domingo, 29 de abril de 2012

INVITEISHON


El viernes leeré textos de una banda sonora
que va por la libre. Ojalá, el tiempo y la visión
particular del teatro, me permitan lo que quiero
hacer: hablar de las pequeñas cosas que son parte
del día, de la prótesis de fibra de carbono que uso
en los ojos, autos que conduzco y van a ninguna parte

El viernes leeré para ti; prometo darle cuerda a otras
historias, parpadear –entre texto y texto– enormes
sombras de árboles que se deshojan y aparecen
poco a poco en tu amor por las naranjas de Castilla

Tú lo sabes: No creo en los poemas hondos y profundos,
prefiero el polvo en las vitrinas, eso que me da la seguridad
de que algún estuviste aquí



sábado, 28 de abril de 2012

MORIR EN CINÉPOLIS


Jennifer Connelly

Mis compañeros de camino se reservan palabras,
se olvidaron de que algún día fueron tártaros salvajes
que chutaban a gol contra las puertas en busca de calentar
la cama con un balcón lleno de mujeres

Hoy son piedras de todos los edificios
y matan dos pájaros de un solo impuesto contable,
prueba de ello es que ya no crean belleza
sino ciudades

Me han invitado a algunas donde carteles,
hoteles y departamentos no se niegan a revistas de moda,
a horarios con sobresaltos que nos llevan a restregarnos
los ojos frente al espejo del lavabo y escuchar cómo camina
la muerte en el sartén lleno de aceite

Nada tengo en Chiapas –ni me preocupa tener–,
prefiero los pequeños circuitos donde sufren esguinces
los autos de carrera, cada fractura de huesos por los golpes en el emparrillado,
la Atlántida de firmas de nuestros héroes hundiéndose en la pantalla
del cine que fue demolido y sin embargo nunca abandonamos la sala

Es el cine donde me encuentro a Liz bajo la lluvia
acompañada de Stendhal, Rosellini y Barbarella;
y yo, tranquilo, como Polanski, me llevo el terror a otra parte

No lo olviden: sólo salvan los ojos infantiles de la belleza,
las casas con muebles provisionales,
los poemas que no dicen y esperan nada

lunes, 23 de abril de 2012

POR GREENFORD Y LAS CALLES DONDE USAMOS LAS VIEJAS PLAYERAS DE THE WHO

En algún momento
–y eso fue ayer–
sabía que llegarían tropiezos y topes.
Algunos por la arena en los ojos
de tu anterior universidad,
otros porque te faltan palabras,
déspotas de la ortografía y el diccionario

Sé que das vueltas a una repuesta
a medias en un papel lleno de alfileres,
que separas los dedos sobre lo irritable
que pueden llegar a ser las letras:
fracturadas, sin futuro y sin plan ortopédico.

En algún momento
–y eso fue ayer–
pido que esto te haga más fuerte,
que las mariposas del diseño gráfico
y los dobladillos perfectos de tu falda
sean parte importante del arte contemporáneo.

Nada nos obliga a estudiar,
a viajar, a leer.
Nada nos obliga a retirarnos
de los frutos de la inteligencia
tras un escudo de defensa antimisiles.
Nada.

Pero regreso al amor
y enumero las veces
que un poema mío
fue puntual a congresos
donde la palabra
era el único amigo fiable.

Y por eso te escribo poemas
que no tienen problema alguno
en ser garaje o alacena:
el lobo que hace aauuuuuuu,
el gato esponjoso al que le piso la cola,
estampita sin bacterias, ajonjolí de cocoles,
tu cajita de sorpresas.

domingo, 22 de abril de 2012

UN LARGO CAMINO POR CONDUCIR



Echemos a andar el día, hay que sacar la basura,
resumir deudas y ver si hay botellitas de agua
en la nevera. Escribirle a mi amigo senegalés
que los blancos ya no son colonialistas
sino los mismos arzobispos de la gula,
pastores de la salvación sin gloria,
animales de noches sin brillo

Tengo, en el fragor de los enlatados “contraculturales”,
que escribir algo para un homenaje, tomar el medicamento
a tiempo, ver desde la ventana la falange de los dedos
de la clase media que se rompe con la luz de las seis
de la mañana

Contestar las felicitaciones que vienen y van en un mar abierto
que hoy no es eterno, aventarle los huesos que quedaron
de las revistas de mesa a la novelista que abre cartas ajenas
e hizo suya la agonía de mi madre; servicio social –dicen–
de quien se mete a tu vida y te da siete mil pesos

