
El desierto se abre como una mujer árabe
que se desnuda y acaricia con los labios
el velo de arena de la televisión que se apaga
No es un país un conjunto de promesas
que no has de cumplir: es lo fatalista y decadente
de los días, el flujo de sangre que en dos minutos te da tu bandera
Sin ojos y sin afeitar nada me sorprende:
el coyote que se acerca es una video-instalación
(pero aún así se ve perdido por el último rave)
Con el cacto no hablo del 68 común
y su movimiento pendular de cordones umbilicales,
no hablo de las fuentes formales y de quienes nos enseñan
a jugar como niños idiotas a la “posguerra”.
Hablo de la rabia y sus inscripciones,
de lo que se interpone y no ofrece respuestas
Hablo de la vida misma
1 comentario:
Este poema me gustó mucho, y eso que no es amoroso, tú sabes, esas cosas que escribes tan lindas y conmovedoras, pero este es fuerte y a su vez, tan lindo.
Besos
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