viernes, 31 de diciembre de 2010

EL CIELO PUEDE ESPERAR




Ramona Flowers camina hacia mi casa para esperar conmigo el año nuevo

A la memoria de mi papá, Don Vicente Pulido, que venció bandoleros en Chihuahua y toda la galaxia

Soy un hombre que busca una patria,
un relámpago, una bala,
algo que sea irrenunciable
como mi amor por las mujeres,
que tenga apostadores y rufianes
y no acuda a los cuartos de tono,
a himnos con palabras

Que tenga playas de oleajes somnolientos,
horarios de vuelo a todas partes,
niños que lancen superhéroes de Marvel
sin ser vistos, fanzines monocordes
como las tardes de domingo en la Plaza
de Lesseps

Soy un hombre, pues, que busca una patria,
altiplanicies o litorales para decir “esta mujer
es mía”

Y beber whisky y encender Habanos
en señal de que la luz –de neón o de bengala–
es también la ceniza que cae y desde el aire
da pan a los hombres cuando anochece y llueve


lunes, 27 de diciembre de 2010

MI NOMBRE ES SCOTT PILGRIM Y NADIE ME QUITARÁ A LA CHICA DE MIS SUEÑOS

Ramona Flowers & me

Pelearé por ti a muerte y el amor
–esa ciudad que imagino y donde
me das besitos, besitos– se iluminará
como una sinfonía sobre un sándwich
de orquídeas

Que el hombre se repite, dice Zweig,
Cioran, Paz pero también el Game Over

Lo que importa: Hay un desierto bajo el agua
que me permite abrir los ojos

Muerdo el fruto

Mis dientes cercenan la piel
de la fruta y la pelea empieza

Fight, fight

Kim hace el conteo uan, tu, uan, tu, tri
y la música –que se toca desde el hambre y la furia–
da a mi favor mi primer knock out

Lo siete ex siniestros y un hermano furioso
me rodean, y yo me siento a escribirte
canciones de tres acordes

Viajamos al espacio y pinto en tu pancita
los ojos, la nariz y la sonrisa de un niño
concebido después de comer un millón
de manzanas rojas

Y yo, feliz, me pongo mi playera
de Smashing Pumpkins y espero
la señal

Fight, fight

Nadie me quitará a la chica de mis sueños

viernes, 24 de diciembre de 2010

EN UN MOMENTO VUELVO, SALÍ A CAZAR TIRANOSAURIOS




A los niños que van hasta Japón, patean traseros y rescatan princesas

Me invitaron a escribir en una revista para niños. Lo he pensado. Y lo he hecho con palabras, con los ojos abiertos, con los ojos cerrados, con los ojos hundidos en las profundidades del poema homérico, a simple vista, con números y naranjas, y no lo voy a hacer. Lo mío es cazar tiranosaurios, levantarles la falda a las niñas, caminar sobre el mar al aprenderme sus nombres, calzarles pantuflas con la suavidad de las luces de los comercios cuando cierran.

No escribo –me dije– para niños que razonen si esto es bueno o malo, que caminen delante de su patria, que se vean como el punto más alto porque papás, maestros y editores digan que son como huevitos a punto de romperse. Qué pena.

Yo soy despiadado y más cuando quiero estar contigo niñacocodrilo que le temes a los tiranosaurios, al sonido del tren cuando salpica con sus llantas la sangre de las ranitas aplastadas.

Quizá no deba manejar sin lentes el tren de la medianoche, pero es divertido, aunque sé que esto me hace impublicable.

Ahora, si te alzas la falda más arriba de las rodillas, y si mi actividad –donde recién llueve– me lo permite, escriba un cuento para niños “buenos”, de esos que creen que los animalitos hablan.

Pero no, esa es la diferencia entre tú y yo: tú coloreas los animalitos, yo los hago cachitos y me los como.

Pero déjame pensarlo. En un momento vuelvo.

Me voy a cazar tiranosaurios, y de paso, incendiarte tu iglesia.


martes, 21 de diciembre de 2010

LA IMPORTANCIA DE LOS TIMBRES EN LAS PUERTAS

Foto: El Tapacholos


A Mayolix Estrada, la niña bonita que vino de Tijuana para decirme ¡Hola Oso!


Ojalá volvieran los días cuando tocabas
mi pancita y soñabas con volverme grillo,
cuando viajabas a Tijuana y yo, desesperado,
atravesaba un sinfín de ejes viales pidiéndote
que no te fueras, que me era imposible soportar
ese disparo de quince días sin novia bonita
que me dijera cuánto te quiero

O tus mensajes desde el aeropuerto, que al igual
de los hoteles sin cuartos, te dejaban con tu libro
de Murakami sentadita en la sala y tecleando perfiles
de la vida moderna, entendiendo que no hay Tijuana
totalitaria ni novio más importante que un tal
Luis Daniel Pulido

Ojalá vuelvan los días cuando me abrazabas
y me decías que era tan grande como Wagner,
polemista como todo niño insoportable,
amniótico porque jamás acabo de crecer
y armenio –palabra sugerida para no decirme
sociópata o mamón– cuando decidía no hablarte

Ojalá vuelvan las tardes cuando te escribía un libro
y te mostraba los avances y tú me comprabas helados
de alguna franquicia importante y yo adivinaba el sabor
en tus labios y cerraba los ojos y amanecíamos en un auto
de lujo, contigo pellizcándome y organizando mi entusiasmo
para que no soñara demasiado

Ojalá vuelvas como vuelves en mi cumpleaños,
para desearme suerte, para decirme que no me apene
por mi ojo perdido, que regresarás y algunas veces
no será necesario que lo note

Que estarás en mi corazón por siempre
y por eso ya compraste Blackberry y sala,
recepción y lo más importante: timbre en la puerta


lunes, 20 de diciembre de 2010

LA BALADA DEL CABALLERO DE LA NOCHE*



Algo hay de cierto cuando digo te amo,
ya que no padezco de fenómenos generacionales:
Ni hippie ni tecnócrata ni revolucionario,
siempre –rayo fulminante– conservo en mis puños
el hematoma y la giba contra la falsa libertad
del pensamiento de protesta

No creo en la voluntad romántica del socialismo,
tampoco en la obvia travesía de los capitales,
aunque prefiero Cancún o Los Cabos,
ese título particular que dan las mujeres bellas

No quiero desmitificar la Conquista,
quedarme atrapado –contigo o sin ti–
en esa porción de ingenuo chantaje;
quiero romper a patadas o golpes
los agravios que dan fisonomía
a la historia que nos cuentan:
hacer perceptible, en cada orgasmo,
la sangre que como una nube de nervios
desciende por mi pecho

No puedo decir te amo sin dar, mínimo,
veinticinco panes amargos a los perros del alma;
no puedo desaparecer la sed que tengo con poemas
de agua dulce, mucho menos con el zumbido del río
a punto de desbordarse

Quiero la crueldad del niño que no tiene interés
por la vida, su falta de precaución, sus ojos aislados
del mar, lo que recorta y resguarda bajo una caja
de crayolas y no muestra a nadie por el riesgo
de convertirlos en aviones que caen

Luis Daniel Pulido

20, diciembre, 2010

*Del libro autobiográfico Prohibido degollar patos

viernes, 17 de diciembre de 2010

DICIEMBRE ES UNA PARED (Y TAMBIÉN UN NIÑO ZOMBIE)




Me dijeron que a pesar de todo la vida sigue,
que debemos encontrar pistas nuevas,
otras ciudades, otras filiales

Olvidar la sangre de nuestros pies
en el desierto nacarado de la voz
entrecortada

Que el perdón no se encuentra
en los manuales de historia,
en las estepas del Génesis,
sino en el polvo que reposa
bajo la luz de bodegones
y trastiendas

Me dijeron que debo irme,
que ha sido suficiente,
que ya no lance monedas
a la fuente

Que las apelaciones no tienen
valor sin un punto geográfico:
nada de viajes a otros mundos,
mucho menos cifras en un tenor
menor a lo acordado

Que me vaya por la única calle iluminada,
sin ver atrás y sin condiciones que salten
a la vista y hagan evidente que hay días
que la memoria no quiere levantarse

Quieren que tome mis cosas y me vaya,
y lo haré el lunes cuando cumpla
mi segunda semana de no afeitarme

Hoy tengo sueño

Mucho sueño

Y sí, ya no los recuerdo

miércoles, 15 de diciembre de 2010

TAQUITOS AL PASTOR


Me dijeron: –Ese gordito, ¿tú eres el del cumpleaños?
Y yo, capaz de reconocer al elegido entre un millón
de elegidos, dije: –Sí

–Venimos a darte placer–, dijo la de la izquierda.
La de la derecha exclamó: –mjú– lo que los buenos
entendedores saben significa “Hazme lo que quieras,
Luis Daniel”

La de la derecha, con cierto aire de nota musical,
se desvestía y yo abría la boca como pececito
fuera del agua

La de la izquierda puso su boca en mi boca,
su lengua en mi lengua, su hilo de mar en mi corazón
que estalla y abre las puertas para que el hombre a pie
emprenda el vuelo

La de la derecha llamó a la de la izquierda,
y se juntaron y se besaron frente a mis ojos.
Lo demás se dio y sembré, en ambos cuerpos,
un eucalipto y les escribí una carta sincera:
A nadie amaré más que a ustedes



domingo, 12 de diciembre de 2010

LA MELANCÓLICA VIDA DEL NIÑO VAMPIRO



Te voy a contar del día que desperté y era vampiro. Mis ojos de shock hipobolémico demandaban con urgencia a quién protestarle. Voy –los colmillos aún no salen en la foto– a chuparte la sangre, dije; y reí y mi risa subrayaba en rojo las curvas de Ninel Conde.

Mis orejas, ay mis orejas, puntiagudas, abarcaban de Rosarito a las costas de California y por eso en casa teníamos televisión por cable.

Descubrí, entonces, que tres equis juntas nada tienen que ver con negocios de jardinería, sino con hacer vampiritos calientitos como panes salidos de los hornos de dos cuerpos sin ropa, con mujeres idénticas al del Playboy Channel después de las doce de la noche.

(Es importante que no cuentes esto a tu mamá ni a quien más confianza le tengas. Sólo mira).

En mi nariz, por ejemplo, se montaba una abeja y al mirarla hacía bizcos.

Con la abeja aprendí el arte del susto.

¡Bu! Y la abeja se transformaba en una bolita de plomo que haciendo el trayecto de oposiciones, tal como lo hacen las hojas secas en otoño, caía muerta en la calle.

Y así me la pasaba todo el tiempo: Bu, para comer; bu, para beber; bu, para besar una linda chica; bu, para ganarme diez en matemáticas; bu, para verte las piernas.

Y como tampoco sabía a qué ciudad cantarle mis éxitos, escribí mi propio himno vampiro

HIMNO VAMPIRO

¡Bu! Bu bu bu bu bu buuuuuu
¡Bu! Bu bu bu bu bu buuuuuu
¡Bu! Bu bu bu bu bu buuuuuu
¡Bu! Bu bu bu bu bu buuuuuu
¡Bu!

Es bonito despertar y tener capa, cejas capaces de almacenar un lobo, tres triqui trakes y una luna llena, colmillos con los cuales escribo mi nombre en tu cuello y además un abuelo que se llama Bela Lugosi.

Y lo mejor: No ir a las aburridas reuniones de la iglesia.

¡Mamá, por favor, soy un vampiro!

*Del libro autobiográfico Prohibido degollar patos

jueves, 9 de diciembre de 2010

HASTA QUE NUEVA YORK NOS SEPARE


The Japan Photo Project

A Nadia, mi rock


Hemos estado juntos tanto tiempo
y hemos sido amorosos, duros, gentiles,
irremplazables –cada uno– con sus ideas,
en los giros, incluso con la ropa que llevamos
puesta, los libros marcados en el estante,
nuestra fecha de cumpleaños

No sé si llegaste a odiarme,
y no te culpo. Soy tan infantil
hasta en el criterio más inteligente;
ya sabes, odio las guerras que no provoco
y por eso me da la gana lanzar dardos
desde los balcones de la calle

Discutimos, efectivamente, sobre el amor
y algunos episodios de tu novela,
sobre cuántas bolsitas de cocaína
ayudaban a sostener nuestra felicidad
heggeliana, el sol de una ciudad importante

Discutimos y nos reconciliamos un día cualquiera,
aprovechamos el hierro utilizado en nuestras batallas
para construir flotas de diez mil naves

(Hablo de salir al mar con ellos,
no de escribir novelas bien informadas)

Seguimos juntos y diseñamos,
desde 1989, ese primer día
contra la melancolía

Adiós al trueque, al mérito a la gran obra
de arte, a los centros históricos,
al gran lector de antropología,
marcha e historia

Hemos estado juntos tanto tiempo
y hemos dejado atrás revoluciones
insípidas

Hoy, por ejemplo, iremos a comer bísquets
al barrio chino, y yo le prenderé fuego
a eso que llamas patria y su insoportable
necedad de no ser nada

Y no permitiré que llores,
sabes que no me importa
si después de eso no me perdonas,
y sabes que por la vida que llevo
te amo con la nobleza del criminal
ante su presa

Hemos estado juntos tanto tiempo
y lo hacemos de la mejor manera:
En terreno de nadie

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Y GANARON LOS RUSOS


Leti:

Hoy no fui a la escuela. No sé las razones, pero algo está pasando. La gente pasa a mi alrededor, corren, dicen que no me levante, me tocan la frente y me ponen un tubito con rayitas y números en la boca y me ven los ojos y dicen híjole y luego me abrazan.

