jueves, 17 de enero de 2013

UN BUEN CORAZÓN, COMO EL MÍO, POCOS



Podría decirte que te extraño,
excederme en decibeles
con Judas Priest o Black Sabbath
–ya sabes, evito los ramitos eufóricos
de tu twitter–y al mismo tiempo
salir a las calles a pintar letreros
contra la oprobiosa figura materna
de ese alacrán al que llamas “mi tierra”


Podría, sin duda, y sentirme con ello
un buen hombre, un excelente portero,
el don nadie que más ríe en las fiestas;
disfrutar los beneficios que deja
el ser tu amante y marcar con tu lipstick
los últimos números del bingo


Podría ser uno más de esos tontos enamorados,
escribir cerca de ríos transparentes y cristalinos,
de una flor o de helados de riquísimos sabores
según tu querido y ruidoso parque de la marimba


Podría decirte que te extraño,
hacerlo hasta llegar a cifras nunca alcanzadas,
volverme radicalmente austero a la hora
de contestar el teléfono a los que me felicitan
por tu novela y de la cual no sé nada,
excepto que ha sido publicada


Podría, y es que mi corazón a veces hace maravillas
con su Jerry Maguire de ternura, anotar importantes touchdowns
e irme a millonario, como si nada, a la cama


Podría, sin duda, hacerlo: soy prolijo en esas cosas
de niños de las que tanto me acusas


Pero a veces, como hoy, lo único
que me importa es pedirle a Dios,
los teletubbies o South Park,
esa sonrisa maldita a la que tanto
temes y te hace llorar frente a la chimenea,
el espejo o tu cajita de maquillaje

¿Me enciendes mi habano?


Luis Daniel Pulido

miércoles, 16 de enero de 2013

EL MUNDO SEGÚN KAREN

Karen Dianne
A Karen Dianne, con cariño, aunque no me crea
–¡Karen, mira mi Dvd remasterizado de Led Zeppelin!
–Puli, ya sabes que a mí me gusta Agustín Lara
A Karen la conozco de hace tiempo; cuando era una obstinada estudiante de psicología y daba la impresión –por su conversación y digresiones– que dormía con los ojos abiertos, pues la vida configuraba a cada minuto itinerarios nuevos para la disertación.
Vi también que en la libre circulación de las ideas, ella detiene las cosas cuando quiere, y si no sus pequeños ojitos de mamá Kung Fu te obligan a hacerlo. Un Kung Fu, para no variar, arbitrario, ya que parte de ese lenguaje tan de ella: alerta, preciso, ansioso y ¡pum! a la cabeza.
Hemos pasado juntos un millón de rupturas, reconciliaciones, hechos que no nos importan, chistes sobre periodistas chiapanecos, amigos en común, y de feministas. Pero hoy ella es feminista. Ni modo. Quizá tengamos que inventar historias de gatos.
Pero Karen –a pesar de su devoción de feminista otoño-invierno– sigue siendo espontánea, divertida, inteligente y sobre todo conserva eso que une a los que –sin verse– saben que decir en los momentos más álgidos de una controversia; y me refiero a que ambos somos malvados.
Hoy compartimos un taller de análisis de textos literarios; yo, puntual; ella –que no respeta horarios ni acuerdos–, se aparece siempre tarde y por arte de magia o porque el maestro es débil y frágil ante la belleza, reinicia la clase según su plan, orden de autores cuando Karen llega e interrumpe, cuestiona, rompe, deshace, dice “sí” a esto, “no” a lo otro y en un tris pone el mundo de cabeza, crea su Imperio, contesta llamadas a su celular, retoma la clase y no, no, no, no está de acuerdo.
Karen es así, y me da gusto, pues aún en posiciones distintas: ella como madre exitosa y yo como integrante de los Avengers –que según el feminismo de bases indigenistas del cual parte su credo, me hacen el lobo feroz o el perro racista que se inventó su amiga novelista– seguimos viéndonos como protagonistas de las mejores películas de Woody Allen y en una que otra donde, como Shakira, ella es rabiosa, rabiosa. Sin olvidar que al final del taller su mayor elogio hacia mí es cuando dice “Ah, admiro a Pulido que aguantó tres horas sentado en una sala de cine viendo la tercera parte de Batman. Ese Luis Daniel y sus cosas de niños. En fin”
Pero –Karen es Karen– y sé que negará esto último y dirá que tengo mucha imaginación y he inventado todo; además que la palabra “ella” no es una metáfora, sino un sintagma.
Claro, yo ya estaré lejos comiéndome unos taquitos de sirloin en algún lugar de la galaxia.
Luis Daniel Pulido

lunes, 14 de enero de 2013

SÍ, YA SÉ, GANARON LOS CUERVOS DE BALTIMORE, PERO YO QUIERO ESCRIBIRLE UN POEMA A GISELE

En la foto: Gisele Ruiz Trejo

A Gisele Ruiz Trejo

No insistiré en bienales gourmet ni culturales,
pretextos que me lleven al Vogue de tus noches de fiesta,
no soy bueno en eso de entender la moda como concepto
o vanguardia, si es retro o encierra –en una misma cita de Delauze
o Versace–  a todas las clases sociales, un ejemplo de alusiones,
metáforas e imágenes que hagan una poética de todo, noches donde tú eres
la mujer más bonita y yo el hombre –cruel, gandalla, clasista– de tu vida

