martes, 30 de octubre de 2018

VOZ EN OFF (TERCER MOVIMIENTO)




Siempre habrá un lugar,
un espacio libre de lógica,
libre de formas; no el poema
reconocido por críticos,
sino el de la felicidad incompleta, 
porque la vida es así:
un poco de sol detrás de las nubes, 
un malecón para desterrados,
un niño que juega al justiciero,
un adulto que no sabe hacerlo

Siempre habrá un lugar,
una isla desierta,
una equis en un examen,
el pez que muere por la boca,
el planeta que sale de órbita,
el testimonio de los que participan

Una botella de whisky abierta

Luis Daniel Pulido

domingo, 28 de octubre de 2018

EL BLUES DEL PORTERO MENOS GOLEADO DEL TEC REGIONAL CON SU MÁQUINA DEL TIEMPO Y LA MUCHACHA MÁS BONITA DE LA ESCUELA




Me acuerdo de ti
–los navíos se hundieron en flores blancas,
el acero al rojo vivo apagó los sonidos,
el rock era nuestro globo aerostático

Me acuerdo de ver caballos tras los cristales,
una colonia cerca de la escuela: Los Laureles
y el agua del río y una enorme ciudad –a futuro–
a las espaldas

Los salones aristocráticos de la corte
se construían en Villaflores
y no había un Rimbaud incendiario,
un Héctor Cortés Mandujano

Era Villaflores con su enorme diccionario,
los rieles engrasados del lenguaje,
el espantapájaros tras los matorrales

Me acuerdo de ti
–hoguera al final del día,
grandes charcos de agua en el suelo,
el hombre que ve fijamente sus botas,
el camión que me lleva a casa

Años después –qué extraño– tú estudiaste periodismo
y yo regresé al Tec a jugar futbol soccer

Hoy sólo sigo la larga línea de la carretera
y a veces incorporo una bebida a la luz brillante de la mañana

Luis Daniel Pulido

jueves, 25 de octubre de 2018

KRALICE




Kralice y yo disfrutábamos mucho de las nieves de limón, los hielitos crepitantes y cristalizados que como pequeños cráneos triturábamos con los dientes. Lo hacíamos sentados en una banca de cemento, bajo dos pinos altísimos, con las contracciones faciales por los convidados agridulces, por el frío en los labios: pequeño lago congelado en una ciudad calurosa.

Los besos en el verano son los más ricos, los que por derecho natural nos desnudan sin importar el toque de queda de los padres. Cómo olvidar tu falda, tu pequeña falda contra el viento y yo mirando cómo te untabas yogurt en las piernas, las que luego abriste para perderme de por vida en ese bosque trenzado de cerezas.

Era la época del heavy rock, y tú –Kralice– no dejabas de escuchar el Blackout de Scorpions, el Defenders of the faith de Judas Priest; y cuando decidías organizar mis posibilidades amorosas, la elección era Journey.

Mero pasatiempo: besarnos en el sillón, inventar pequeñas ciudades de una apartada región donde el viento arrancaba las hojas sueltas de un cuaderno donde escribíamos poemas para desafiar de pie los lechos nupciales.

Lejos quedó tu tierra, cariño. Lejos el Líbano y los bombardeos, lejos la somnolienta violencia y el tiro a mansalva, lejos la próxima estación: las metralletas apuntando a tu pecho.

Nunca olvidaré tus besos teniendo de fondo One de Metallica, el compás azul de los delfines en tu piel, lo tibio que son los corazones en la preparatoria, mis manos deteniendo tus puños para que no estrellaras el cristal de las ventanas.

Y volver allá, por los rumbos de la colonia del ISSSTE, a comprar más nieve de limón. Preguntar por “la maestra”, saludar con la mano derecha con ese movimiento que nos permite remozar edificios, tal como nos enseñó el profesor Miyagi, y sobre todo, ganarle terreno a tus recuerdos de la guerra para verte sonreír –siempre– tras el cristal de la distancia.

Hoy alzo los brazos y desciendo en el tobogán de los años donde me sumerjo sin tocar el piso. Va para ti, donde quiera que te encuentres, este ramo de burbujas, Kralice Farah.

A veces llueve
y con ello se contraen tus tatuajes.
En un punto vacío el humo del cigarro
borda para ti mandrágoras y turbantes:
un país de luz abre tus dedos
como una pelota de frontón

Luis Daniel Pulido




martes, 16 de octubre de 2018

ANTÍTESIS DEL LOBO SOLITARIO*



Me pidieron escribir un ensayo,
la búsqueda –autorizada, por supuesto–
de escritores de posguerra

Quise escribir sobre México,
ser un sujeto contemporáneo y hablar
de las comunidades indígenas de Chiapas,
repetir en sus mil facetas la palabra “autonomía”,
adiestrarme en ella, ser el Bruce Lee que lleva
a la cama a la Mujer que sabe latín y evitar los pambazos
–feministas– de la protesta

Quise escribir sobre desplazados,
citar a Chomsky, reunirme con los hijos
de Bob Marley en la colonia Cuauhtémoc
de la Ciudad de México; dejarme –antes de escribir
algo serio y que valga la pena– la barba, las “rastas”
hasta volverme fotógrafo de tribus urbanas

Y lo pude hacer, pero la tristeza tiene más de “cien motivos”
y no forma centros o temas a seguir; se manifiesta en piedritas
que hacen “patitos” en el agua, en las nubes de un concierto
de Munford and Sons en Glastonbury, en lo que reconozco
y ya no me duele tanto: Que este país sea lo que sea, zona franca,
bibliografía crítica, heterónimos de Zapata, cenizas de veinte minutos
de lectores a fuerza

Lo siento: me voy a vivir al corazón de esa mujer
que habla por teléfono

Luis Daniel Pulido

*Poema publicado en Cuadrivium/ revista del Departamento de Español de la Universidad de Puerto Rico, 2012

lunes, 15 de octubre de 2018

DYLAN EN LA PREVO, VOLUMEN II




El camión pasaba a las seis de la mañana;
no éramos granjeros, pero lo parecíamos:
niños raquíticos con pereza agrupados
tratando de no perder el paso

El camión –espasmo de fierros viejos–
nos llevaba a la escuela:
esqueleto educativo bajo la sombra
de otras urbes, una guerra –por cierto–
que no termina

El camión: bostezo de arcos estáticos,
eco de la piedra en el tiempo,
laberinto óseo de mis dedos:
aura de alto voltaje de buenas

canciones

En el Congo alguien reza un Padre Nuestro

Y no me salvo

Luis Daniel Pulido

lunes, 8 de octubre de 2018

ACEREROS Y VIKINGOS




Alguna vez percibimos
el choque de un pistón de fuego
en la profundidad de la Tierra;
y se te cayeron las llaves del auto,
llamaste a tus padres
–no te importó que el aire se llenara de polvo–
marcaste

Eran los años del bachillerato,
el Tec Regional de Tuxtla Gutiérrez:
el camino más largo y complicado de la historia,
transcripción Verbatim o invención de otra lengua,
tentativas frustradas de pertenencia

Te llamabas Mónica o Marisa
–mi idea de universalidad posterga
las divisiones sociales y las relaciones de clase–
y en los años 80 no encajaba en el repertorio
de la moda marcada por las familias tradicionales

Así que igual te llamas Mónica o Marisa

De treinta años atrás padezco de recuerdos
que no son míos

En Sonora –dice una postal– vive mi padre

Luis Daniel Pulido