miércoles, 5 de febrero de 2014

MARINA Y EL DR. WAGNER


Para Marina Ileana

Escucharte feliz –aunque sea por teléfono– en tu cumpleaños
deja atrás a la analista, la aspirante a una secretaría de estado,
y me devuelve a la universitaria, a la joven que bajo la sombra fría
de las piedras del Colegio de Niñas ubicaba genocidios en Herzegovina,
en la antigua Jerusalén, en un solar de lodo llamado Acteal

Hablamos poco y te canté “las mañanitas” y te di disculpas,
porque es cierto “era inmaduro, infantil, estrella de rock
venido a menos”;

Y tú me dijiste “está bien, que gracias por regresar a tu vida
en barquito propio y algunos libros publicados”

Y estabas feliz –supongo que con unos vodkas, pequeños shots,
nada de obras completas– diciéndome al oído que vendrás a verme,
sexi, con nuevo corte de cabello, bellísima,
sin ese acento de asesora técnica de partidos
o de debate poselectoral o de jefa de distrito:

Eras tú, Marina, otra vez la niña que me roba el corazón
cuando me envía besos y las bendiciones de El Eterno,
ese nuevo luchador de la Triple A salido del gimnasio
El Antiguo Testamento

Luis Daniel Pulido



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