domingo, 20 de octubre de 2024

A PROPÓSITO DE JOAQUÍN Y LOS INSOMNIOS POR CAMBIAR EL MUNDO


 

No me queda claro qué año fue,
si las plantitas germinaban en el basurero
que dejan las bodas por lo civil,
si echaron raíces los árboles que sembramos,
vamos, si caminaba largos bulevares
por el sencillo placer de alzar mi cerveza
hacia los anuncios de lencería,
mi adorable Cindy Crawford
Era joven –quizá ya no tanto,
era un exalumno de tantos oficios,
de tantas clases aburridas,
de tantos maestros que nada sabían
de dos jóvenes que revolucionaron
la literatura a los veintiún años
Shelley y Rimbaud nada les significaron
Caminaba –como dije antes,
fugitivo del heavy metal británico,
en busca de los amaneceres lentos:
beber con amigos un café,
platicar de lo burdo que son los periodistas
y los políticos y las almas en pena
en desoladas ferias del libro
Quizá todo lo que cito lo imagino,
cantautores relevantes del siglo veinte,
jóvenes discípulos de un filósofo presocrático,
una provincia donde no pasa nada,
esa canción y ese adiós
con lo que convalido mi compromiso
con el vacío
Pido disculpas a la joven más brillante de la clase,
por toparse con este loco que le dedicó
canciones de “rock en tu idioma”
y otras maromas del lenguaje:
“Morenita de fuego,
salsita de mis Cheetos,
eres mi veneno”
Me acordé de ti hoy que dice adiós Joaquín Sabina
y que sí, siempre, la pierna fue a la mano
y no al revés
Nunca, entonces, fue penal
Luis Daniel Pulido

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