martes, 7 de enero de 2020

EL HOYO




El Hoyo es una región, un mapa desplegable ante los ojos de quienes la caminan y toman direcciones que juzguen convenientes y haga de su orgullo días de fiesta; siempre rodeados del calor maternal de la máxima autoridad que provee y recicla las ruinas, el calendario de subsidios, las pequeñas coaliciones familiares.

En el Hoyo nadie sale, es un avispero de chismes y difamaciones y la reestructuración de los modos de la política son a corto plazo: cobros de derecho de piso, tráfico humano, venta de drogas.

El Hoyo es una región donde los ríos de basura vuelven sobre sí mismo y donde cientos de cabecitas negras zumban sobre heces humanas. Sí, moscas. No tigres con dientes de sable.

En el Hoyo sus jóvenes son revolucionarios: resisten las tentaciones tiranas del deshonesto mundo de fuera. Su conjunto de tejidos óseos de “pueblo unido jamás será vencido” hacen trizas  las injusticias políticas de otros Hoyos de su propio Estado. En el Hoyo, no obstante, el consenso es la miseria y la tolerancia a la transa. Te piden prestado herramientas, el auto, dinero y no te lo devuelven. Te mandan –y se hinchan el pecho de orgullo– como ellos dicen “a la verga”.

En el Hoyo sorprende la pequeñez del ojo con el que se ven las cosas: su río caudaloso y contaminado es el ejemplo de la pobreza con la que iluminan su vida.

Luis Daniel Pulido

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