lunes, 31 de marzo de 2014

POLLITO


Para Gina
Que he viajado a Rusia en busca
de un idioma emergente,
un código, una sociedad inédita;
un poco de silencio con su doble,
su reverso;
larga estela de moneda al aire

Que el dolor y la tristeza
o un partido de hockey;
y vaya que he intentado
ser parte de un campo
de soccer, una bañera,
adoptar perros de la calle;
aprenderme de memoria
la tecla de sus festividades

He ido acompañado a cafés,
cines, galerías,
hice, pues, todo:
asados, “teibols”, puntos de energía;
fui vudú, amante, ampolla en el dedo
gordo del pie de una señora,
ex novio incómodo, un mes de renta

Hasta que se apareció
–ya va siendo hora de mi Cal C Tose–
una linda tapatía,
un sillón reclinable,
el golpe definitivo del Enter
en Facebook:

A Guadalajara

Quise –por enésima vez–
entenderles su fiesta.
No me fue posible

Luis Daniel Pulido

31 de marzo de 2014, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; Méx


jueves, 27 de marzo de 2014

EL POEMA MÁS RÁPIDO DEL MUNDO



A Gina

Ahora que habito calles que asemejan
paladares pintarrajeados de violencia,
ahora que camino solo entre las neuronas
álgidas de este país norteño con su bola de cabrones,
más cercanos a la paliza que a la idea,
de balas al aire,
contaminando el estadio Jalisco,
te nombro mi amiga de invierno,
sirena de luz en la azotea,
el sonido de un trago de cerveza,
los poemas –como pilas de ropa limpia– del Inbox,
o porque de Guadalajara –sí, señor–
las mujeres más bellas

Gina, que el dolor que vivimos:
puntapié, basura en el ojo,
batiseñal a  la medianoche,
sea pronto luz de luna,
agua tibia, ángel de la guarda,
el césped verde de la cancha


Luis Daniel Pulido

miércoles, 26 de marzo de 2014

SHARON TATE BAJO EL SOL DE MARZO (REESCRIBIENDO CANCIONES DEL AÑO PASADO)


Las drogas son una respuesta racional a la locura
Diálogo en Savage, película de Oliver Stone

Imagino que empezaste el año en Cancún,
con Douglas y su pequeña nación gourmet,
un libro –el de la señora “Y” de Mondadori–;
o con Twain, Jack Daniels y Motorhead

Supongo –ya sabes– que dudo de tu pasión por el rock,
el arte, tu aristócrata pero ingenioso título de comunicadora
y que, claro, a quién le importa si tienes formación académica o no,
si citas a Borges o Quevedo, si a todo lo que apuestas
es al capricho de una niña rica y créeme, eso me divierte

Y digo “me divierte” no para con ello entablar un diálogo
con la inteligencia literaria, siglos de sociedades poderosas
que subrayan una serie de precisiones y luego  –punto final–
decirles que se ha escrito el gran poema que 24 millones
de ciudadanos esperan

Soy tan parecido a ti: fumo, enciendo la tele, acaricio a mi perro
y me vale madre si mis contemporáneos ya llegaron al fin del mundo
y no  –intelectuales ellos–  vieron tu foto en el TV Notas, preocupados
por el decoro veterinario que les da escribir y publicar en Tierra Adentro;
o vamos más lejos, la Universidad de México

Y diría que te amo y todas esas cosas que son parte de la inquietud
–loable como propósito, detestable por lo poético– de los que nos damos
el lujo de escribir con diez pesos y cincuenta centavos en la bolsa
pensando que algún día tú leerás este poema mientras los gatos,
como en las caricaturas, mastican espinas de pescado