Acepté no ir. Total, sólo tú me escuchas, y eso es lo único que importa.

En la escuela hay compañeritos que hablan diferente, como con pocas palabras pero que son familiares, cálidas y suficientes. Por ejemplo, tú me dices: –Chincho, Chincho, pasa a la mesa y merienda conmigo ¡Ándale!

Marina, la de voz ronquita, me dice: –¡Pasá, pasá! ¡Comé, comé! – Así, con acento. Su mamá es muy inteligente y yo a Marina le digo de cariño Marimba, Marimba Ileana.

El profesor Javier Galazzi no es futbolista, aunque su nombre indique lo contrario. Da su clase y nos regala unos minutos más. Siempre ve al cielo y a veces creo que se queda dormido; pero no, sí me escucha y me dice que lo que escribo está bien, muy bien. Cuando no le parece algo me dice por qué, pero lo más sensacional es que concluye con una frase que de sencilla es muy edificante: –Vos tenés la última palabra.
Yo digo que es un remate porque su nombre si es de centro delantero goleador del River Plate de los años ochenta.

La que no me habla y me ve feo es Mayo, la niña bonita que vino de Tijuana, y todo porque le mentí cuando me preguntó si bailaba salsa. La verdad es que mi variedad corporal le quedó a deber.

Ella me invitó a bailar y el baile acá es un fenómeno que específica competencia y premio, así que empecé a cuidar su alimentación. Le dije: –No comas mucho porque te empezaré a decir gordita. Pero se enojó. Incluso se cambió de colegio.

No me siento mal porque hace poco un amigo me dijo que se ve muy bien y que adoptó muchos niños de la calle porque –me cuenta– siempre le dicen “adiós mamacita”.

Yo vi uno que se lo dijo pero no era un niño, es más, cuando lo observé con detenimiento me preguntó “¿Qué me ves, ojitos de tortuga?” Y yo no tengo ojitos de tortuga ¿O sí?

Hoy entiendo que no todo lo bueno se da inmediatamente. Y qué bueno que ella está bien, que todos están bien.

Quizá mañana sí regrese a la escuela a practicar mi especialidad: el beso francés detrás de las puertas.

Ya hay muchas niñas apuntadas que quieren ir conmigo al mundial de fut a un lugar llamado Rusia.

Y yo, que soy un muchacho generoso, las llevaré conmigo.

¡Pasajeros al tren!

¡Pasajeros al tren!

domingo, 5 de diciembre de 2010

TE VOY A DONAR MI CORAZÓN*

Foto: Tapacholos


Leti:

Escuché mi corazón con un estetoscopio. Mi máquina del tiempo, mi propio dibujo de la vida. Esta inmensa parte del mar sin rocas, con oleajes difíciles de escribir y demasiado azul para lo que dice en dos minutos el médico y su cadena de recetas.

A mi corazón, por lo que entiendo, se le mueren por las noches de dos a tres cosas que no te he dicho, además, se cubre de hojas y por ello mis manos son dos astros color violeta.

Aquí, entre nos, el estetoscopio me lo regaló el médico para que al ponérmelo en el pecho sigas escuchando lo que veo.

Dice que te lo escriba, que no disminuya la velocidad y aún cuando a los veinte minutos me dé cosquillas en los oídos, me aconseja que te deje sola por unos momentos para que aprendas a navegar por ti misma.

Eso me entristece, pero a veces, y como están las cosas, sólo podremos tomarnos de una sola mano, de un sólo latido.

Y según, cuando mamá llora, es porque quizá mi corazón se hará chiquito, chiquito, hasta desaparecer y ¡pas! el universo olerá a brisa, a hierba, a árbol de navidad.

Entonces, Leti, estaré en otro lado, con mi estetoscopio y tus canciones y apresurado, siempre apresurado por escribirte un montón de cartas.

Eres muy bonita y te quiero mucho.

Toda la vida.

Desde Pulidín City

Chincho, like a rolling stone

Posdata: Quizá no te lo dije, pero eres mi única amiga y no tienes cara de papa y algunas veces vi tus calzones mientras simulaba una lesión de rodilla y en mi casa no me dicen Chincho sino Spider Man y sé que fumas marihuana y sí, soy el mejor portero del mundo.


*Del libro autobiográfico Prohibido degollar patos