domingo, 31 de enero de 2010

EL NIÑO DE LOS OJOS FEOS

Imagen: Cristian Castillo

La distancia hasta el cielo no es constante, como creía anteriormente, sino que fluctúa dependiendo de la población de las aves
Jaspreet Singh (Diecisiete tomates y otras historias de Cachemira)


Los sonidos abren
su enorme boca de dinosaurio
y yo decido quedarme ciego
para no usar elevadores,
sino escaleras bajo los árboles

Camino como un osito sanguinolento
y reconozco los tibios listones de almendras
que se reflejan en mis lentes

Tengo ojos feos, los ojos más feos del mundo,
y por eso conservo los juegos que de niño nunca pude compartir
en los Blocksbusters de centros comerciales o en las autopistas
de platino de Beirut a la medianoche

Todo es extremadamente blanco
y todo se da a manos llenas
cuando se tienen ojos feos.

jueves, 28 de enero de 2010

ÚLTIMAS NOTICIAS*

Imagen: Cristian Castillo

Sé que ya no soy un niño,
dragón inmortal del kung-fu,
duende travieso de tus noches oscuras.
Soy –desgracia- amigo del poeta más cabrón
del más cabrón Instituto de Cultura.

Las palomas son mentiras
en el polígrafo de metáforas
porque –desgracia- no perfeccionan
el mundo (y quizá por ello nadie las
alimenta).

Sé que ya no soy un niño,
angelito desnudo en la Iglesia
de San Esteban, ni un Waste Allocation
Load Lifters- Earth Class de un planeta
sucio y contaminado: burbuja negra del tiempo,
cosmos de números plateados.

Soy –desgracia- lo que ustedes ven:
un hombre al que le pesan ya las derrotas
y se topa –ciego- con el olor a limón y jícama
de una calle céntrica que también es la pequeña
sala donde escriben sus últimas palabras los suicidas.

Otro día discutiremos
porqué se construyen puentes.

*Escrito con whisky y la canción Are We Trouble Now, de Mark Nopfler


lunes, 25 de enero de 2010

SOPITA AFTER PARTY*


A Pulsi Davis, porque nunca se olvida de mí, culpable y baquetón


El sábado me habló Pulsi Davis,
una güerita muy bonita
que es homeópata, modelo
y profesora universitaria.

En el celular esperaba otra llamada,
la de mis editores para confirmarme
si leería en San Cristóbal de Las Casas,
pero me mandaron por el tubo
de la lista de escritores improbables.
Veía la tele. Viva Chiapas.

El sábado me habló Pulsi Davis
para invitarme a su cumpleaños.
El reloj marcaba las 8 de la noche:
Bar y comida, pastel y cigarros gratis.

A las 8:15 me subí al Conejobus,
que me enseñó sus cuádriceps
de alta velocidad y ese cha cha cha
de música anticongelante.

Una tortuga de crudo y gas natural
nos rebasó por la derecha.
En el año de la patria el biodiesel
no compite: es un burdel sin madre,
un gobernador con pueblo,
una fiesta que nos espera.

Cuando llegué Pulsi no estaba.
Me recibió su mamá,
sexi y salvaje como una palmera.

“Un whiskito, Luis Daniel”, me dijo.
Y yo le abrí el puerto y la programación
de radios brasileñas.

En esas andaba, cuando Pulsi llegó
y me dijo “Tienes hambrita”
(porque “hambre” nos remite
a los ricos de Norteamérica,
y “hambrita” a la resistencia social
de los hombres que hacemos dieta),
y le contesté “Como tierra seca”.

Entonces sus manitas,
de princesa de high school
de Brownsville, Texas,
me prepararon caviar
en tostaditas.

“El año pasado te bebiste
todo el alcohol de la mesa”,
apuntó en su manifiesto
de buen comportamiento.

Y yo le prometí no beber tanto,
solo un gajito de lo que ella me diera.

A las 12:15 de la medianoche llegó su tía
“Ah, ternurita, hasta cuando te veo.
Eres un amor. Me encantan tus poemas”.