Luis Daniel Pulido

domingo, 23 de marzo de 2014

TE VOY A EXTRAÑAR MUCHO, MAMÁ


Se fueron las tardes de soccer,
el “uno para ti y otro para mí” al compartir galletas, 
el juntar unos pesos porque teníamos hambre
y tú sabes –mamá– que la poesía no da
para cuatro en la mesa;
quizá por eso tú y yo –solos– llegamos
hasta el final,
porque supimos disfrutar cada taquito de queso,
un par de veces el arroz de fiesta,
los chocolates Carlos Quinto

Y me preguntas si te vas a ir al cielo
y yo te digo a rajatabla que estoy seguro,
que no lo dudes, que te hice un barquito,
que remaré por ti con fuerza

Y cómo no hacerlo si fuiste tan linda conmigo;
yo, que no estudié lo que querías,
que no vestí como soñabas,
que no te hice caso en nada
excepto en el gran amor que te tengo;
yo, el cocainómano,
el de los sustos por dos pre infartos,
que cazamos dinosaurios y corrimos al patio,
que celebramos los goles de Cuauhtémoc Blanco
e hicimos maldades a la vecina

Te voy a extrañar mucho mamá;
y sabes, no sé si pueda no sé si quiera
acercarme al quicio de la puerta
para escuchar el ruido de la vida,
ir a ella, salir a la calle y ser esto:
el hombre más triste desde las primeras
horas del día

Luis Daniel Pulido

lunes, 17 de marzo de 2014

BARQUITO DE CHINCHO PARA RADIOMBLIGO


Hola. Mi mamá se llama Rosalba Aguilar Zambrano y me cuenta cuentos. Ella es huérfana, vino a la vida en un barquito, conoció a mi padre y nací yo. Mi papá, un viejo gentleman dado a las ocurrencias, hizo la más descabellada: se murió. Es así que mi mamá y yo hemos enfrentado, solos, enormes peligros: ataques de tiranosaurios y mosquitos rabiosos en la selva; de truhanes en Colombia y piratas de otro mundo; hasta el más tremendo ataque de viruela.

Mi mamá es “súper”: hace que rinda el dinero, sabe de las dosis exactas de caramelo en los postres, dobla mi suéter de portero y celebra mis victorias con mi equipo: el Chamula’s Power. Y no, no estamos en Wikipedia, somos del Top Uno de equipos especiales.

A mi mamá y a mí nos gusta el rock. Odiamos la música grupera.

Pero mi mamá ya lleva días enferma y requiere donadores de sangre. Pensé que la había herido un súper villano, de esos que abundan y destruyen el planeta, pero no: a mi mamá sus hijos mayores la hicieron abuelita y en esa condición cuenta cuentos, nos cuida y se hizo chiquita y su pelo se puso blanco.

Mi mamá ya no camina y tiene 6.0 de hemoglobina, es decir, está bien flaquita. Por eso esta carta que nos pidió Raymundo Zenteno, para buscar y encontrar posibles donadores, no importa de dónde seas: de Kriptón, Terán o Esparta; de Tlatelolco, Patria Nueva o Asgard.

Quizá tú no puedas, pero tus papás sí; yo estoy dispuesto a pagar con todos los tesoros acumulados estos años, con recetas de todas las grandes cocinas del mundo, incluso con mi colección de guantes de portero que me regaló el legendario portero inglés Gordon Banks. Se los doy. Sólo que me ayuden a darle sangre a mi mamá para seguir nuestro viaje.

Y para viajar a donde sea es posible con una cadena de manos. Y yo ya tomé la tuya.


Luis Daniel Pulido 

domingo, 16 de marzo de 2014

ANTÍTESIS DEL LOBO SOLITARIO*


Me pidieron escribir un ensayo,
la búsqueda –autorizada, por supuesto–
de escritores de posguerra

Quise escribir sobre México,
ser un sujeto contemporáneo y hablar
de las comunidades indígenas de Chiapas,
repetir en sus mil facetas la palabra “autonomía”,
adiestrarme en ella, ser el Bruce Lee que lleva
a la cama a la Mujer que sabe latín y evitar los pambazos
–feministas– de la protesta

