jueves, 12 de septiembre de 2019

LAS SIRENAS NUNCA SE FUERON




Los viejos roqueros no pernoctamos en el detalle,
nos retiramos de las fechas el año la disforia
el jardín los que guardan silencio:
los que no existieron

Quizá diga “en el Tec, aquélla prepa,
embarcaciones a la hora y pico de otro planeta”,
algo así; la sal en la herida –digamos– no es algo
que duela

Los viejos roqueros lo son por los caballos
galopados en caminos de fruta podrida,
por la Sibelius y Sérusier y Robert Johnson

El pacto con el diablo y el manuscrito medieval
–con la significativa excepción de la comida–
nos volvieron budistas

Treinta años después no dimos paz ni amor,
ni un mejor país para tus hijos

Desde un hotel en Cancún escribo esto

Luis Daniel Pulido

Foto: Larry Woodman

lunes, 2 de septiembre de 2019

SI HE REGRESADO A LA TIERRA ES POR TI, MI AMOR (Y POR ALGO DE DINERO)




Me he propuesto promover la actividad
económica de este país,
un milagro que pueda competir, pienso,
con el Arca de Noé, el pan –y sus muchos escándalos
de corrupción una vez multiplicados;
a vivir en los espacios reducidísimos de la oferta

Hice, pues, trabajos de corrección;
esos temores oscuros,
ese amasijo de entrañas en las que hay que nadar

Y ahí estuve, siete días, frente a la computadora,
en mi sillita, viendo transportes atestados de erratas,
un ventarrón que salió de no sé dónde,
un punto y coma que guardó silencio por un instante

La aleta y la cola ominosa de la ballena,
la mariposa prendida del alfiler,
el lenguaje, la cita recóndita,
la palabra: la linterna

Hombre, que está rebueno el pago –digo por teléfono

El mar está en calma

Veamos qué tan buena está la cerveza

Luis Daniel Pulido