonito y sólo, a lo mucho, le dije: te quiero.


Algo tengo de comilón y por eso la mordía ante la escasez de terrenos comestibles en el refrigerador. –Ay, ay, ay, ay, ay- brincaban las letras en los labios de Marina.


-¡Si me vuelves a morder no habrá lunes de futbol americano!- gritaba. Pero yo practicaba el arte de la resurrección en sus ojos, ahí donde teorías y analogías son lo mismo.


-Te trato como un niño ¡eres un niño! A lo que escrupuloso como –por supuesto- un niño lo es previo a la travesura, le decía: tengo frío, abrázame. Y Marina me abrazaba sin importarle que nunca le escribiera un poema que valiera la pena.


Cuando ella se fue para detonar movimientos civiles en pro de un mundo de adultos, me dejó el Imperio del Suéter en el armario porque –me dijo- sé que algunas veces tendrás frío y ya no estaré contigo. También me dejó una foto y una ciudad a favor del viento. Cuando quiero darle un beso escribo poemas que en realidad son veleros.


Algún día crecerá y seré un gigante. Te lo prometo.

ANTES DE QUE SANDMAN ME LLEVE, LUMI





Han sido muchos años
de contarnos y escribir historias,
de picnics literarios
y rounds de sol y sombra.

No sé cuántas veces
me has roto el corazón
y yo tus ventanas a gritos,
serenatazos y pedradas.

Pero han sido todos estos años
los más felices de mi vida,
de soñar que un hijo nuestro
saldría de una lata de sopa.

Una mañana me levanté y fui el lobo.
Una noche el mismo niño terrible
que grita -no me abandones-

Han sido tantos años de cariño,
de mancharnos de mayonesa la nariz,
de comernos de tres a cuatro hotdogs
y transpirar el olor a mar sin derramar
una sola alcoba en tu cadera.

Han sido tantos años
de estar a tu lado,
de enamorarme y tocar
con mis dedos la luz del día
que se cuela cuando parpadeas.

Tantos años de caer y levantarnos,
de odiarnos, de perdonarnos,
de compartir las mismas calles
que nos vieron crecer,
de callar lo que quiero gritar,
de sentir que un buen corazón
es tan buen portero como Lev Yashin.

Un año más y yo ahí,
diablito, molestoso,
insoportable, canalla..

Han sido tantos años a tu lado
que sin ti todo está a distancias
inconmesurables.
Y por eso, como en alguna
canción de los Beatles,
canto que de amor me muero.

Y te digo: odio la trova
como odio a tus amigos,
cobardes que no ponen
el pecho por su tierra.

Han sido tantos años
de dibujar un corazón
con tu nombre,
de incendiar alarmas
para que ningún pollito
emprenda la fuga;
de amarte y caer y levantarme,
de decir adiós y reencontrarnos
cuantas veces el Vudú efímero
de las palomitas extra mantequilla
nos una con esa culpa que sienten
los homicidas.

AVENTURAS DE CHINCHO EN EL CAFÉ SON*

Ayer tuve una cita. Me puse guapo. Ustedes saben, una cita es mitad guiño y mitad propuesta. La primera mitad es la escénica y la segunda, la del feeling, el temperamento. Conocerse, conocernos, saber de ella, del otro, de nosotros.

Antes de eso el Mefistófeles telcell iba tiñendo de luz tu número telefónico cedido por ¿Marcela? ¿Juan Ramón? No importa. El biiiiiiip biiiiiiiiip biiiiiiiiiiip bajaba, supongo, entre tus dedos en forma de suave velo hasta que –como si tuvieras una copa- te llevabas el celular a tus labios para decirme: Hi, ¿who are you?

Entiendo que el reloj biológico entre un hombre y una mujer sean incompatibles en meridianos y que por eso no llegabas a la cita. Y lo entiendo porque te esperaría toda la vida por escucharte cantar las canciones de Los Ramones y Metallica; y lo dice el murcielaguito en que me transformo para que Marcela saque las copias y las reparta diciendo: -Miren esos ojitos enamorados y dormilones de Chincho.

Y yo volaría a Transylvania, de vuelta, si no fuera porque quiero decirte ¡Feliz cumpleaños Lupita, hey ho, lets go, hey ho, lets go!

Posdata: Si no me dejan pastel me pondré muy triste, y cuando estoy muy triste tomo mucho tequila, y cuando tomo mucho tequila me duermo, y cuando me duermo los malos hacen de las suyas.