Quise escribir sobre desplazados,
citar a Chomsky, reunirme con los hijos
de Bob Marley en la colonia Cuauhtémoc
de la Ciudad de México; dejarme –antes de escribir
algo serio y que valga la pena– la barba, las “rastas”
hasta volverme fotógrafo de tribus urbanas

Y lo pude hacer, pero la tristeza tiene más de “cien motivos”
y no forma centros o temas a seguir; se manifiesta en piedritas
que hacen “patitos” en el agua, en las nubes de un concierto
de Munford and Sons en Glastonbury, en lo que reconozco
y ya no me duele tanto: Que este país sea lo que sea, zona franca,
bibliografía crítica, heterónimos de Zapata, cenizas de veinte minutos
de lectores a fuerza

Lo siento: me voy a vivir al corazón de esa mujer
que habla por teléfono

Luis Daniel Pulido

*Poema publicado en la revista Quadrivium, Universidad de Puerto Rico


jueves, 13 de marzo de 2014

¿DE QUÉ COLOR ES EL CIELO, MAMÁ?


Para Estrella Del Valle

Ayer empezamos la gira y ayer mismo se terminó. Debes saber que desde niño he sido violento, una estampida de golpes, un altavoz encefálico que asemeja la sombra de un hombre alzando el brazo para golpear rostros, mesas, cristales.

Quizá no debí nacer o una vez ya amparado en el cariño de mi madre, morirme diez días después de escuchar sus lindos cuentos y ver la llovizna, maravillosa, de diciembre. Pero morirme.

Ayer golpeé a un imbécil que no se callaba cuando estaba leyendo. Y lo volvería a hacer. Pero no es eso lo que me entristece. Me he limpiado tantas veces la sangre de mis manos, que me he acostumbrado a vivir con eso que llaman “tragedia”.

Me siento triste porque he vivido demasiado, y no sé qué me agota más: si tomar los medicamentos o no hacerlo y hacer lo que hice ayer: golpear, retar, amenazar, insultar…golpear.

Se suponía –terapias, doctores, psiquiatras, medicamentos, Cristos, dioses, santos, vírgenes, libros– que al levantar edificios con un puñito de letras, todo mejoraría. No es así.

Y vaya que he estado a punto de morir tantas veces: accidentes automovilísticos, balaceras en el Caribe mexicano, “pasones” de cocaína, tristezas infinitas.

Hice la gira, pensé en ti, en lo bien que va mi madre después de tantas operaciones, en el niño que me acompaña y no me abandona y siempre tiene un pan para darme.

Creo que tienen que aumentarme la dosis, o aumentármela yo mismo hasta dormir y presumir lo contrario: que vivo en un sueño contigo y tenemos tablita de surf.

Supongo que con lo de ayer se termina todo. Y con ello tengo que disfrutar como nunca lo hecho, el cerrar mis ojos.

Luis Daniel Pulido

Agosto 2012


martes, 11 de marzo de 2014

EL ÚLTIMO SULTÁN DEL SWING


Qué importa la seriedad,
las zonas duras de la letra,
el poeta híper reflexivo:
el macho alfa indígena,
el que va a las “raíces”,
el que doma caballos,
las bisagras de Mesoamérica

Que estoy en la mira de la CNDH,
que estoy fuera del discurso lógico:
más ruso o estadounidense,
un burgués (pobre) sin obligaciones

Y más preguntas:
y qué de los pobres,
Taibo, Marcuse y Revueltas;
qué de la Revolución
y su altísima modestia:
la Izquierda

Que lleguen así a mitad de siglo:
perros que ladran,
novelitas de frontera,
moscas de la tarde