Tengo que, en algún lugar del ático, buscar otros naufragios
que nada tengan que ver con las palabras

Ventaja de quien toca Pulling Teeth de Metallica
y el Mundo a Través de la Web lo aplaude de pie

¡BRAVO, BRAVO, BRAVO!


viernes, 20 de abril de 2012

LA NEGRITA CUCURUMBÉ


Conocí a la negrita cucurumbé en el pueblo de Alvarado, Veracrúz. La negrita cucurumbé desde niña convocó controversias familiares: que si vendía cocadas, escribía poesía o, por el temor de ser desplazados, candidata a la presidencia municipal en traje de la mujer maravilla (Wonder Woman, para los que hemos recorrido mundo).


De una vez encaminada a regir su municipio, la negrita cucurumbé escribió enmiendas, explicaciones y sobre todo agregados:

a) Prohibido el rock y películas como las de los “Avengers” (sic)

b) Nada de hablar inglés, sólo el “alvaradeño puro”

Cuando pregunté qué era el “alvaradeño puro”, la explicación convirtió al patito feo en estibador de La Merced, es decir, empujaba el mundo gracias a la mamá de ustedes y la mía. Ah, cómo las recuerdan.

La negrita cucurumbé daba saltos de alegría que luego se convirtieron en pasos de baile. Era una niña muy noble esta negrita, por lo que además de salvar a su pueblo se vio obligada a amenizar todas las fiestas familiares. Pobre negrita, se le veía cansada y con ganas de correr y de esconderse a llorar en algún rincón, cualquiera, de la casa.

Recuerdo que a la negrita yo no le caía muy bien, sobre todo por mi gusto por el rock. En la escuela y dedicado más a caprichos y gustos personales, me la pasaba todo el día con mis audífonos y simulando tocar cientos de guitarras eléctricas. La negrita hacía mofa de ello:

–Sí, sí, sí, channnggg, chiiiin, chuinnnnng, ruaaaaang, chan, chan uuuiiiiiiiii ¡Payaso!

–¿Qué pasó mi negrita, what´s up con tu vaquero?

–¿Vaquero?, pues sólo por tus piernas zambitas. Nomás sea jefa de grupo y vas a ver, vas a ver.

Aquí entre nos, la negrita fue mi traspiés, puso mi corazón patas arriba y para eso, andaba en patines (yo, pues la negrita era muy pobre y sólo jugaba a las cucas).

La negrita cucurumbé, curvilínea hasta en mis sueños de fut, ocupó los cargos más altos en la escuela. Fue ella la primera en tener libros, diplomas, dibujitos en cerámica donde se explicaba que un tal Ulises abandonó a su esposa Penélope que tejía chambritas porque el malvado de Ulises andaba con unas sirenas ya que dominaba el arte de algo que se llama en el lavadero literario “es poeta, valiente pero coqueto”…bueno, ésta es la versión de unas amigas feministas de Jalisco que nunca superaron el seis de calificación, así que la historia no es del todo confiable.

La negrita, que para esto ya era “mi negrita”, creció y creció como un mapa bondadoso de tallas que la volvieron sexy, con ese ritmo lento que sumaba coros como los de…

me podrán robar tus días, tus noches no, cantaría Joaquín Sabina…

La verdad, no fue eso lo que dije la primera vez, sino ¡mango, acá está tu chango!

Después de unos años la negrita, contrario a lo que todos pensaríamos, ya no ejercía ni el detalle erudito que dan los libros ni el temperamento que dan los años acumulados como jefa de grupo, sino la bondad que dan los grupos de oración, tal como me lo confesó ese día:

–Gordito, acepta a Dios en tu corazón

Y que me quema mis discos de Iron Maiden. Sin duda, la negrita cucurumbé fue la autora del primer genocidio de demonios en la historia.

–Luis Daniel, no me lo vas a creer pero tú, precisamente tú, siempre has estado en mis oraciones –me dijo la negrita.

–Oh, negrita, y tú, precisamente tú, estás en mis ojeras de tanto soñarte en bikini en mi alberca.

Entonces la negrita cucurumbé sonrió por primera vez.


