sábado, 19 de julio de 2014

TE INVITO A MI FIESTA



EN TODO DESIERTO SE RECUERDA EL AMOR VERDADERO


La verdad nunca intenté olvidarte,
hablar de caídas verticales en un trago de whisky,
de convertirme en el tirador avezado de Insurgentes
o cintarear a Kukulkán en esas noches de playa
en el Caribe y su estela de bellas mujeres en bikini

Viajé, es cierto, a muchos lados; hubo cableados
y una parvada de no sé qué tipo de pájaros,
oaxaqueños aprendices en citarse en pueblos malditos,
amigos que nunca lo fueron, balas –de esas– que no matan,
bartenders traídas desde Guadalajara en aerolíneas
de primera clase

Entendí –ya sea por códigos de la mala educación
o porque abandoné cinco universidades– que la mayoría
de la gente aplaude todo tipo de líneas sociales:
subsidios, independencias, beats, antros, democracias,
argumentos culturales

Uno aprende tantas cosas, pero nunca quise olvidarte:
tomar atajos que no me corresponden, volverme un extraño
–incluso para mí mismo–, prescindir de este mecanismo tan raro
que producen las palabras, respirar hondo y volverme, 
sí, un Cazafantasmas

Quise, por momentos, no saber que te casaste con otro.
Nada del otro mundo, excepto que me he convertido
en una especie de superhéroe y que derribo muros
de un sólo golpe aun cuando estoy ausente


Luis Daniel Pulido

QUIERO CONTARTE


A Gina de Pulido

Quise contarte que voy a publicar un libro,
de mis pagos puntuales para que no me corten
la larga distancia, y claro: la luz y el agua

Quise, al levantarme, decirte que sigo primero
en la lista de corredores a campo traviesa,
que ganó Alemania, que tu ex novio no supera
los últimos lugares: que el mundo de los espíritus
es brasileño, que ya no hay vudú en la selva

Quise subir “te amo” a las redes sociales,
derribar –uno a uno– los faros en los horizontes,
el optimismo argentino por el uno a cero,
lo que has decido: alejarte

Quise contarte que crecieron los girasoles,
que no seré vegetariano ni a palos,
que hoy comeré barbacoa y mentiré,
claro, sobre algunas cosas:
sobre tomar los medicamentos,
por ejemplo

Quise contarte sobre la fuga de un animal
extraño del zoológico, un enorme Tigre de Bengala,
al que regresé –con sólo mirarlo– a su jaula

Y ahora, que te fuiste de Facebook,
tengo que esperar hasta la noche
para llamarte una hora quince minutos

Odio las restricciones del número gratis

Y todo porque, sí, quiero contarte

Luis Daniel Pulido

El INOCENTE (EL EFECTO GANSITO MARINELA)


Para Gina
El amor, cuando se suman años,
se asemeja a un ajuste de cuentas:
te recuerdan nombres, fechas,
cenas en ciudades del sureste,
del norte, del centro, en diciembre,
un restaurante italiano y los papeles
sociales leyendo tu defensa –y contra Paz–
a Elena Garro, los hijos del limo,
los juegos de tinta, el perro europeo

Nada es negociable: la casa con jardín,
el perro que educaste, los poemas que escribiste;
se gana una gatillera en tu destino,
y esta apunta a tu cabeza

Y sin embargo (siempre hay un “sin embargo”
con banderas de paz en balcones de la calle)
no paramos de reír e incorporar temas a nuestra agenda:
conciertos de rock con bandas internacionales,
luna de miel en Chiapas, huevitos de Pascua
a los precios del café, “amores que matan nunca mueren”
y talquito a los pies

Y lo entiendo: un resbalón y al sofá de la sala,
a borrar la enorme lista de mujeres en mi vida,
a no invitar a los dragones a la fiesta

Así las cosas, el balón que se les mueve a los porteros,
la caza de brujas en España, tus mensajes a mi cel:
“no olvides –puchunguito– tomar los medicamentos”

El amor –oso de felpa– como lo más grande del universo

Luis Daniel Pulido


HELLBOY MIRANDO EL CIELO ROJO


A un hombre con un pasado como el mío
no le basta disculparse, nadar hasta el centro del lago,
arrancarse el corazón, morder el hielo escandinavo

O citar a Gombrowics y buscar –algo o a alguien–
en los viejos números de la agenda

A veces me veo con mi madre:
solos, buscando ayuda médica,
con mi ojo –el izquierdo– en la mano

Así la honda huella de quien se aísla
en una palabra hasta que se desangra


Luis Daniel Pulido 

lunes, 7 de julio de 2014

LOS BARBONES NO TENEMOS NADA QUE DECIR



Se me cuestiona mi afición al soccer,
mi tolerancia al compás del dos por cuatro de una porra “homofóbica”,
la juerga a la que soy ajeno: los impuestos

Soy, en consecuencia, un mal ciudadano,
una mala persona. Y lo soy.
Podría –como lo hice cuando joven–
leer todas las teorías socialistas,
la Escuela de Frankfurt, el Popol Vuh
y ligar todo eso a una idea moral,
a la universalidad de los hombres,
a la democracia que nomás no llega

Pero no tengo ganas. Es decir: no tengo ganas
de cambiar el mundo ni las sábanas de la cama

Podría decirse que estoy deprimido. Y quizá.
Llevo días haciendo lo mismo:
libros leídos a la mitad, Babel con las vocales,
un whisky soleado en marzo y que no bebo
por falta de hielos

Que ver el futbol me hace un mal ciudadano,
que robo agua al desierto,
que cierro edición sin tomar en cuenta al migrante,
el arresto de los que dejan su tierra, los que menos tienen

Y es cierto: no doy señales de buena voluntad,
amar al prójimo; en cierta forma –y por eso no tengo amigos–
no aporto nada al juego de las preguntas y respuestas,
a la trasmigración de las ideas

Soy ajeno a ustedes, al país, al carácter apocalíptico
de la vida humana, al imaginario chiapaneco de las revoluciones,
a su urgencia por llegar con dignidad a la meta

Les recuerdo: No soy yo el que da el disparo de salida



Luis Daniel Pulido