lunes, 7 de octubre de 2024

CRÓNICA DE UN DOMINGO (Y DE TODOS LOS DÍAS)



Me levanto a las tres y media de la mañana,
preparo lo que utilizo para sacar a mis perros,
un reloj con cronómetro, una lámpara, bolsas para las heces,
mis goggles;
los saco uno a uno porque sus edades son voces perdidas
en la montaña y escucho los ecos,
cada luciérnaga que encienden
Primero el más viejo –viento temporal
en una lengua de fuera,
nobleza, tostada de sardinas,
luna llena
Luego el más joven, el que abandonaron,
búfalo salvaje sin patria,
extraña los túneles de arena en los ojos de su madre,
su lucha por la sobrevivencia,
ahora camina a mi lado
Al último la más consentida, la hembra,
pelos parados, zigzag sobre un pozo
infestado de pirañas,
ladra y ladra contenta,
se revuelca en la tierra
Misión cumplida –digo a las seis de la mañana,
me preparo un café, estiro las piernas,
me voy a entrenar
Imagino mujeres cayendo en paracaídas,
la memoria a corto plazo,
mi madre, mi hermano Marco,
barcos
El resto del día huérfano,
vacío y desolado, leo La niña que iluminó la noche,
leo la Dialéctica de la Ilustración
–Bradbury, Adorno y Horkheimer–
la escuela infinita,
el Correo Literario de Wislawa Szymborska
Escucho a Radiohead, trascribo algunas tareas,
vuelvo a Radiohead y me siento triste,
cambio a Sodom, su álbum en vivo One night in Bangkok
Muevo la cabeza, entran mis perros,
roqueamos
¡Headbangers!

Luis Daniel Pulido

 

No hay comentarios: