domingo, 29 de diciembre de 2024

LA PROFUNDA SOLEDAD DEL QUE LLAMAN POETA


 

Por ampliar mi radio de trabajo
–ya saben, hacer un podcast, escribir guiones,
limpiar solares, pintar casas, hacer comida–
abrí cuentas en redes sociales:
domingos lluviosos, en auto por carretera,
lagos irrepetibles donde me comí un sándwich,
están ahí: en Instagram
Todo va bien: Diógenes en los ojos de mi perro,
mi mano derecha sobre el cristal de la mesa,
un habano en mi boca y las piernas estiradas
hacia el cielo enmarcado por una ventana oxidada,
un murciélago que se asusta y vuela…
Un arroyo pasa cerca
El sonido de la bandeja anuncia un nuevo mensaje:
“De Bombón delicioso…”
El asunto es cordial –demasiado, pienso:
“ESTOY RIQUÍSIMA Y PUEDO SER TUYA, COMPLACERTE,
SÓLO CONTÁCTAME”
Le respondo con mi demo de luchadores,
un guion de radio de hace años,
un doblaje donde discuten un perro y un gato,
un video donde platico con don Belisario Domínguez
brevemente…
Necesito trabajo, compláceme –le escribo
Ya no responde y le agrego ajo y mantequilla
a los camarones
Voy por el aceite
Luis Daniel Pulido

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