(Aquí es donde se apagan las luces y beso a la negrita, mi negrita)






miércoles, 18 de abril de 2012

APAGA LAS LUCES, HELLBOY





O esta ciudad es más que ruidosa y caprichosa
y de repente, por tus ojos o tus nalgas, qué se yo,
es un corazoncito retacado de nueces,
el reflejo en el cristal de una librería de Londres,
los tableros donde escribiste tus cuentos para niños tontos

Y vaya sorpresa. Ya no se puede presentar el libro
de un buen amigo en el diálogo vivo, con sus pececitos
tragones o con lo que más odias: que sepas que yo
sí escucho rock y coma piloncillo al mismo tiempo

Quién diablos –amén– te invitó a mi presentación.
Ya no se puede ir por ahí sin toparte a media calle
e inflar a tus mil espíritus santos con mis popotes
y sus restos de malteada

Ya no


Foro Descartes, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; México. 17, abril, 2012





domingo, 8 de abril de 2012

LIVE IN TULÚM









No acostumbro a orar,
a hacer historias generales sobre
la buena fe; prefiero el arte popular
de la conversación, el abrazo cuando
más lo necesitas.

(Hablar de Dios supone un mínimo
de piezas, un signo ortográfico,
el silencio emotivo de la primavera)

Puedo hacerlo hospedado en Tulúm,
aún lejos de ti, sin las obligaciones
mercantiles de la barbarie televisiva,
sin sobredosis de banderas o reformas
políticas; con sólo dejar que el mar
lleve a mis pies la luz de los burdeles,
bisonte en calma.

A veces escucho al perro que ladra,
el pez que se retuerce al morder el anzuelo.

Es natural, me digo. Y pienso en ti.

Y pienso también en los viejos puertos habaneros
donde la historia es luz, marea, jamás notas testimoniales.

La vida sigue y tú bailas y yo te pido:
No dejes de hacerlo.

Luis Daniel Pulido






sábado, 7 de abril de 2012

SAYURI






A Sayuri no le gusta su nombre porque dice que es como un estacionamiento vacío, un taxímetro o un mollete en salsa verde. Yo le digo que es bonito, que he detenido mis palabras frente a su casa sin necesidad de pasarme un semáforo en rojo –de los que ella dispone– en sus avenidas de pequitas cuando en un desentendido de estaciones le suda la nariz y parpadean las luces de la cocina. Debe ser porque ambos estamos a dieta, pienso.



Pero Sayuri insiste en encontrar uno libre, de los que a la mitad de cada letra no la remitan a la embajada japonesa, o a serenatas de inexpertos boleros, o a rockcitos sostenidos por pequeños pedestales. Quiere –si se le dedica– uno de Luis Daniel Pulido. Mínimo.



A Sayuri le gusta la pasta a la boloñesa y comprar revistas de entre treinta y cincuenta pesos. Olvida, al menos por un momento, que quiere cambiar su nombre al de A, Fuego, Colmena, Mediodía.



Yo le digo que se vaya a vivir a mi casa. Tengo libros, Gatorades, baño con agua caliente y un colchón bien bonito donde caben todas las técnicas pre-matrimoniales que he aprendido a lo largo de la vida.



Y no, no te visitará la cigüeña. Hay una farmacia cerca.



miércoles, 4 de abril de 2012

EL HOMBRE ANTES DEL SHOW













Fotos: Selenechan





Platicamos ocho situaciones diferentes


antes del concierto; nada de nuestras vidas,


libros, autores




Hablamos sin la convicción que salva a la gente


de sentirse incómodos; y eso, seguro, hizo


que todo estuviera ligado a la vida cotidiana:


el tráfico, el centro de la ciudad que manotea


el nerviosismo de su reconstrucción por todos lados,


de qué se trataba el show y si aparecería una cabañita


con chimenea en mis archivos de súper agente secreto




No llegaste a verme a mí, las mejillas aspiradas


hacia adentro de alguno de mis poemas traviesos,


mis piropos en voz alta, el centro del campo de la filosofía


en frappés o limonadas que llegan a la mesa media hora


después del primer intento




Sin embargo –esas cosas que se dicen en automático–


yo subí al escenario en dos ciudades distintas:


mi rock en tiempos de guerra; la trova con su racionero


del amor bonito




No sé que hacen los hombres felices,


sé que hacen los niños cuando se quedan


sin nada (los he visto recortar figuras de cartón


y ponerles nombres como Batman, Transformers,


Doctor Wagner, temible Hombre de Plata)




Es por eso que desdibujo el tiradero de Kipling


y Stevenson por si –un buen par de zapatos


o el ratoncito mágico que dé vuelta a esta página–


me permite platicarte del apenitas cuando la pelota


da en el poste y el grito de gol se apaga





Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; México