Y beso. Otro beso. Uno más.
Beso. Beso. Beso. Más besos.
Beso. Besito. Besote. Beso.
Otro beso. Beso.

Las fiestas, sin duda,
te llevan a un buen cuerpo,
unos bonitos labios,
unos ojitos que se cierran
y se expanden como un sueño
por toda la piel de una mujer
bellísima que me besa y me besa.

Guao.

De película.

*Poema escrito al ritmo de I'm Gonna Be(500 Miles), de The Proclaimers, y tema de la película Benny & Joon

viernes, 22 de enero de 2010

REVELACIONES*


Las minas no dan posibilidades de redención,
uno las pisa y la muerte pierde el paso en el tiempo
-me refiero a las partes cronometradas de nuestra
profunda tristeza- como la de ver una estación
de camiones vacía, el documental de niños
mutilados en la historia reciente:
De ver cómo nuestros ojos
-fríos como el agua de la Antártida-
mantienen una mínima distancia
con la inocencia hasta que Chincho
escribe en los muros la lista de madres muertas
que tomaron el lugar de nosotros sin decirnos nada

Me inquieta el olor de los jardines
porque Dios huele a pólvora

*Al momento de escribir este poema escuchaba Revelations, de Iron Maiden, del Flight 666 The Concert (Sidney, Australia)

jueves, 21 de enero de 2010

¿ALGUIEN TIENE MIEDO?


Los desiertos no son trayectorias
con olor a sopa, provocan comezón
detrás de las orejas, nos marcan
en los labios palabras que poco a poco
se secan y en cada gesto posterior
dan la impresión de ser un enorme dedo
señalando un refrigerador lleno de Gatorates

Ojo y lengua se atan civilizaciones
que caben en un puño que golpea
con furia la arena

Sólo la noche jamás termina de apagarse,
tiende sus cables luminosos sobre una nube
de mosquitos

Pero resistiremos – Marina alinea los muebles,
Nicole hace la cena y Alejandra fabrica con
engrudo, papel y agua el refugio sin puertas-

En los desiertos, la primera noche,
nos aterrorizan los ojos grandes
y oscuros de ese imponente silencio
que poco a poco consume el telar
rojizo de nuestra pequeña fogata

Y cuando eso pasa, nos tapamos del frío
y pensamos en cómo liberaremos
a todos los niños de la guerra

miércoles, 20 de enero de 2010

CAMINO A LÍBANO*


A la memoria de don Vicente Pulido, mi papá


Chincho, tenemos que hacer las maletas. De nuevo irnos, tatuar “Dublín” en la raíz de un árbol que deshoje cisnes y no hojas de plástico en plena tormenta de nieve. No importa –prepárate- el frío de ahora en adelante, la vida sin mesas de centro que desde los años 70 son universos de cabeza, cuando tú no eras más que el primer paso del hombre en el espacio y dos niñas enamoradas de nosotros juraban que éramos más populares que los Beatles. Exiliadas libanesas, si no mal recuerdo. Una de apellido Handall y la otra Buchaín. ¿Hablaban español? Por supuesto.

¿Hacia dónde iremos ahora, Luis Daniel? No lo sé. Me han contado de mares que se agitan, que son como balanzas que se inclinan en una u otra dirección según el peso de estufas, linternas y sillas, que tienen sus propias fechas y que cuando se transforman en estaciones espaciales se come tan rico como en el Líbano.

Mmmmmm, qué rico. Pero no olvides que aún estamos amenazados de muerte, la que en esos años definías así “la muerte es solo tiempo no vivido”, y ¡paz! que te besabas a la fuerza a Ivonne y yo ahí, pequeño, escondido en una cajita porque nunca permitiste que fuera a buscar minas.

Yo sé que estás triste, que te has caído y más allá de rasparte las rodillas, te han humillado, pero tú eres mi héroe. No importa cuántas veces tengamos que hacer maletas. Quizá ya sea tiempo que vaya a desactivar minas y tú a descansar un poco. Quizá es tiempo de que se inviertan los papeles y sea yo el que escriba las historias.

