miércoles, 27 de noviembre de 2013

MONTAÑAS


A mis veinte años tuve una sala de lectura;
enterraba a mi padre, viejo héroe de las montañas
de Chihuahua y de Telégrafos Nacionales
                        
México era más parecido a la Alemania de Goethe,
a los banquetes medievales: barbacoa sin cubiertos,
cabrito hasta que reventara Dios padre

A mis veinte años esta imagen: Ramón Xirau al piano,
un tal Foster en Montjuich,
un nido –de algo– en el Halley

A mis veinte años el norte de México en los novelistas rusos,
asaltos de Bancos, discos de Eric Clapton

Mi padre lo supo:
íbamos a contracorriente,
a quedarnos solos:
suficientes pruebas de estupidez arrojan las guerras,
los conciertos de El Recodo, a lo que hemos llegado:
un mar de decapitados


Luis Daniel Pulido

martes, 26 de noviembre de 2013

BRUCE WAYNE Y LA GENERACIÓN X


A mis amigos, que superaron la poesía para ser mejores seres humanos; a ellos, enormes, interplanetarios, generosos




No fuimos rebeldes, no fuimos a marchas,
no hicimos una carrera política,
no tuvimos el sueño de Zapata por distribuir
tierras cultivables,
no fuimos parte de gritos existencialistas
ni del gran espíritu humano

Íbamos a ver a nuestras novias,
partíamos –en partes iguales–
las tartas de piña y grabamos en cintas
canciones con las que hacíamos el amor
a vírgenes que buscaban atajos para no serlo

No leímos a Steiner, no leímos a Rimbaud,
a Bukowski, no cobijamos la libertad sexual de los 60;
éramos quarterbacks, roqueros, ejercíamos la desobediencia
en el salón de clases y nos reunimos –cumplidos los cuarenta–
decididos a cambiar la Historia

Nunca hablamos de Cristo,
tampoco fuimos heréticos,
compartimos el pan y el pescado,
dejamos –para los que menos tienen–
olvidadas las llaves de la puerta,
la dirección a donde nos envían postales

No citamos fantasmas, un rosario de nombres
que construyen países con igualdades sociales,
ninguno con posibilidades de habitarse

No leímos a Marcuse, a Giddens, a Diderot,
no pisamos el Museo Nacional del Renacimiento;
dejamos maridos celosos que destazan reses
a falta de valor para buscarnos pelea

Sencillo: nosotros jugamos futbol bajo la lluvia
y aun mantenemos los puños en alto,
el valor y el coraje en cada uno de nuestros actos

Luis Daniel Pulido











VOLVAMOS A CASA




Te hablé por teléfono porque el amor,
aun cuando sea perezoso o chiquito,
tiende su red de secuaces: verdaderos
bandidos (no narcos, policías o jueces)
que asaltan el brillo de tus ojos,
que sueltan –de paso– chuts a gol
sin vuelta de hoja, que te roban,
desnuda, cuando entras a la oficina
y abres el Messenger para inventarte
otras historias.

Sé que me hacen falta algunas disculpas,
buscar la muerte que me corresponde
por los excesos de escaleras, infiernos,
reductos, audacias, tener un poco de paz
en pequeños zipizapes que no duelan tanto,
un poco de paz, simplemente.

Te hablé por teléfono porque me gustas,
respiro hondo: te quiero y no me permito
–en diez segundos– la autodestrucción
(no soy cyborg, humanoide, Tranformers,
socio de Slim)

Quizá –alebrestado, al fin de cuentas–
mi corazón ya no sea un jardín
de árboles gigantes, de fiestas
marcadas en los calendarios,
fruto de una imaginación vigente.

Te busco porque no sé nada del mundo
y sus dioses: sigo siendo un niño cruel,
a veces solicitado por revistas importantes,
a veces por algún autor preocupado
por su oficio, a veces por prescripción
médica.

Te hablé por teléfono porque te vi las piernas,
tus labios, cierto reclamo enamorado
y este singular viaje, a dos voces, a lugares
remotos donde nadie me conoce y pregunta
por mí para ajustar cuentas sobre el alma
que no tengo a partir de la falta de padre
y madre muertos bajo una guerra biológica.

Te hablé por teléfono porque quiero morirme
con la edad que tengo, la de Chincho
y no la de la Prensa libre o el México
moderno.

Yo sólo quiero volver a casa,
tener un poco de paz, simplemente.

Luis Daniel Pulido

lunes, 25 de noviembre de 2013

FE




Me aferro a las cosas sencillas,
y pienso como el poeta Carlos Drumond de Andrade:
Se necesita un Garrincha nuevo que nos alimente el sueño
                       
El futbol ya no es lo mismo,
pero tampoco la Torta Vaquera,
los taquitos dorados,
la lluvia de junio,
las cláusulas de un contrato,
el diseño gráfico

Y abrazo las cosas sencillas porque estas siguen su curso,
no exigen una elección, un destino, ciudadanías,
mercados ideológicos, derechos humanos

Creo en la vida, aun así me lleve al fracaso

Creo en la madera apolillada de la casa,
en las coordenadas de mares infinitos
y, por supuesto, lo más importante:
en los Tigres de Bengala

Luis Daniel Pulido