lunes, 14 de abril de 2014

INCENDIAR CIUDADES PARA NO SENTIR FRÍO




Para Gina
Nunca he sido espiritual, buena persona,
soy el sueño atormentado de mi madre;
volé en primera clase en una aerolínea
que extremaba medidas de seguridad
–como si esperaran ver a un camello
lleno de explosivos cabalgando por las dunas
de un desierto que sólo ellos miraban–
y donde, en señal de paz, bebíamos vodka o whisky,
en realidad no recuerdo

Quise rezar, cerrar los ojos, incendiar el avión
y ser tierno; quise enviar siete perros que olfatearan
el piso para ver si Dios va en un barco pesquero,
en la horda de luces de avenidas,
en un pelotón de mendigos o como simple agente de la DEA

Lo único que sé es que a veces me da por matar
a sangre fría las cosas simples,
poner en la mano derecha periferias y arrabales
que cuando apagan las luces disparan a quemarropa
la furia y el hambre

Lo demás –si les parece cruel– lo entiendo

Luis Daniel Pulido







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