Adiós Dublín. Tenemos que buscar a dos niñas que se llaman Ivonne y Dora, extraviadas desde 1982. El desierto, sin duda, no será un acuario de peces vivos. No importa. No tenemos miedo.

-Luis Daniel ¿Me das tu mano?

-Claro

*Escrito bajo las notas de Remembrance Day de Mark Knopfler

martes, 19 de enero de 2010

¡PANCITA, PANCITA!


Chance y a lo mejor no soy más que un campo de futbol sin porterías
Ricardo Castillo


Si pudiera descansar mi cabeza sobre su panza
¿Habrá pirañas, pequeñas sinfonías
o sólo diminutos ojitos cerrados?

Yo le pregunto si en ocho meses
ya le habló de San Petersburgo, la aurora polar,
como se manejan las bicicletas
y de Diego Armando Maradona.

Creo que sí y lo hace por celular.

¿Los bebes tendrán vida nocturna?
Puede ser, y si lo hacen, es con Mozart.


¿Sabrán los niños lo que es un baby shower?
No lo sé, pero tu mamá organiza uno.
Me lo dijo y no usó el celular.

Si pudiera descansar mi cabeza sobre su panza
y escuchar cuando preguntas con tu extraño lenguaje
¿Dónde está la orilla?

Y yo no podré contestarte porque sólo vine a comer
muchos panquecitos y galletas para que tu mamá
no rebase los diez kilos que el médico le recomienda.


La mamá de tu mamá
dice que eso pondría en riesgo tu salud.

Lo que sea, que todo salga bien
y, cuando eso pase, ven conmigo
a contar las estrellas.

Quedan pocas pero quizá te pueda dar cinco
para cuando te compren una piñata.

¿Sabes lo que es una piñata?

Te lo puedo decir si tú desde adentro
me dices qué es una cesárea.

¿Será una vecina que no conozco?


¡Pancita!, ¡Pancita! No te vayas

lunes, 18 de enero de 2010

BAILAR, LEER, BEBER


A Oriana Meléndez, mi joven amiga, por la vida y los jarritos de cerveza fría

Con tu permiso, me voy a casa a tener un ataque al corazón
Vincent Vega

Me gusta verte bailar, celebrar
contigo el decimoquinto disco
que no grabé, y que te sonrojes
de que –por ganas de no sentirme
lejos de ti- retrase los síntomas
de mi edad en un una mentira
piadosa: Tengo 28 años;
tres más de los que imaginabas,
diez más a la noche anterior
de esta confesión que a pesar
de todo te sigue esperando
a las puertas de tu ciudad,
cuando tomes mis manos
y el barco de rock ize de nuevo
las velas a tu corazón de fiesta
y olvidemos –de mutuo acuerdo-
la brújula y los mapas, seguros
de que no encontraremos
islas en altamar, aún cuando exista
gente que asegure verlos



viernes, 15 de enero de 2010

YO NO LE TENGO MIEDO A LOS MONSTRUOS

Laura Baeza

Todo empezó un día
que se hizo de noche
en un desierto con dunas
y camellos.

La luna tenía fría,
fría las orejas
y sus ojos se cerraron
con la última luz de la tarde.

Yo cargaba paquetes de palabras
atados con cintas, y en una rendija
se escuchaba el sonido de mil voces
amenazantes.

Tuve que ajustar los extremos
opuestos -miedo y arrojo-
con mi estómago, amarrarlos
con mi tripita de pollo.

Caminé desafiando a la muerte
y el reloj marcaba las once
de la noche.

Una lámpara de mano
derramaba su luz sobre
el objeto: el “riiiiiing”, “riiiiing”
dejó de ser una formación cerrada
de timbres y se transformó en una plaga.
No sobreviviré. Son demasiados.

En eso, una voz dulce
se escuchó a lo lejos:

-Chincho, por el amor de Dios,
contesta el teléfono-

lunes, 11 de enero de 2010

BAJO EL SOL DE GLASGOW


De Chincho para Laura Baeza


Estuve triste. Sí.
Pinté mi corazón
con motivos egipcios
y me volví un hombre alto
por la suma de distintos
continentes en cada sándwich.

