lunes, 19 de enero de 2009

ZEPPELIN




Cada día y mediante la palabra
un poema deja de ser un mero despliegue
de imágenes y emociones.
Advierte una llamada por teléfono,
un mail que parece desentenderse
de horarios y fechas, aeropuertos
que como acuarios en los huesos
son parte del plan para salvar mi vida.

Considero al café sin azúcar
el reloj de arena donde los gallos
salen de las sombras para recordarnos
que en vísperas de madrugadas
el sol es el brillo de las navajas

No importa la multitud enardecida
que exige el lucero sanguinario de las banderas,
ni la enjitomatada tradición por cantar el himno nacional
como si fueras capitán de la selección de futbol

Importan las mil razones por las que te sueño desnuda
y el consabido verbo que te disuelve en el agua

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