miércoles, 13 de noviembre de 2024

QUE LA BELLEZA NOS SALVE


 

Te veo –a riesgo de que en los próximos segundos
esto sea historia antigua–
hojeando libros que tomas de la mesa,
evitas –y lo celebro– ver el celular,
quizá tu mente vaya por el Parque Inglés de Múnich,
en el chu chu chu a los perritos “miones” para que no te muerdan,
en la pregunta que nos hacemos todos:
¿A qué horas llegará el médico?
Afuera México siendo México,
las muertes más horrorosas,
sicarios y políticos disfrazados de gallos
en su feria de carroña y sangre,
los intestinos de fuera
Paso mis manos sobre una revista,
quizá por tedio y para no manchar tu belleza
con mi profunda tristeza
¿maestra en políticas públicas por la Universidad de Oxford?
pregunto,
como lanzarle un gato a su panza
y ella ríe y su sonrisa ilumina
no el mundo entero,
hasta la puerta,
no exageremos
Pasan –eso sí– los minutos
y el médico no aparece
y México sigue siendo un lugar horrible,
pero tú, en medio de la nada,
porque nada es imaginar playas en silencio,
bendices esta tarde que como en otras
pensaba matarme
Dios te cuide paciente del doctor irresponsable
Luis Daniel Pulido

martes, 12 de noviembre de 2024

YO SÓLO SOY UN MUCHACHO CON SU PLAYERA DE BLACK SABBATH


 

«Muchas veces, lo que pensamos que conocemos es lo que realmente nos impide aprender»
Bertrand Russell
Hoy, como en días interiores,
no supe de Eurípides ni leí a Sor Juana,
medio vi de reojo mi herida que no sana,
y que nada tiene que ver con el ganador
del Premio Cervantes 2024,
es una herida que está ahí desde niño,
un cielo que se nubla en punto de las seis de la tarde,
un cerebro con regadera de pequeños planetas
Hoy, como en días pasados,
no fui el genio de las matemáticas,
ni fui parte del historicismo en la filosofía
del siglo veinte,
ni me atreví a tanto: escribir un poema
La verdad tengo hambre y no me gusta
la comida de este lugar,
pero es el Día del Libro y lo opaca una noticia:
que atraparon a un peligroso narco
que horas después,
ya no está
Un día normal para Zlatan Ibrahimovic
es un día normal para mí
Otro día sin poder viajar a Budapest
Luis Daniel Pulido

lunes, 11 de noviembre de 2024

SPAGHETTI WESTERN


 

Algo pasó, algo que nos rebasa, querido Marco. El Spaghetti Western de papá en las montañas de Chihuahua, las bibliopatías a espaldas de dunas que brillaban, diferentes mamás –porque las epistemologías del norte son tan distintas a las del sur y porque los cacomixtles, una vez trepados al rayo, desaparecieron. Y ya no hubo nada. Aparecimos en bibliotecas particulares, tú con una familia y yo peleando, cuerpo a cuerpo, y en la torre de los pendientes, con la sombra de un gobierno que odio desde la secundaria. Papá –te doy la triste noticia– murió. Debió ser la enorme ballena de Guaymas, también que Bermondsey no es Cambridge, ni Chiapas el lugar al que jamás perteneció, su soledad: no volver a abrazarlos a ti y a Ofelia. Su herencia para mí: una ramita de “tenmeaquí”, mi puño cerrado para no perderla. Y así pasaron los días, los vagones del tren que lo regresarían al norte –en su forma de otoño más largo, es una esquela del Fondo de Cultura Económica. De1994. La recorté del periódico. Con el tiempo, y con sus dobleces, ese papelito es también mi herencia. Pensé que la soledad me replegaría para siempre a las canciones de Nick Cave, a la impronta de la melancolía y la tristeza, hasta que la literatura y las referencias históricas y el mismo apellido y todo eso que apela al valor de subirse en barcos destartalados para zarpar e ir a ver ballenas en medio de la noche, nos reunió en el mar que imaginamos, el que escribimos: tú desde tu librero con Ofelia, yo en el lugar más sórdido que nadie puede imaginar. Tardé –por desactivar las llamadas de emergencia, o distraerme en los libros que leo, o por ese acto de violencia que sufriría en mi niñez– en nacer. Pero acá estoy, querido hermano, Marco Pulido. Hoy juegan los Yankees, creo. Y compré unas cervezas.
Luis Daniel Pulido

viernes, 8 de noviembre de 2024

POEMA DE AMOR DESPUÉS DE SALIR DEL GIMNASIO*


 