La próxima vez –y como meta–
ya no dispararé a los pies

Luis Daniel Pulido

lunes, 10 de marzo de 2014

EL HOMBRE CON EL MARTILLO EN LA MANO*



El amor no elige lugar ni temas;
sé donde vivo: en la cola de la serpiente
de medios y su noticia más reciente:
el fraude de un tal Perkins –por citar un apellido–,
la malversación de fondos del ex gobernador,
el árbol genealógico de los contestatarios,
los defensores del medio ambiente,
de los que –como juguetes de cuerda–
mueven el mundo desde su título
de Licenciados en Ciencias de la Comunicación
en cualquier periódico –grande o chiquito–
al fragor del “debate” o muros del Facebook

Y podría escribir un artículo, un ensayo, un libro;
volverme profundo y dedicado, dictaminar el tamaño
del árbol del que se alimentan,
contagiarme de tradiciones y costumbres,
poner una Casa Museo,
una galería con garabatos,
pisar fuerte en eso que llaman Cultura y Arte

Pero no, me he vuelto distante, no abro puertas
–ni plurales, democráticas o estéticas–
sobre la poesía, el teatro, el uso de balsas
en la acusación y la denuncia,
en la dinámica de la jaula y el periquito
con pasamontaña

Y entiendo que hay miserias que conmueven,
que como un volcán de náuseas en la boca
del estómago mueven al grito, la indignación,
pero no acá, quizá en otra parte

Hoy, por ejemplo, sólo vine a dejar una cinta
de Morrisey y a caminar en sentido contrario
de las redes sociales

Luis Daniel Pulido

*Del libro (no publicado) Guadalajara, mi amo

viernes, 7 de marzo de 2014

A MÍ TAMBIÉN ME PREOCUPA LA POBREZA*


Pulido, ¿ya probaste los caracoles?
Claro, “el chuti”
No mames, los escargots, güey

Diálogo con mi querido amigo Pepé Rodríguez España

Hice tantas cosas ayer,
vi la luz en el sonido casi gráfico
de tus dedos al escribirme un mensaje,
esa nostalgia que me recuerda
el Blankets de Craig Thompson,
la salitre violenta de los murales

Llovía

En los pasillos  –te cuento– se rediseñaba
la coreografía verbal de un debate político,
el revés –y seguramente imaginario–
de quienes reviven la idea del contrato social
en el sol del Mediterráneo,
en el plástico –pomposo– de las tarjetas de crédito

Le llamaron Cruzada contra el Hambre;
y coincidieron, quienes debaten,
en que sí es una buena noticia

Y puede ser: en la mesa hubo comida italiana,
trípticos de agencias de viajes,
un cheque –razonable– a los intelectuales
y uno –especial– para el que te escribe poemas
al mismo tiempo que analiza “paquetes”
para ir al Mundial de Brasil 14

Como puedes ver,
fue un gran día para la dieta

Luis Daniel Pulido

*Del libro Guadalajara, mi amor, que nunca se publicó





GRAVEDAD CERO


Ayer estuve enfermo,
algo de fiebre, dolor de huesos

Se me sujetó al árbol sin frutos
de los antibióticos,
me hablaste todo el día:
es la primera vez que alguien
me cuida

Vamos a casa –dijiste
y fue como descubrir otro mundo:
mi camita, tus manos en mi frente,
el termómetro y tu “no, no, no, deja,
no es un juguete”

Tuve, pues, fiebre todo el día,
y nunca, nunca dejaste de abrazarme:
le hablaste a mi médico,
me compraste medicinas, libros,
meteoritos que se estrellan

Y todo –mi amor– en gravedad cero

Luis Daniel Pulido


martes, 4 de marzo de 2014

EL OTRO SPIDER MAN (EL ORIGEN DE CHINCHO)*



Para la actriz Chulpán Khamatova, que sabe de mí por mis barquitos y porque protege a niños como yo

