miércoles, 25 de febrero de 2009

EL NIÑO QUE ESCUCHABA A LOS BEATLES

Foto tomada del blog, En lo cotidiano

-Tu mamá es fea- le gritaban.
-Tu mamá es horrible- insistían encolerizados contra el niño que bajaba la mirada y respiraba con dificultad.

-Tu mamá es fea- se volvía a escuchar y el niño cerraba los ojos con fuerza intentando atrapar un sueño que le permitiera permanecer unos segundos al margen de la vida. Pero el sueño nunca llegó.

Entonces el niño guardó sus juguetes en una bolsita de plástico.

-Tu mamá es fea- le gritaban cada vez más fuerte. Pero el niño amarraba sus agujetas pensando en las clases de Astronomía, en cómo deshacer nudos bajo la sombra de una gran estrella, en atrapar besos de mamá en burbujas de los bosques de Irlanda.

¡Mi mamá no es fea!, nunca lo ha sido porque en ella toda posibilidad de correspondencia es infinita y por ello todos los días revolotean cartitas desde donde podemos ver las luces de un barco anclado en el puerto de una gabardina larga de las que usaba papá, o recortar la mineralogía oceánica para un álbum improvisado de cartón mientras el mundo exterior se debate en el por qué se han extinguido los dinosaurios.

Mi mamá no es fea, y nunca lo será; es el mar azul contra el hombre que jaló el gatillo.

-Tu mamá es fea-le gritan al niño. Y un leve viento deshoja los árboles mientras mamá cae en mi rostro como gotas de agua.

No hay comentarios: