martes, 26 de octubre de 2010

MADRE E HIJO (CANCIONES TRISTES DE DUBLÍN)


Quiero mucho a mi mamá. Por algo, ya sea certeros recortes en estos ojotes sin proyectos modernos de energía o simplemente por lo que dicen los doctores, no le alcanzo algunas cosas que pide: una buena película, un dedito que haga magia, el canto de los pajaritos en el patio.

En las mañanas corremos a ganar una plaza para vender polígonos de dulces, chilitos que te hacen brincar a 300 kilómetros por hora, almendras con sabores que de verdad son de avalancha.

En las tardes, los dos empezamos a perder la memoria.

Caminamos entre dos camas desvencijadas, la mesa donde coleccionamos postales de Nuestro México, un enorme barco de luces apagadas y el reloj que no funciona desde que conserva, para sí, su biblioteca de islas en un folleto para turistas que no vienen.

Olvidó que las playas, en esta casa, desde hace tiempo, nadie las visita.

No importa. Con las manos podemos reemplazar albas costeros por fuegos artificiales que al día siguiente, a la misma hora, nos levantan.

Mamá me pide pan con leche, o me lee un correo electrónico, de los que envían los lectores; también me pregunta si las monedas que juntamos alcanzan para comprarle un buen tinte, ya que en la ciudad donde vivimos se vino la gran epidemia de canas.

Me pone contento que reconozco el sonido de su bastón partiendo en dos el gran ataque aéreo de mosquitos y abejas en esa plaza donde vendemos dulces como madre e hijo.

Mañana, mamá, lo sé, volverán los buenos días.

Hoy duerme. No tengas miedo.

Papá ayudará a derrotarlos.

4 comentarios:

Nicole dijo...

Uh, yo sé que eso dulces son riquísimos......no tes triste Chincho.....yo te quiero mucho...no lo olvides, eh?

Karen Kawakabu dijo...

Mi corazón, ay, mi corazón.

Me hiciste llorar

Besos

marianatrenz dijo...

Con Chincho, a lado, siempre vendrán los buenos días

Besoa los dos valientes

GODDES dijo...

Besos a ti y tu mami

Los quiero mucho!!!!!!