Dicen que tengo los ojos grandes, y me gusta tener los ojos grandes. Mi nombre, no importa; decirlo me provoca ansiedad pues quisiera ser otro, pero eso sí, conservar mis ojos grandes ya que eso me permite estar alerta. No creo en nadie, sólo en mi mamá y dicen que sí, tengo hermanos mayores que yo, pero no los extraño y mucho menos los quiero. No sé si tengo un lugar de origen, una ciudad en 3D, si debo aprenderme nombres de héroes nacionales, si un caramelo sigue costando un peso y si George Lucas me contestó la carta donde le pedía un Chewbacca con muchas carrilleras; sé que tengo un expediente de 420 páginas, una terapeuta a la que le brinca un párpado –el derecho– cuando me pide que hable, que cuente por qué he decidido no hablar, no expresarme si no es con textos, dibujitos y mi superhéroe favorito: El Sorprendente Hombre Araña.

     Y la escucho, pero me invento mis propios mecanismos de conversación: ella habla, yo parpadeo o escribo Led Zeppelin Helado Sprite Futbol Me gusta esa niña No lo sabe Qué importa.

     No hablar –y que según y debido a cuestiones de diagnóstico– es triste y malo, no me interesa ¿Por qué esa insistencia de querer que uno hable de lo que duele y molesta? Yo he golpeado a muchas personas y no voy a la escuela, estudio en casa y leo y escribo historias. Quizá, y lo he pensado, hablaría con Guillermo Del Toro, Tom Brady, Lio Messi, Héctor Miguel Zelada.

     ¿Qué cómo empezó todo esto? Pues como suelen pasar las cosas malas: ser el más pequeño en un grupo de adultos en una noche donde mis hermanos me presentaban como “mi hermanito”, y yo sin poder contradecirlos “no, no, no, que soy el Sorprendente Hombre Araña; qué, no se los he dicho”.

     Una fogata, la playa, la luna llena, la arena, cervezas, marihuana, “el hermanito”. Y el cansancio, el aburrimiento, la oscuridad, y mis ojos que se cierran y la piel sudorosa y caliente de un hombre que dice ser mi amigo y que se restriega en mi espalda. Es un sueño, pienso. Y efectivamente, es un sueño que arde, quema, se incendia y no se hace ceniza. Un sueño que no me permite crecer, un sueño que me orilla a buscar otras playas, un lugar donde vivir sin miedo, un planeta rocoso que me permita ser un Alien carnívoro, o estar en otra parte donde no exista la noche ni hombres sudorosos que te tomen por la espalda y despiertes en el reino de la devastación, la tristeza y la vergüenza.

     No, yo no siembro flores y no creo en la amistad y no me conmueve leer El Principito. Al carajo El Principito.

    No quiero hablar, y sólo pido que se respete mi oficio: deslizarme entre enormes rascacielos en Nueva York.

     Hoy tengo cuarenta años y actúo como un niño violento de ocho años. He consumido todas las drogas que pude y perdí la visión de mi ojo izquierdo, pero tengo un lugar especial a donde ir cuando me siento triste; es una tienda con cristales enormes y donde mis ojos grandes me permiten ver a mi proyecto de novia.

     A veces, con mis superpoderes, puedo estar a su lado sin que ella se dé cuenta y cuando llueve, me consigo gabardina y sombrilla y le ayudo a caminar por la ciudad, y es cuando pienso que sí, sí tengo un chance de no vivir avergonzado y que el PacMan no ha pasado de moda y que los hombres sudorosos y que te toman por la espalda y te lastiman no tienen una Máquina del Tiempo como la que yo tengo.

     Sin embargo algunas veces –me sigue pasando– soy violento y cruel, pero cada vez que pasa voy descubriendo trucos para no hacerlo; el último: comprar muchas pastillas de menta y soplar los cristales de la tienda y decirle a mi proyecto de novia “mira, estás en Nevada”.

     Tengo cuarenta años y aquel niño de ocho años llora conmigo.

     Tengo cuarenta años y mi nombre no importa; dime “Sorprendente y valiente Hombre Araña”.

Luis Daniel Pulido

 * Este texto fue parte de la campaña en contra del abuso sexual infantil.