Dublín –me dijo Luis Daniel-
es un globo pinchado
por un clavo. No le creí.
No le hice caso. Dejé de comer.
Mi panza avanzaba a la Plaza
en línea recta.

Estuve triste a pesar
de ser una feliz momia.
-Quítate eso- decía
el que derrota por dolor
a zombies mutantes.

-Pero son muchas vendas-
contesté sobre una barca
con destino a Buenos Aires.
Me arremangué los pantalones
y giré sobre una pelota.

-Laura escribirá pronto-
le dije al que pide un café
y escribió un libro sobre pollitos
que escriben cartas.

Pero pasó el tiempo,
el diciembre interplanetario,
tres nubes con telarañas
y siete mosquitos ninja
que se ahogaron
en el agua estancada.

Y no, no escribiste,
y ambos –Luis Daniel y yo-
pusimos cara de murciélago.

El agua dulce se volvió salada,
y una noche –escritor y niño-
nos volvimos enemigos mortales.

A punto de retarnos
a la rayuela sangrienta,
de Dublín llegaron noticias:
los atardeceres en Glasgow
perdieron a todos sus tripulantes
y le sobrevive una niña avispada
como disparo y bonita como nadie.

Dijimos “es ella”,
y llegamos por ti a galope.

Mi caballo, una Heineken.
El soundtrack, Ghost Raider.

Y así la vida empieza de nuevo
cuando se apagan las luces.

domingo, 10 de enero de 2010

CANNON & DOLARS


Para Laura Baeza, por este domingo de sol y cerveza


Hace frío- le digo a Nadia.
En el D. F. una lengua gigantesca
envuelve el plumaje de virgen
altiva de la gran ciudad

Y no es miel en tiempos oscuros,
no sabe a beso adolescente

El metal es fértil,
y le salen escamas

Se ha perdido la temperatura
sin mancha del arroz con leche,
el barro, la paja, la hierba
y todo huelo a rezo,
a úteros de jade y obsidiana

Me han pedido por siete fuegos
de plata 35 dólares, no despreciar
el ombligo del mundo, no negar
el pan al amasijo de Huitzilipochtlis
que como espigas despuntan
en mercados y arrabales

No lo hago

Me maldicen

Soy maldito

Regreso a casa a escuchar
a Iron Maiden

sábado, 9 de enero de 2010

ÓPTICO


Un poco de fiebre hace que vea en el espejo
cientos de palabras semidesnudas;
supongo que por falta de vitamina C
y no por mi boca que respira burdeles

qué artista incierto es el termómetro
con sus pequeñas historias adjuntadas
(o arrimadas) a mi piel por enfermeras

qué dolor de cabeza por esos pequeños
charcos de sangre que llegan al hueso,
por el sol con su lengua de luz clavada
en un anzuelo lento, oxidado, zigzagueante

un poco de fiebre y el cuarto gira
ataviado por mis enormes parpados

quién dice search
quién dice derecho izquierdo
ademán cebolla lusitano

quién tiene las llaves
las culpas los barcos de guerra

cariño, dame un céntimo de clavos
para abrazar la fe en un corazón de madera

viernes, 8 de enero de 2010

YO, JEDI

¿Qué es un pastel de elote?

Yo quisiera hacer una brújula con mi cráneo,
ubicar el Norte o Sur con mover los ojos
-izquierda, derecha, derecha, izquierda-
sobre lo que se desparrama y parece
ser una serpiente. No hacer lo de Anakin
Skywalker, ser llama y ceniza,
pasar de bueno a malo y comerme
de un bocado a Orión con otro nombre:
el de Lord Vader

Quiero jugar frontón como mi padre,
tener millones de imánes,
beberme la niebla y pararme de manos
en la flor de la tierra

Quiero el fuego, el firmamento
en billetes de veinte pesos,
nunca estar enfermo
e ir en bicicleta por la espada
en la piedra

Yo quisiera ser el rayo
que rechina los dientes
en el frenesí de los truenos,
en el plomo de los árboles
que se deshojan,
en el ojo que me falta

Quisiera –ya encarrerado- morderle
una nalga a Nadia Villafuerte,
publicar un libro de zombies,
alzarle la falda a Cindy Del Valle
y que me escribiera desde Dublín
Laura Baeza

Y ya con mi brújula de letras,
no escribir poemas sino hacer
ricos pasteles de elote

jueves, 7 de enero de 2010

BURBUJAS DE FUEGO



Cindy, eres mala,
pues no me devuelves
los caballos que te presté
para los carruajes que utilizaste
en tus fiestas de fin de año

Eres mala, además,
porque me dijiste
“uy, si yo te quiero,
si contigo me siento
esponja con mi cintura
bien tallada”, si vieras.
Y no vi.

Eres mala porque te fuiste
a otra tierra en burbujas de fuego

Eres mala porque dices
que eres mi novia, pero
sólo me dejas los restos
y no un plato rebosante
de cereal con leche
con astros y semillas

Mala, como puerquito
con cisticerco,
cartero sin cartas,
periodista de Chiapas

Me mentiste, y eso duele
como muela que se pica,
como el shampoo en los ojos,
como cada regalo que no llega,
como el insecto que cae
en mi agua de jamaica fresca

Cindy, aún tienes tiempo
y corre

1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13

¿Me vas a dar muchos besos?

14, 15, 16, 17, 18, 19, 20

¿Me mostrarás tus piernas?

21, 22, 23, 24, 25, 26, 27

¿Haremos el amor?

28, 29, 30

miércoles, 6 de enero de 2010

UN HOMBRE LLAMADO MAIDEN


Te lo advierto -con franqueza
y no con violencia descarada-
que no contrataré caza recompensas
para encontrar el hit parade
de tus delirios emocionales.
Puedes cantarme tus estados
de conciencia, el futuro
con sus falsas geografías:
el horóscopo y la cábala,
pero no el ticket del costo
de tus abrigos invernales.

Te lo advierto
-aunque simules ignorarme-
que aquí sólo se escucha rock
y se saluda de mano por igual
a la monja, la foca y el sicario

No me exijas que pague tus cuentas,
que voluntariamente me haga cargo
de lo que no me importa: el precio
de tus zapatillas, el resultado
de tu prueba de embarazo,
los mecanismos domésticos
de una sexualidad responsable

(El sexo se conquista guerra a guerra
y tú, sí, tú, eres mía)

Te lo advierto
-rockero e incivilizado-
que no eches a perder
el amor con banquetes de polvo
y lo que llamas “bonita cultura
popular mexicana”,
que esto es el infierno,
el vuelo 666 con mi banda
favorita de todos los tiempos:
el Iron Maiden más allá
del mainstream estadounidense

Posdata: Anda, no seas malita,
cómpramelo, sólo cuesta 200 pesos.
Bara, bara, bara, bara.

domingo, 3 de enero de 2010

1988



Hubo un tiempo que llegaron a la Prepa hermosas chicas de Montevideo. México repartía papeles políticos para las elecciones del 88, y todo estaba listo bajo el yugo Salinista. En ese entonces mi banda favorita era Motley Crüe y por esa insólita red de relativismos deportivos (sobre todo si usaban minifalda) me declaraba “hincha” de Nacional. Las uruguayas también se consolidaban como los poemas fundamentales para entender la literatura de mi generación, cuyo punto final siempre era un granito o camaradas afectos a la mano peluda.

Con la reanudación de las protestas por fraude electoral, nos abandonamos a favor del cine de Woody Allen y amar nuestra propia tumba de ciudadano sin tráiler park en el México moderno. Pero fue Karina Handall la que me dobló las orejas; y entre conciencias políticas y razones sexuales le declaré mi amor de cielo bocabajo (Hay países que no tienen remedio y México y Uruguay eran de esos).

Recuerdo que decirle si quería ser mi novia fue como si ella fuera Enzo Francescoli y yo el dueño del Olimpyque de Marsella ofreciéndole un buen contrato. No faltó para celebrar el corte argentino, postales de Punta del Este, un dossier de humillaciones contra el Atlas de Guadalajara y, por fin, el beso que a su vez es el opio de los poetas. No recuerdo si escribí alguno, pero en los entreactos de las clases eyaculé pedestales vacíos en una vagina republicana que humedecía figuras liberales. Hacíamos el amor como si ella y yo disputáramos una final de la Copa Libertadores, redimidos sólo por los penaltis y la Sheherezada de su aliento en mi rostro. No faltaron las discusiones por si el arte debía tener ojos serenos o iracundos, si Onetti era el Bukowski sudamericano y que un chingo de gracias debía de darle al pueblo uruguayo por la contratación de Robert Dante Siboldi. Entonces yo arremetía contra ella –en la privacidad de su dormitorio- con mis discos de Motley Crüe a todo volumen. Imposible olvidar su figura en la cama, de mujer tendida en la playa, con el sol y sus agujas de coser haciéndole un bikini azul que en menos de tres gaviotas al vuelo estaba en mis manos. Y faltar a clases para leer grafitis “polvo eres y en polvo te convertirás…y entre polvo y polvo nos divertimos”, “Cuauhtémoc Cárdenas, Presidente”, “Chinguen a su madre los Tecos”, y después tomarle la mano y entender que el amor es lo más parecido a comer algodones de azúcar sin importar que el resto tire a quemarropa desde helicópteros de palomitas ¡plop! ¡plop! ¡plop! ¡plop!.

En 1988 la besaba bajo banderas que repicaban restos de una luna rebosante, en largos corredores de barrilitos de cerveza y jardines de crisálidas. En 1988 vimos topos cavando la libertad de un país que no quiere serlo, así también los colores del arcoíris comprimidos en bolsitas de cocaína. Y más discos de Scorpions, Slade, Uriah Heep, Iron Maiden, Metallica, Deep Purple, Ozzy Osbourne, Charly García. La bicicleta que robamos en el estadio Jalisco para llegar a ver los 35 cambios de ropa de la aspirante a top model mientras masticábamos cubitos de hielo sentados en el régimen absolutista de las pasarelas.

En Uruguay, me decía, el alba se parte en dos mitades antes de zarpar hacia los capitales europeos; en una de las mitades mamá me dejó 3 500 dólares para viajar a México.

Esa vez los líderes de la Prepa nos recordaron que las democracias en América Latina completaron su ciclo en el último disco de Silvio Rodríguez, y quienes saltaron al interior del discurso revolucionario lo hicieron para sumarse a la gran ruta de oportunistas que forjaron el estado de ánimo de lo que es la actual trova: mariposas, covers de Pandora, niños y niñas de rosa (¡Puta madre, cuánta falta me haces Motorhead!)

Pero la vida es para mí desde ese día estar a medio camino entre sus ojos verdes y los vidrios astillados de la Uruguay disidente, entre este poema y el ritmo que marco con los pies: inolvidable verano lleno de caminos de terracería reflejados en el espejo de un autobús con destino a Tuxtla Gutiérrez.



sábado, 2 de enero de 2010

CINDY, CON CANCIONES DE JANE BIRKIN & SERGE GAINSBOURG (Y UN POEMA MÍO)


Uh, si supieras lo que puedo hacer con sólo oír tu voz
Ella (Desde Tapachula)


Ha pasado el tiempo,
el cuarto sin ventanas de los orgasmos
que te mancharon de blanco,
tus manos debajo de las sábanas,
el insomnio de mil lobos en celo
que despedazaron los caracoles
de tu placenta

-Nada de hijos, Daniel- dijiste;
y las espinas de cuarzo
se desangraron en un telar
de minerales: en cien gramos
de lo que parecía un bebé

Y a pesar del mal olor de la sangre,
nos seguimos amando

En diciembre volvimos
a echar otra mirada al interior
de lo que nos queda
-directo y sin vaguedades-
en una llamada de larga distancia,
tomados de la mano por la bahía
donde ensalivas de espejos
los astros que arroja la marea,
envuelta en el sudario de tus masturbaciones

-Volveremos a vernos- prometiste y exhalaste