miércoles, 21 de abril de 2021

LICHA MATITA SALVA EL MUNDO


 



Para Licha, Jorge y Vale

 

Hay obras de mapas imaginarios con sus enormes joyas bibliográficas donde persiste la firma del autor, los marchitos azahares de genealogías literarias marcados por transnacionales o bien: por una pequeña región de Chiapas no acostumbrada a escuchar. Las hay. Pero yo, acostumbrado a los naufragios de mi imaginación personal abarrotada de personajes, noruegas bonitas, bandas de rock, ratoncitos que me comparten el pan y el queso, me encontré con dos libros de Licha Matita: Sueño con gatos y aves y El amuleto de la abuela.

 Un libro es un refugio antibombas, un enclave de ritmos (porque los libros se leen, pero también se bailan), un cielo donde se arman relámpagos y ves gatos y aves que hablan e inventan palabras y también una abuelita cariñosa y una nieta amorosa y uno ¡sorpresa! ya está un barquito de papel y navega.

 Y en esa región de ruidos e insultos creados por corazones oscuros y envilecidos uno empieza a tener miedo porque mis libros favoritos –tristeza infinita– empiezan a desaparecer en ese paisaje centroamericano hostil. La luz del corazón no es un poder arbitrario. La luz del corazón no desanda, no borra las huellas de nuestros pasos: lo caminado. Estoy seguro que Licha Matita, autora de estos dos libros geniales, vio mis huellas. Y me lee sus libros: su voz se abre paso entre tantas risas malvadas. Me cuenta sus cuentos. Me salva.

 ¡Qué bonito escribe e ilustra Licha Matita!

 ¡Qué bonito lee sus cuentos Licha Matita!

 Así es que soy el habitante número 15, 387 en su corazón que borda, además, un enorme barco amoroso para migrantes.

 Maestra Licha Matita, ¿me lee otro cuento?

“Mi mamá dice que cuando tenga tristeza,

preocupación o alguna molestia

debo soñar algo que me guste.

 Yo sueño con aves y gatos.

 Durmiendo les veo, despertando les cuido”

 Licha Matita, Sueño con gatos y aves.


 Luis Daniel Pulido


jueves, 1 de abril de 2021

BREVES APUNTES SOBRE FOTOGRAFÍA DESPUÉS DE CENAR POLLO FRITO




 Fotos: Roberto Bernal


 No estamos esculpiendo mármol, sino recogiendo puñados de los restos de un naufragio que flotan en un río turbulento: podemos organizar los desechos, pero no escribir el río entero.


Rebecca Solnit

La fotografía es ahora una posición. Los juicios –y los premios– agregaron el ruido de la competencia, abrieron procesos escénicos más cercanos al periodismo y la denuncia, espejismos que salvaguardan lo peor del ser humano: vivir y cobrar de la tragedia.

La fotografía, sujeta al mercado, es un terreno exclusivo para la estética autoritaria, la que determina el Estado y su conjunto de instituciones. Por eso la fotografía se renueva en la periferia, su voluntad contestaría no sólo reside en ver la realidad social como la cabeza volátil a la que se apunta y se le dispara, resiste al “Síndrome de Estocolmo”, tan recurrente en el fotoperiodista, que discurre libre en el sistema benévolo que los provee de dinero y su impronta: la pornomiseria.

Ruido de fondo. Mucho ruido de fondo.

Estoy en mi hemeroteca y abro un libro al azar y leo esto de Pita Amor: “Dios, como un relámpago, me ha iluminado en algunos instantes”. Y agradezco el montoncito de luciérnagas que veo por la ventana.

Luis Daniel Pulido

POETAS EN EL CORAZÓN DE LA MISERIA


 

Hablan de poesía

–unos desde su cielo cosmopolita

y otros desde el anonimato de su provincia–

entre habituales decretos de excomunión,

o bien entre los rótulos luminosos

que anuncian el oficio:

los postigos en el agua tibia,

el riguroso traje negro de los premios.

 

¿Hay algo digno de nombrarse en la miseria?

 

Una fila de niños centroamericanos –imaginas–

caminan de puntas a la escalera.

 

No existe –te dices– ave rapaz que apague el candil de la casa.

 

Eres el orgullo de tu pueblo.

 

Anda, come.

 

Luis Daniel Pulido