Te veo –a riesgo de que en los próximos segundos
esto sea historia antigua–
hojeando libros que tomas de la mesa,
quizá tu mente vaya por el Parque Inglés de Múnich,
en el chu chu chu a los perritos “miones” para que no te muerdan,
en la pregunta que nos hacemos todos:
¿A qué horas llegará el médico?
Afuera México siendo México,
las muertes más horrorosas,
sicarios y políticos disfrazados de gallos
en su feria de carroña y sangre,
los intestinos de fuera
Paso mis manos sobre una revista,
quizá por tedio y para no manchar tu belleza
con mi profunda tristeza
¿maestra en políticas públicas por la Universidad de Oxford?
pregunto,
como lanzarle un gato a su panza
y ella ríe y su sonrisa ilumina
no el mundo entero,
hasta la puerta,
no exageremos
Pasan –eso sí– los minutos
y el médico no aparece
y México sigue siendo un lugar horrible,
pero tú, en medio de la nada,
porque nada es imaginar playas en silencio,
bendices esta tarde que como en otras
pensaba matarme
Dios te cuide paciente del doctor irresponsable
Luis Daniel Pulido
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