Un sueño  –y a ver, quién replica a ellos– donde igual te seduzco
en el siglo diecinueve, o como “citizens” de Glasntonbury,
o con estas ganas de compartirte mi barquillo cubierto
de chocolate helado

Y aquí apunto: No importa si hago una pausa de diez años,
que le dedique libros a otras mujeres, que los domingos
apague el teléfono y pase horas y horas viendo ESPN
o subrayando jugadas, incluso, frases de Cabrera Infante

Aún sueño contigo y me da cierta tranquilidad que no sea
el único, aunque la diferencia, la gran diferencia, es que yo soy roquero
y jamás te lo diría en el discurso bolivariano, en los coritos de las canciones
que hablan de amor a la gente: en el poema más hermoso del mundo

Te lo digo al tronarme los dedos de las manos,
con mi barquito pirata, con las bengalas del estadio
del Galatasaray y el confeti  –bravo– en la cabeza

Gisele, soy feliz, y espero que tú lo seas

Luis Daniel Pulido

jueves, 10 de enero de 2013

UNDER THE ROSE*



No sé si todos los hombres que se enamoran
hacen lo mismo que yo: sembrar bajo el cielo
oscuro casas abandonadas donde los pájaros
carpinteros se inclinan para descomponer la madera
y que algunos confunden con manchas de alquitrán
o dedos retorciendo el rostro de un niño pecoso

No sé si en este asiento de primera clase
de mi vuelo a Los Ángeles el gallo que bate sus alas
en la madrugada es señal que debo aceptar
que sin ti de algo muero y me sorprende bebiendo

No sé de dónde viene toda esta urgencia por no dormir,
por llevarme al cuello los pasitos cortos de tu bonita silueta

No sé de dónde estas puertas desmesuradamente abiertas,
el lodo que restriego al pasar mis manos por tu falda
que se abre y deja ver en tu piel una línea de flores

Luis Daniel Pulido

*Título de una canción de Kiss

lunes, 7 de enero de 2013

PALABRA DE TOM WAITS



Me pregunto dónde estás,
si pediste pescado a la plancha con arroz
o si regresaste a Guadalajara a reagrupar
a los bandidos que te visitaban en tu casona
donde, según tú y ellos, avistaban aliens,
objetos voladores no identificados,
hasta el top ten del cine independiente
que los hizo directores de escena

Seguimos —sobre todo si me veo al espejo
con el estómago vacío— siendo orgullosos
y por eso hoy no compartimos ni un vaso
de agua ni las rutas de soya y trigo que me harían
ver más bonito, más delgado

No escribes postales ni te importan
las movilizaciones que hago por tu libro
publicado

No dices este es Auster,
este otro Lowry y Murakami,
más allá el bikini nuevo que uso
y no es para ti maldito camaleón
bipolar adolescente

Pobre, sí, pobre de tu madre

Me pregunto si nuestra boda,
ochentera, folk por momentos,
está prensada en el papelito
dorado bajo tu botella
de aceite de olivo

En las aceitunas negras
de tus tres semanas en Mexicali
filmando documentales sobre
los que no dejamos de matar
el planeta

¿Qué esperabas de mí?
¿Un amor para revistas de espectáculos?
¿Que participe en los mítines de López Obrador?
¿Que no vea El Almohadazo con cerveza
y cocaína y pistola bajo la cama?

Cariño, te amo

Soy la mancha de sangre
en tu licenciatura de medios

Luis Daniel Pulido

miércoles, 2 de enero de 2013

ME PARECIÓ VER A UNA LINDA COMUNICÓLOGA


Para Daniela Bos
Las drogas son una respuesta racional a la locura
Diálogo en Savage, película de Oliver Stone

Imagino que empezaste el año en Cancún,
con Douglas y su pequeña nación gourmet,
un libro –el de Gilma Luque de Mondadori–,
 o con Twain, Jack Daniels y Motorhead

Supongo –ya sabes– que dudo de tu pasión por el rock,
el arte, tu aristócrata, pero ingenioso, título de comunicadora
y que, claro, a quién le importa si tienes formación académica o no,
si citas a Borges o Quevedo, si a todo lo que apuestas
es al capricho de una niña rica y créeme, eso me divierte

Y digo “me divierte” no para con ello entablar un diálogo
con la inteligencia literaria, siglos de sociedades poderosas
que subrayan una serie de precisiones y luego  –punto final–
decirles que se ha escrito el gran poema que 24 millones
de ciudadanos esperan

Soy tan parecido a ti: fumo, enciendo la tele, acaricio a mi perro
y me vale madre si mis contemporáneos ya llegaron al fin del mundo
y no  –intelectuales ellos–  vieron tu foto en el TV Notas, preocupados
por el decoro veterinario que les da escribir y publicar en Tierra Adentro,
o vamos más lejos, la Universidad de México

Y diría que te amo y todas esas cosas que son parte de la inquietud
–loable como propósito, detestable por lo poético– de los que nos damos
el lujo de escribir con diez pesos y cincuenta centavos en la bolsa
pensando que algún día tú leerás este poema mientras los gatos,
como en las caricaturas, mastican espinas de pescado

Pero hoy he decidido no salir, quedarme en la cama,
ver cómo se derrumban los gigantes

Luis Daniel Pulido

Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; Méx. 2 de enero 2013