Hemos envejecido, los cambios de luz
en los huesos han dejado las playas cálidas,
y llegan para enceguecernos con colegios
a los que ya no iremos
Pero eso no debe hacernos personas tristes,
compartimos el esfuerzo de levantarnos,
que entendemos la condición humana
desde aquella ballena blanca,
bajo esa tormenta de abrirle las puertas
al amor desmedido,
a que cada naufragio nos llevó a nosotros mismos
Aceptando la única realidad:
que Goethe es uno de tus autores favoritos
y que yo replico una de tantas frases escuchadas:
“el amor existe, lo que no existe es un sueldo
que lo sostenga”
Y cuento mis pesitos y te escribo,
y te lo digo y te lo firmo: qué bonita estás,
aún me inspiras a ser el mejor jugador
de futbol, guitarrista de una banda de rock:
Jimmy Page de Led Zeppelin,
José Manuel Aguilera en México
Sexy a tus cincuenta y seis años
mientras el mundo, cruel,
da otra vuelta al sol
y naufragamos de nuevo
Y te extiendo mis brazos,
mamado
Luis Daniel Pulido
*Poema para un posible libro con la diseñadora Sofía Carballo.

jueves, 7 de noviembre de 2024

RENATA


 

Mi día empieza en la madrugada,
cuatro de la mañana,
cuando en Australia Renata dice, suave,
naramză, en su clase de griego;
sí, Renata, al otro lado del cielo estrellado,
sin chilaquiles ni mezcales,
Alto Valyrio, hilito de saliva
en sus labios
Renata –nombre al azar,
ornitorrinco de flores amarillas,
limón partido a la mitad
No sé quién seas Renata,
sólo camina conmigo
y con mis perros
en el séptimo día del mes
lunar griego Thargelion
y líbrame de los sicarios
y la gentrificación
Llévame a comer cochinita
hasta Mérida, Yucatán
Luis Daniel Pulido

domingo, 3 de noviembre de 2024

LO MÁS BONITO DE AMBOS MUNDOS


 

Ella es una tapatía orgullosa de serlo, orgullo sólo comparado con el de las muchachas de la frailesca. Ambas dueñas del mundo, con equipos de emergencia para salvar palabras en posible desuso: “pepenar” o “melolengo”, tonificación de los verbos, una bebida con alcohol por ellas.
Mi tapatía, que es algo mamila, polemista de la clase alta francesa, como las chicas de la frailesca (ellas polemistas nada más), comparten su amplio árbol genealógico, especie de sálvense quién pueda, pues todos, hasta yo, en una de esas, me recibirán con un “idiay vos primo”. Y será bonito. En Guadalajara soy sólo el venadito que habitó la serranía, un chaparrito sin familia, un fantasma en La Minerva.
No es mi intención empezar una guerra, pero va como chisme: hablaba con mi tapatía en una videollamada y su mamá, mi suegrita de Cajititlán, reina de las gorditas y picaditas de frijol, mataba unas palomillas. Gina le gritó “¡Amá, no las mates, esas las comen en Chiapas!”. Indignado, con esa indignación que pone en riesgo el corazón y va directo a lo último que acabas de comer, le dije “Gina, eso no comemos en Chiapas, comemos el nucú, la chicatana, tzizim, pura proteína…” Ya encarrerado, agrego: “Es más, si queremos, los freímos y luego los trituramos y nos lo metemos como perico, ¿cómo ves?”. Y Gina dice: “Ya cálmate, Pánfilo”. Y nos desvelamos discutiendo sobre el segundo piso de su “adorada” 4T. ¡Cuánta necedad en tan lindos ojos! Por eso, antes de que me dé una embolia, le digo que sí, a pesar de todo, la quiero mucho. Y me sobo el lado derecho de mi rostro que ya me tiembla como gelatina Jello.
Luis Daniel Pulido

sábado, 2 de noviembre de 2024

FERNANDO VALENZUELA, LUIS DANIEL UNCAL, LA SERIE MUNDIAL DE 1981 Y UN POEMA DESDE EL DOLOR Y LA TRISTEZA


 

A Marco Pulido Benítez

La soledad –esa lluvia de confeti negro
en el cielo, ese disco: Animals de Pink Floyd,
la incompetencia criminal de nuestro gobierno,
no me permitieron escribirte antes:
murió Fernando Valenzuela,
el “Toro” de Etchohuaquila,
de los gloriosos Dodgers de los 80
Imagino las cartas escritas para papá:
Ramón Hernández, Richard Garcés, José Carlos Pulido,
en la radio Luis Daniel Uncal, por quien llevo mi nombre,
y ese mexicano que ganaba la Serie Mundial de 1981
en mi tele en blanco y negro: El “Toro” Valenzuela;
yo tenía once años
Papá y Marco Pulido y Kierkegaard y Malcom Lowry,
mi padre en Tuxtla Gutiérrez y la tabla mnemotécnica,
las luces en sus dedos, el alfabeto alfanúmerico,
Código Morse;
Marco, mi hermano, caminando las calles de Cuernavaca,
la frecuencia Schumann,
padre e hijo
Esa resaca de béisbol que nos duró toda la vida,
porque viví hasta ustedes,
y sé que jamás podré regresar a Guaymas, Sonora,
ni a los días maravillosos del Fondo de Cultura Económica,
camino con la soledad a cuestas,
donde los cohetes de la barbarie religiosa
hacen salivar a los hambrientos de abismos,
los que se tiran a la vorágine del ruido más insoportable
Miserables
Luis Daniel Pulido